domingo, 21 de marzo de 2010

Se estrenó El pasado es un animal grotesco

Javier Lorenzo, Juan Minujín y Pilar Gamboa, parte de este elenco más que atractivo Foto:Gentileza Carlos Flynn

Los que tienen entre 25 y 35: Mariano Pensotti explora las historias personales de una generación

Cuatro personajes de una misma generación (entre 25 y 35 años); cuatro conductas que deambulan por el mundo queriendo ser algo distinto de lo que son. Un texto ligado fuertemente a la narrativa y unos recursos cinematográficos que se cruzan y amplían ciertos campos de comprensión. Se trata de El pasado es un animal grotesco , la última pieza de Mariano Pensotti que, después de algo más de un año de ensayos, llega al escenario del teatro Sarmiento, con producción del Complejo Teatral de Buenos Aires.

Pensotti es un creador al que le gusta trabajar en los límites: entre la ficción y la realidad, entre el teatro y la literatura, entre el teatro y el cine, entre el teatro y la performance . Sus producciones se construyen, a veces, en espacios no convencionales: puede ser una calle, el interior de un departamento. Su mundo creativo se torna, así, sorpresivo y audaz.

La historia de El pasado es un animal grotesco comienza en 1999 y concluye en 2009. En ese lapso, cuatro seres bien contemporáneos (interpretados por Julieta Vallina, Juan Minujín, Javier Lorenzo y Pilar Gamboa) develan unas historias personales sumamente inquietantes. Las escenas los muestran de forma breve, pero en situaciones muy potentes, mientras una historia de país se cuela de a poco y de manera muy gráfica.

Mariano Pensotti cuenta que, en charlas con los actores sobre la generación a la que todos pertenecen, surgió la siguiente reflexión: "Estamos en el momento en que uno deja de ser quien cree que va a ser, para convertirse en quien es".

"La idea original era tomar historias completamente ficcionales y darles un marco temporal concreto, vinculado con la realidad - cuenta-. La premisa fue esta: ¿qué pasa cuando uno agarra una ficción muy ambiciosa y desbocada y la pone en un tiempo determinado?"

Así aparecieron dos cuestiones muy interesantes. Por un lado, un texto fuertemente anclado en la literatura y, por otro, las referencias a una generación particular dentro del contexto social argentino.

"Siempre me interesa mucho lo literario como base de los textos, de las historias -explica el autor y director-. En mis últimas obras, siento que cada vez más escribo como si fueran pequeñas novelas o colecciones de cuentos. Después busco la forma de darles teatralidad. En relación con lo generacional, diría que la sensación que aparece en estos personajes es que todo se arma y se desarma permanentemente; todo se construye y se destruye. Así, aparecen elementos siniestros o fantásticos. Son vidas que están acostumbradas a empezar de nuevo todo el tiempo, a convivir con la violencia, lo siniestro, las frustraciones políticas. A la vez, mantienen cierto optimismo permanente que no se sabe bien de dónde sacan para seguir construyendo."

-¿Así ves a tu generación?

-La generación de nuestros padres, que fue mucho más politizada, mucho más volcada a la construcción de algún tipo de cambio social, de alguna manera influyó en nosotros. Indudablemente, la dictadura y todo el corte que hubo entre las décadas del 70 y el 90 seguramente promovieron algo muy fuerte en nosotros, que quedó marcado en el sentido de que los límites son muy precisos: "Si te hacés demasiado el loco, te enfrentás al infierno". Una de las características de mi generación es que se afecta poco, quizá como mecanismo de defensa. Uno está acostumbrado a ser un sobreviviente, en muchos casos, y si te parás demasiado a analizar los impedimentos, a analizar lo que no se puede, el nivel de angustia es tan insuperable que quizá no hacés nada. El lado positivo de mi generación es que estamos influidos por cierto espíritu punk: "Hágalo usted mismo", porque, si no lo hacés vos, no lo va a hacer nadie.

-¿Cómo analizás el social histórico en que contextualizás tu texto (1999-2099)?

-No sé si podría dar una respuesta demasiado concluyente? Es una década en que es muy diferente lo que pasó en el mundo respecto de lo que pasó en la Argentina. Si uno lo piensa internacionalmente, es una década muy signada por una especie de renovación del imperialismo norteamericano desde la administración de Bush, con todo lo que eso generó alrededor del mundo. La Argentina estuvo despegada de todo eso. La sensación es que, de todas formas, lo social y lo político están cada vez más escindidos. Para cierta clase media urbana, es muy difícil pensar en modelos sociales o modelos de cambio efectivos muy diferentes de los actuales. Eso crea, en cierta medida, o un conformismo o una frustración. Mi generación nunca terminó de construir algo colectivo en el plano social. Nos asociamos colectivamente para hacer una obra o abrir una librería. Pero no se da mucho que nos asociemos para replantearnos cómo funcionan determinadas cosas en la sociedad o ciertos estilos de vida que parecen impuestos.

Esta experiencia busca promover una intensa reflexión sobre unos individuos que, en este presente, se exponen de manera descarnada, aunque aparentan ser dueños de una entereza inusual; con un espíritu de búsqueda y una necesidad de cambio que los torna realmente atractivos.

Carlos Pacheco

PARA AGENDAR

El pasado es un animal grotesco . Autor y director: Mariano Pensotti.
Sarmiento , Av. Sarmiento 2715. De jueves a domingo, a las 21. Localidades: $ 45. Jueves: $ 25.

Fuente: La Nación

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