El grupo introduce la gastronomía en su versión de 'Tito Andrónico'
JACINTO ANTÓN - Viladecans
En plena escenografía de La Fura, a dos metros del suelo, el platillo pasa de mano en mano: una carne de aspecto suculento. "Son pechos de cerda", informa el actor caracterizado de tribuno. Momento de indecisión. "Hay que probarlo todo", se anima sirviéndose Lavinia (la actriz María Pérez) que viste una escotada túnica. Una comida preparada por el restaurante Mugaritz e inspirada en las recetas de la antigua Roma culminó ayer en Viladecans (Barcelona) la presentación del nuevo espectáculo de La Fura dels Baus Degustación de Titus Andronicus, dirigido por Pep Gatell y basado en Tito Andrónico, la desmesurada tragedia de Shakespeare.
La obra se estrena el 7 de mayo en la Tabakalera de San Sebastián y luego realizará una amplia gira. Lo singular del montaje, aparte del habitual, posapocalíptico y musculado lenguaje furero que sitúa a los intérpretes en atalayas mecánicas móviles, pone a marchar legiones virtuales en enormes pantallas y crea gran y amenazador estrépito, es su pionera dimensión gastronómica. Y es que durante la función se cocinan diversos platos en un sector del escenario, a los espectadores se les ofrecen varios bocados y en el último acto se celebra un banquete de verdad al que son convidados a participar una treintena de miembros del público.
Ayer, en la presentación, no se desveló el menú real que se cocinará y servirá en el espectáculo, algo que La Fura y la dirección gastronómica del montaje (el chef Andoni Luis Aduriz, con el equipo de Mugaritz) guarda como una sorpresa. No obstante, uno puede imaginar lo que se prepara dado que el banquete que aparece al concluir Tito Andrónico es esencialmente caníbal.
Efectivamente, en el tramo final de la cruel pieza de Shakespeare, trufada, y valga la palabra, de mutilaciones y salvajadas varias, un enloquecido Tito, que ha perdido una mano, las dos de su hija Lavinia y la lengua de ésta (y su honra: la chica ha sido violada bárbaramente -doblemente, los perpetradores son godos-), además de las cabezas de sus dos varones supervivientes, hace cocinar un pastel con los hijos de su enemiga, la reina Tamora, y lo da a comer a ella y a sus partidarios.
La Fura y Mugaritz no caerán, no teman, en la antropofagia, ni que sea espumosa, pero guisarán y ofrecerán "un mamífero cromosómicamente muy cercano al ser humano", según avanzaron Gatell y Aduriz. El director añadió de manera ominosa: "Reconocerás a los hijos de Tamora en la comida, hay detalles para ello".
La Fura ofreció ayer un avance de su espectáculo, que desde luego no es el Titus, de Peter Brook de 1955, con Laurence Olivier. El público se sitúa en el centro del espacio rodeado de unas pasarelas metálicas, en una de las cuales se alza una moderna cocina. La acción arranca con personajes en altos andadores mecánicos que deambulan entre los espectadores brindando eventualmente algunas consumiciones ensartadas en largas lanzas. Lavinia realiza entretanto en su soporte unas contorsiones que la imposibilitarían para hacer carrera en las vestales. Luego aparece una especie de carro futurista cargado de momias (los 22 hijos de Tito muertos en la guerra) con textura a medio camino entre el hombre del glaciar de Similaun y el lacón (!). En otro vehículo se agolpan los prisioneros del general romano. A uno de ellos, el primogénito de la reina Tamora, el hijo mayor de Tito lo hace ofrecer en sacrificio ad manes fratum. Lo arrastran y lo cuelgan en la cocina, donde un cocinero procede a despiezarlo. El resto no es precisamente silencio.
"Hemos destilado al máximo el texto", recalcó Gatell, que dijo que lo han dejado en unas 30 páginas. No obstante, opinó que han avanzado en la construcción del "espectáculo total" al incorporar la gastronomía, una dimensión "aromática y gustativa". Apuntó que han tenido en cuenta que al público agraciado le costará sentarse a comer con La Fura y más en el contexto de semejante pieza, que es como merendar con Hannibal Lecter. "Será un acto de fe que coman de nuestra mano, pero por eso hemos querido contar con Mugaritz, alguien que inspira confianza".
Fuente: El País
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