miércoles, 21 de abril de 2010

Las paredes bolivarianas

La calle grita. Obras de Johan Bello, Yaneth Rivas y Flix, del Ejército Comunicacional de Liberación de Venezuela.

Arte callejero en Venezuela

Financiadas por el gobierno chavista, brigadas de artistas y diseñadores colman las calles de Caracas con esténciles antinorteamericanos

“Los grafitis exhiben la tensión de una sociedad y lo hacen en muchas ocasiones a través de la ironía política o la crítica social”, apuntó hace no mucho tiempo Claudia Kozak, doctora en Letras, profesora de la UBA y de la Universidad Nacional de Entre Ríos y también una de las principales investigadoras argentinas de arte callejero. Y tiene bastante razón: se puede apreciar la proliferación de pintadas en las paredes semanas o meses antes de una elección crucial o durante grandes crisis económicas y sociales como la que azotó a la Argentina en diciembre de 2001.

Pero no se trata de una práctica exclusivamente nacional. Las paredes de Caracas, Venezuela, lo confirman: allí, a la vista de todos, ante las miradas despistadas de los que se dirigen a trabajar a pie, los que se desplazan en colectivos o en automóviles, se plasman gráficamente ideas, consignas y pensamientos políticos como si fueran medios de comunicación más directos, sin locutores que miran a cámara para repetir como marionetas las palabras escritas por otros.

Sin embargo, lo curioso del asunto, de las últimas proclamas que le dan color a la ciudad caribeña, es que no se trata de textos y esténciles hechos por sectores relegados o reprimidos. No: la última camada de artistas callejeros caraqueños, más bien, está siendo abiertamente financiada por el gobierno chavista para elevar en espíritu (y pictóricamente) al presidente bolivariano.

Así se entiende el paisaje grafitero actual de Caracas, en el que se despotrica sin dobles lecturas contra el imperialismo estadounidense y al mismo tiempo se aprovecha para “glamourizar” a Hugo Chávez. El equipo de artistas responsables de engalanar Caracas en ocasión del festejo del bicentenario de la independencia venezolana se autodenomina Ejército Comunicacional de Liberación y sus obras no precisan ningún manual de instrucciones.

Por ejemplo, cerca de la Plaza Bolívar, en el centro antiguo de la ciudad, se puede apreciar un esténcil a todo color del presidente estadounidense, Barack Obama –el “premio Nobel de la Guerra” como lo llamó Chávez durante la ceremonia de clausura de la Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)–, vestido de Papá Noel. Realizado por Johan Bello, en este mural se ve a “Santa Obama” con un misil en mano que lleva la inscripción “Made in USA” mientras que en su bolso de regalos asoman otros cohetes destinados a Irak y Afganistán.

No muy lejos de ahí está la obra realizada por un tal Carlos Zerpa cuyo esténcil es una reinterpretación del cuadro David con la cabeza de Goliat de Caravaggio. Allí se ve a una Hillary Clinton, secretaria de Estado norteamericana, decapitada. “Es una metáfora sobre un imperio que está siendo derrotado –afirmó Zerpa–. Pueden tomar o dejar mis críticas, pero me mantengo leal a mis ideas”.

Los sitios elegidos para la realización de estos mensajes directos en clave pictórica no fueron azarosos: la mayoría de los esténciles fueron pintados cerca de grandes publicidades de productos norteamericanos como gaseosas Pepsi y ketchup Heinz.

“No buscamos la inmortalidad con nuestro trabajo –indicó Yaneth Rivas, artista callejera también miembro del Ejército Comunicacional de Liberación–. La calle es nuestra galería. Eso significa que esperamos hacer pensar a los peatones antes de que las imágenes desaparezcan”.

Fuente: Crítica

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