domingo, 11 de abril de 2010

Joyas e imperdibles de un festín ya en marcha

Standing Army. Las bases militares estadounidenses y su relación con la población local Foto:Gentileza BAFICI

El festival de cine independiente se consolida gracias a la diversidad de su propuesta. Films políticos, experimentales y musicales forman parte de esta edición

Por Leonardo Tarifeño
De la Redacción de LA NACION

El Bafici llega a su 12° edición convertido en un festival diverso y masivo, con propuestas cinematográficas de calidad para todos los gustos y un espíritu alejado de los maniqueísmos estéticos que aún castigan buena parte de la producción y la crítica locales. Con un menú a la vez sofisticado y accesible, el Bafici ha encontrado la clave para atraer al público con films independientes que en esta ocasión protagonizan Frank Zappa ( A pioneer of the future of music ), Miguel Abuelo ( Buen día, día ), un finlandés y un bielorruso que no se hablan en una isla perdida de la ex Unión Soviética ( Robinsons of Mantsinsaari ), un japonés que filma a su ex mujer y a su novia lesbiana ( Extreme private Eros: love song ), o el mítico futbolista Ferenc Puskás ( Puskás Hungary ), entre otras 417 películas de muy variadas temáticas y apuestas narrativas.

Clásicos de los brasileños Glauber Rocha ( Antonio das Mortes ) y Rogério Sganzerla (centro de una retrospectiva en la que se destaca la espléndida O bandido da luz vermelha ); novedades en la mira del Oscar (las durísimas Ajami , de la dupla formada por Scandar Copti y Yaron Shami, y La cinta blanca , del alemán Michael Haneke); un ciclo dedicado íntegramente al documental político chino y las últimas obras de los renombrados Alexander Sokurov ( Reading book of Blockade ), Jacques Rivette ( 36 vues du Pic Saint Loup ), Bruno Dumont ( Hadewijch ) y Marco Bellocchio ( Vincere ); el siempre atractivo apartado sobre música (que en esta edición incluye películas acerca del festival de Roskilde o el controvertido productor Phil Spector) y una doble competencia internacional y argentina de alto vuelo son algunos de los grandes momentos de la muestra, un auténtico festín cinematográfico para almas curiosas.

Los que se interesan en el cine político tienen dos citas de honor con Secuestro y muerte (domingo 11 a las 16.30 en el Hoyts), la prometedora película de Rafael Filipelli sobre el asesinato del general Aramburu que unió a Beatriz Sarlo, Mariano Llinás y David Oubiña en la escritura del guión, y Los condenados (domingo 18 a las 18, 20 y 22.30 en el Hoyts), de Isaki Lacuesta, que examina el pasado de la guerrilla para entender las complejidades ideológicas del presente. Con miradas estéticas alternativas, los documentales Cooking History , de Peter Kerekes (donde se narran las grandes guerras a través de la vida y milagros de sus cocineros), Standing army , de Thomas Fazi y Enrico Parente (un despiadado recorrido por las bases militares que Estados Unidos tiene en todos los puntos del planeta) y Videocracy , del ítalo-suizo Erik Gandini (acerca del poder de la imagen en las culturas contemporáneas) y la ficción mexicana Norteado , de Rigoberto Perezcano (que cuenta con sencillez y sensibilidad la odisea de un migrante oaxaqueño en Tijuana, de paso a Estados Unidos) plantean nuevas y muy logradas formas de narrar la presencia de la política en la sociedad.

En el otro extremo del mapa cinematográfico que el Bafici extiende hasta el domingo 18, los documentales musicales Rocksteady, the roots of reggae , de Stascha Bader; La agonía y el éxtasis de Phil Spector, de Vikram Jayanti; Charlie Haden, rambling boy , de Reto Caduff; Vàrese: el completamente solitario , de Frank Scheffer y Prisioneros del suelo , de Stella van Boorst van Beest (quien está en Buenos Aires, tal vez para explicar las similitudes y diferencias entre el tango local y el finlandés que ella retrató) son otras joyas, igualmente gozosas y listas para deslumbrar a quien disfruta transformar el cine en un arte complementario de la música.

La cinematografía chilena, que en otras ediciones también llegó al Bafici con obras memorables (como Tony Manero , que se exhibió el año pasado), reaparece con Navidad , del joven Sebastián Lelio (también director de la notable La sagrada familia ); la recuperada El Charles Bronson chileno (o idénticamente igual) , que Carlos Flores del Pino filmó en 1981; Te creís la más linda (pero erís la más puta) , de Ché Sandoval, y Velódromo , segundo largometraje del escritor Alberto Fuguet, entre muchas otras. Las brasileñas Estrada para Ythaca (singular road movie actuada y dirigida por Guto Parente, Pedro Diógenes y Luiz y Ricardo Pretti) y Viajo porque preciso, volto porque te amo , de Karim Ainouz ( Madame Satá , El cielo de Suely ) y Marcelo Gomes ( Cinema, aspirinas e urubus ) dibujan lo mejor de un panorama latinoamericano que se completa con filmes de Colombia, Bolivia, Costa Rica, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Uruguay. En cuanto a la vasta representación argentina, que contará con 44 películas, vale la pena recordar que el escritor y cineasta Edgardo Cozarinsky presentará su última obra, Apuntes para una biografía imaginaria , y que participarán de la competencia internacional tres filmes nacionales: Lo que más quiero , de Delfina Castagnino; Centro , de Sebastián Martínez, y El ambulante , de Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano y Adriana Yurcovich.

Sin embargo, en el Bafici no hay nada más estimulante que descubrir, un poco por el boca a boca y otro poco por el coraje personal, aquella obra maestra que espera perdida entre las 422 películas de la lista general. ¿Serán las rumanas Francesca y The happiest girl in the world , el thriller melvilliano In the shadows , la vertiginosa The robber o la sombría Putty Hill aquellas a las que convenga prestarles atención aun cuando poco se diga de ellas? La aventura está dispuesta, el festín ya comenzó.

Fuente: La Nación

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