Con la participación de Iñaki Urlezaga y Anastasia Kolegova, llega la pieza más representativa del ballet romántico
Con la participación de primeros bailarines invitados de prestigio internacional, como el argentino Iñaki Urlezaga y la rusa Anastasia Kolegova, el primer coliseo bonaerense ofrecerá la obra más representativa del ballet romántico en versión coreográfica de Gustavo Mollajoli. El domingo 11 de abril, a las 18.30, en la Sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino de La Plata, dependiente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, subirá a escena el ballet Giselle, con música de Adolphe Adam y coreografía de Gustavo Mollajoli (basada en las versiones originales de Coralli, Perrot y Petipa). Habrá nuevas funciones el jueves 15, viernes 16 y sábado 17 de abril, a las 20.30, y el domingo 18, a las 18.30.
La orquesta será conducida por Carlos Calleja, la escenografía y la iluminación le corresponden a Juan Carlos Greco y el vestuario a Eduardo Caldirola. Intervendrán los miembros del Ballet Estable del Teatro Argentino, que dirige Rodolfo Lastra, junto a los primeros bailarines invitados Anastasia Kolegova (del Ballet Mariinsky de San Petersburgo), e Iñaki Urlezaga.
Los principales roles serán asumidos por Julieta Paul (11, 15 y 18), Anastasia Kolegova (16 y 17) como Giselle; Bautista Parada (11 y 15), Iñaki Urlezaga (16 y 17) y Nahuel Prozzi (18) como Albrecht.
Habrá entradas desde $ 15 y podrán adquirirse en las boleterías del Teatro, de martes a domingos, de 10 a 20, o a través de Ticketek, a los teléfonos 4477200 (La Plata) y 52377200 (Capital Federal). Quienes se encuentren en Capital Federal o sus cercanías dispondrán de un servicio de ómnibus que parten desde la Casa de la Provincia de Buenos Aires, Callao 237, dos horas y media antes del horario del espectáculo, y regresan al mismo sitio luego de la función. Los pasajes de ida y vuelta tienen un valor de $ 40 y pueden ser adquiridos con anticipación por medio de Ticketek.
Ballet antológico del romanticismo
Giselle se gestó en el París de 1841. Por su gran vitalidad como obra dramática, el tema, la música y su ambientación, se deja ver como un ballet d’action: danza y pantomima desarrollando un argumento literario. Reconoce éste raíces en la leyenda alemana, recogida por Heine, adaptando la trama Théophile Gautier, el noble Vernoy de Saint-Georges y el maître de ballet de la Ópera de París, Jean Coralli. Inesperada combinación que dio luz a la joven aldeana Giselle, inocente, ingenua, que por amor decepcionado llega a desvariar y morir: una heroína romántica. Pasa luego al fantástico mundo de las novias engañadas -las wili-, seres alados que viven en la oscuridad de la noche sólo iluminada por la luna. Atraen a quienes las desilusionaron, los enloquecen y hacen bailar hasta la extenuación, a la que sobrevendrá la muerte como castigo. Con las luces del alba, las wili desaparecerán para retornar a sus tumbas.
Por entonces, Jean Coralli era coreógrafo diestro, competente, no gran talento. Pero no fue él quien concibió para la eternidad los pasos de la heroína, la bailarina-actriz; ni de su partenaire, con protagonismo de primer nivel: Jules Perrot fue su creador, aunque su nombre no figurase finalmente en los programas.
En cuanto a la música, desde aquel 28 de junio de 1841, seguimos escuchando la amena creación de Adolphe Adam, que con gran acierto supo vigorizar la tragedia en los momentos cruciales. Desde el estreno la partitura original fue interpolada al promediar el primer acto con el pas-des-paysans, extenso pas de deux que se hizo famoso y casi inseparable del resto. Su autor es Friedrich Burgmüller, integrante de la orquesta de la Ópera, llamado de urgencia para componerlo bien ritmado, tarea que cumplió cabalmente.
La primera Giselle fue la italiana Carlotta Grisi, nacida en 1819 y formada en la Scala di Milano. Encarnó a Albrecht el gallardo Lucien Petipa, uno de los grandes del siglo XIX. Myrtha, la reina de las wili, obtuvo su exacta interpretación en otra gran figura de la Opera: Adèle Dumilâtre. Eugène Coralli animó el papel de Hilarión, el descorazonado guardacotos que por despecho descubrirá el engaño del duque de Silesia, escondido bajo las vestimentas del aldeano Loys. El estreno se produjo en la Ópera de París de la calle Le Peletier, que años después se incendiaría, convirtiendo en cenizas los recuerdos del ballet romántico. Pero Giselle reverdeció en Rusia, gracias a Marius Petipa, a sus innovaciones introducidas para enfatizar la técnica del cuerpo de baile y para dar mayor intervención a Myrtha, uno de los principales personajes del acto final. El retorno de Giselle a Occidente se produjo durante la segunda presentación de la Compañía de Sergei Diaghilev (1910), repuesta por Mijail Fokin sobre la base configurada por Petipa, e interpretada por Tamara Karsavina y Vaslav Nijinski. De allí en más, y hasta en versiones diferentes, algunas altamente controvertidas, el celebrado ballet no iba a desaparecer de los escenarios y las más grandes intérpretes, como Olga Spessivtzeva, Alicia Márkova o Alicia Alonso, conmovieron con magníficas composiciones.
En 1984 y para la presentación en Buenos Aires de Carla Fracci, Gustavo Mollajoli creó especialmente para el Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires la versión que ahora se repone en el Teatro Argentino de La Plata. Se basó para ello en las diferentes versiones llegadas hasta nuestros días de lo que originariamente crearan Jean Coralli, Jules Perrot y Marius Petipa, respetando el estilo de esta obra cumbre del romanticismo.
Fuente: El Día
No hay comentarios:
Publicar un comentario