sábado, 10 de abril de 2010

La Zaranda, entre la conciencia y el caos

Tres intérpretes magníficos, con una estética visual que no resulta indiferente

Fieles a su estilo, maestros de la imagen y expertos en pasar por el tamiz una gran idea para dejar sobre el cedazo sólo lo esencial, sólo ese elementos que puede brillar y aprovecharse. A 30 años de su nacimiento, el grupo "inestable" de Andalucía La Baja hace bien en insistir con sus formas, sus pinturas, sus modo de darle cuerpo a discursos que se vuelven emociones, sensaciones. Expresionismo ideológico.

Como en todos sus espectáculos, no hay un argumento, sino un concepto, tan abarcativo como claro. Esta vez el tránsito es a través de la pintura de Velázquez, pintor que podía hacer hablar a sus cuadros.

El disparador es la muerte-desaparición del regente de un manicomio. A partir de ahí, tres de los internos viven ese vacío y lo encarnan. Primero se trata de internalizarlo, luego de darse cuenta de que alguien deberá ocupar ese lugar; tras eso el advertir que cualquiera de ellos podría hacerlo; luego, el fin del caos. Los tres se topan con dilemas que se vuelven rémoras carnívoras. Así tratarán de circular por ese laberinto de recorrido intrincado, cruzado, retorcido, que conduce a una salida inminente.

Encierro y desamparo

La dialéctica del grupo jerezano queda al desnudo con poesía, interrogantes y afirmaciones contundentes, mortales. ¿Cuál es el lugar de cada uno en la historia? ¿Sirve derramar sangre por un mañana mejor? ¿Cuál es la derrota? ¿La derrota será un triunfo? ¿Somos dueños de nuestro propio destino? "El odio sigue donde lo dejaste", dicen. Y dejan al espectador con todas esas preguntas, hipótesis, teorías golpeando su cabeza.

El encierro, el sometimiento, las luchas por un ideal, la desesperanza y la desesperación confrontan con el poder, quién lo ostenta o lo puede ostentar. Y después de la guerra, de la revuelta, apenas comienza la paz, "comienza el letargo", dirán. O continuará el caos. Ellos mismos son militantes de un caos artístico que se vuelve sinfonía. Con sus habituales juegos lingüísticos y semánticos, el grupo de Paco, Gaspar y Enrique vuelven a dar una lección de teatro. Tanto por sus composiciones y su excepcional trabajo físico y vocal, como por la consecuencia de su discurso. Se podrá estar de acuerdo o no con algunas ideas, pero nada de lo que hacen puede resultar indiferente.

Pablo Gorlero

Futuros difuntos . Por La Zaranda. Intérpretes: Gaspar Campusano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos. Texto: Eusebio Calonge. Dirección y espacio escénico: Paco de La Zaranda. Luces: E. Calonge y Alain Le Nouëne. Espacio: Jean Castellat. Regiduría: Eduardo Martínez. Coproducción entre La Zaranda y el Théâtre Sorano de Toulouse. En el Metropolitan 2. Duración: 90 minutos.
Nuestra opinión: muy buena

Fuente: La Nación

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