jueves, 22 de abril de 2010

Nacional y popular

TRES PARA UN PROYECTO BRANDONI, SACHERI Y PERETTI CONFÍAN EN "ARÁOZ Y LA VERDAD". TAMBIÉN EN SU DIRECTORA Y ADAPTADORA, GABRIELA IZCOVICH.

TEATRO / LUIS BRANDONI, EDUARDO SACHERI Y DIEGO PERETTI

"Aráoz y la verdad" La adaptación del texto del escritor de "El secreto de sus ojos" se estrena el sábado, en el Paseo La Plaza. Aquí, él y los actores cuentan que la obra tiene un vocabulario "bien nuestro" y dos personajes queribles.

Por: Sandra Commisso

Opuestos complementarios. Luis Brandoni no oculta cierta ansiedad e hiperactividad; explica detalladamente, sonríe con ironía; Diego Peretti se deja caer en una silla casi como lo haría en su casa, es verborrágico y cada tanto suelta una carcajada. Sin embargo, esos rasgos distintivos, lejos de separarlos, parecen unirlos en una sola trama en la que cada uno está cómodo con su lugar. A esa dupla se suma Ernesto Sacheri, el escritor de El secreto de sus ojos (ver Dos novelas...) que, un poco desde afuera y otro poco en complicidad, le dan forma al proyecto de Aráoz y la verdad. El texto nació como novela de la pluma de Sacheri, se convirtió en obra de teatro y se estrena el sábado en la Sala Neruda del Paseo La Plaza adaptada y dirigida por Gabriela Izcovich. Salvo por una escena en la que David Di Napoli comparte escenario con Peretti, toda la obra es un gran contrapunto entre Aráoz (Peretti), un periodista que va a un pueblito de la provincia de Buenos Aires a develar un misterio que es vital para continuar su vida normal. Allí se encuentra con Lépori (Brandoni), un empleado de una estación de servicio que será la clave para llegar a cierta verdad.

Esta es la primera vez que trabajan juntos en un escenario. ¿Cómo fue ese encuentro?

Peretti: Trabajamos juntos sólo un día en Culpables y en dos películas, El sueño de los héroes y No sos vos, soy yo, pero no tuvimos escenas juntos. Así que es una experiencia nueva hacer esta obra, donde prácticamente, salvo por una escena, estamos todo el tiempo juntos. Para mí es un honor trabajar con Luis porque hay una serie de grandes actores argentinos y él está entre ellos. Y uno, que quiere ser actor en serio, aprende. No se lo dije hasta ahora y aprovecho esta oportunidad. Yo lo tengo muy visto a él, así que al principio era muy curioso tenerlo enfrente, interactuar con él, pero después todo resultó fluido.

Brandoni y Sacheri se suman a los elogios compartidos. "Creo que es bueno tener la posibilidad de decir esto así, porque generalmente uno no lo hace", dice el escritor. Y Brandoni, práctico, retoma el hilo de lo que quiere contar. "Este es un texto muy fluido, porque tiene un vocabulario muy nuestro. Es una obra nacional de corte totalmente popular, está bueno aclararlo. Hay una búsqueda desesperada de Aráoz en pos de la verdad, sin advertir que para eso él se vale de mentiras y hay una respuesta de alguien que no le da satisfacción a su inquietud. Después llega la hora de la verdad, cuando ambos se sinceran y finalmente se corre un velo".

¿Qué fue lo que más los atrapó de cada uno de sus personajes?

Peretti: Aráoz me interesó porque es un tipo que tiene una rutina, con una vida nada excéntrica y poco divertida, bastante previsible y se le corta eso de un día para el otro. Como una piña contra la pared. A partir de ahí, le aparece un estado de ánimo oscuro y un recuerdo de la niñez con cierto misterios que necesita imperiosamente develar. Está en shock y si no resuelve eso no puede seguir con su vida normal.

Brandoni: El mío es un personaje bastante reconocible. Un hombre con no muchas luces ni tan pocas, encargado de una estación de servicio. Pero hay algo que lo hace distinto: parece que está defendiendo alguna posición u ocultando algo. Me da la posbilidad de hacer un personaje que no se parece a otros y resulta de mucha referencia para el público argentino. Cuando te toca hacer de norteamericano, uno intenta arrimar el bochín y pocos te pueden decir si está bien o mal, en cambio cuando uno hace de argentino, al revés de lo que piensan muchos critícos, es mucho más complejo porque están las referencias cerca. Quién te va a decir cómo era Caligula, pero un tipo que vive en la provincia de Buenos Aires, relacionado con el fútbol (que también aparece como fenómeno) implicamás presión para hacerlo creíble. Por estos dos personajes nadie daría cinco centavos para saber de su vida, pero en el escenario despiertan interés porque hablan de cosas entrañables y ocultan temores.

La literatura y el teatro permiten que personajes simples se recorten y adquieran otra dimension.

Brandoni: Claro, ésa es la dimensión artística.

Peretti: También hay algo de la lealtad presente en la obra. Son personajes que no necesitan demostrar ni publicitar su lealtad, sino que son esencialmente leales, pero uno no se entera hasta cierto momento. Y cuando uno se da cuenta, se convierten en héroes. Como un bombero, un médico, un maestro de frontera, que son héroes de la vida cotidiana.

Todos tenemos algo pendiente por averiguar o la necesidad de encontrar ciertas verdades.

Peretti: Claro, incluso a veces acceder a esa verdad resulta más fácil a través de extraños. Algo de eso sucede acá.

Brandoni: La obra transcurre en una estación de ferrocarril, en una estación de servicio, en una habitación alquilada, en una confitería y en una laguna donde van a pescar, todos espacios con cierta universalidad. Peretti: También es bastante universal esta necesidad de resolver algo del pasado, aunque aparentemente no tenga que ver con el presente pero que nos condiciona. En este caso cuando un hecho asociado a cierta imagen se repite, genera cierta emotividad. Y el personaje se empieza a obsesionar por querer saber porqué. ¿Es así, Sacheri, más o menos? Si yo te hablo desde Aráoz, el autor vendría a ser Dios. El creador del ser humano Aráoz es Sacheri (risas).

Sacheri: Esto me da miedo (risas).

Brandoni: Es un caso especial. Porque el autor fue mediatizado por una adaptación de la novela a la dramaturgia que hizo Gabriela Izcovich. Y ahora falta que el autor vea qué pasa y no es un interrogante menor. Me imagino lo que debe estar pasando, porque todavía no vio nada (risas).

Sacheri: Sí, además no tengo experiencia. Con el cine se arma todo de a pedazos. Acá es más fluido. Es raro. Pero encuentro cierta coincidencia en lo físico con los personajes que imaginé. Y me parecen excelentes actores. El resto, me intriga.

¿Cómo surgió esta historia?

Sacheri: Es de 2008, la escribí poco después de La pregunta de sus ojos. Sentía que tenía ciertos tics que tendía a repetir y voluntariamente me quería alejar de eso. Soy de tener muy pensado antes lo que voy a escribir, pero con esta novela empecé a escribir sin saber adónde iba, que para mi neurosis es tremendo. En mis historias siempre los padres se parecen al mío, y acá todo lo contrario; las mujeres suelen ser deseables y acá, no necesariamente, sino que hay algo más tortuoso. Quise desprenderme de cierto camino de redención que suelen tener mis personajes, pero no sé si lo logré. Quería salirme de eso que no sé si son tics o tal vez forman parte de tu identidad. Es complicado de de-sentrañar. Como sea, está bueno reflexionar sobre el propio oficio.

Fuente: Clarín

No hay comentarios: