Basada en la novela Villa Laura del escritor Sergio Dubcovsky, la cinta reúne por primera vez a Graciela Borges y Antonio Gasalla, protagonizando una pareja de disímiles hermanos solterones que deben enfrentar la sorpresiva muerte de su madre.
Debatida entre el drama y la comedia, la película destaca una brillante interpretación de los actores en ambos planos (ver crítica en página 15).
Tras su visita a La Plata, conversamos con Burman sobre sus labores de dirección y realización para la gran pantalla.
-¿Como surge la idea de filmar Dos Hermanos?
-El proyecto comenzó hace más o menos un año, después de leer la novela Villa Laura, obra en que se basa esta película. Me parecieron sobradamente atractivos sus personajes. Me ocurrió algo que no creo que suela ocurrir con textos que no son propios: comenzar a imaginar qué es lo que harían los personajes cuando el libro termine. Para mí, ése fue el indicador que revelaba que el material era tan fabuloso como para hacer un filme. A veces es difícil asumir que lo ajeno es mucho más rico que lo que uno puede producir. Como punto de partida, fue impactante leer el libro. A esto se le sumó la ventaja de que Graciela Borges y Antonio Gasalla pudieran actuar en los papeles protagónicos”.
-¿Como se sumaron al proyecto?
-Primero les mandé la novela. Al principio parecía imposible reunirlos, sobre todo porque Antonio estaba haciendo teatro, y pasando por un éxito tremendo de ocho funciones semanales. Me sorprendió gratamente saber que Graciela tenía deseos de filmar conmigo. Junto a ellos y con el autor de la novela, hicimos el proceso de escritura del guión. Fuimos definiendo juntos los personajes. No es fácil recrear la relación entre dos hermanos, sobre todo teniendo en cuenta que sus vínculos se construyen desde la infancia y a lo largo del tiempo. Eso fue lo que me gustó tanto de la novela, la cristalización de una relación presuntamente inmodificable.
No es muy común que un director joven se centre en personajes y situaciones familiares, de gente de más de 50 años ¿Por qué la elección?
Creo que las problemáticas de la gente mayor son mucho más ricas para trabajar. Con el tiempo la vida se torna mucho más compleja y se generan situaciones más interesantes para contar. Los conflictos adolescentes suelen ser bastante banales, sin desmerecerlos, pero generalmente giran alrededor de ponerse un arito o pertenecer a tal o cual grupo. No sé cuánto puede hablarse de ello. Tratar los temas de la edad adulta me parece fascinante. Los vínculos que uno tiene con los padres son determinantes, son la matriz de todos nuestros vínculos. Es más difícil trabajar con temas familiares porque, en un punto, uno siempre se identifica con algo. Parece un tema inagotable, creo que podemos hacer mil historias sobre esto. Por otro lado, si uno toma otra perspectiva histórica de análisis, en el teatro clásico o en la ópera siempre se tocaron temas relacionados con los dramas familiares. Al menos de fondo, el conflicto familiar siempre está. Romeo y Julieta no serían Romeo y Julieta si sus familias no estuvieran enfrentadas.
Federico Valenti
Fuente: Hoy
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