jueves, 11 de marzo de 2010

Retrato de un genocidio en canal Encuentro

Comienza esta noche

El platense Darío Marchini fue el encargado de guionar el programa y recopilar las historias

Darío Marchini es periodista egresado de la Universidad Nacional de La Plata y autor de No toquen, una profunda investigación sobre la persecución a los músicos durante el período 1960-1983. Esta noche, a las 23, se estrena en el canal Encuentro Retrato de un genocidio: un programa que él guionó y recopila las voces de dieciséis Madres de Plaza de Mayo contando su historia personal.

"Desde el punto de vista formal –dice Marchini–, se trata de una serie documental de ocho capítulos, con eje en el terrorismo de Estado contra una generación comprometida políticamente. Pero es un repaso y análisis de los últimos cincuenta años de historia argentina, ya que la violencia política a gran escala comenzó a partir del bombardeo a la Plaza de Mayo en 1955 pero las consecuencias sociopolíticas del genocidio se prolongan hasta hoy. Desde el punto de vista artístico, creo que se trata de un producto renovador, que le da una vuelta de tuerca al documental tradicional. Básicamente por el ritmo narrativo y el estilo de montaje y posproducción que le impuso el director Eduardo Walger".

–¿Cómo nació la idea del programa?

–Como consecuencia natural de las limitaciones de tiempo que nos impuso nuestro anterior proyecto, que fue la película Madres / Historia de las Madres de Plaza de Mayo, estrenada en mayo de 2007 y realizada por el mismo equipo base.

–¿Qué criterios utilizaron para la selección de los testimonios?

–El criterio adoptado por el director, y compartido por la productora, Andrea Bello, y por mí, fue construir un relato coral con los testimonios de las Madres de Plaza de Mayo. A partir de ahí se seleccionó a 16 integrantes de Línea Fundadora, cuyas historias nos brindaban un panorama muy completo de lo que fue el terrorismo de Estado. Por eso aparecen los relatos de Mirta Baravalle, Pepa Noia, Haydeé García Buela y Raquel Arcuschín (las únicas cuatro sobrevivientes de la primera reunión en la Plaza de Mayo, organizada por Azucena Villaflor en abril de 1977), y Nora Cortiñas, Aurora Bellochio, Aída Sarti, Marta Vásquez, Aurora Morea, Taty Almeida, Carmen Lapacó, Margarita Gropper, Carmen Cobo, Enriqueta Maroni, Nair Amuedo y Delicia Mopardo.

–¿Qué período histórico abarca?

–La serie arranca con los orígenes familiares de las Madres, hijas de inmigrantes, lo que ofrece un corte vertical de la sociedad argentina: hay desde hijas de jornaleros hasta de diplomáticos. Después vienen los recuerdos de la década del peronismo histórico, cuando nace la mayor parte de los militantes políticos y sociales perseguidos por el terrorismo de Estado en los '70. Y así van desfilando las utopías de los 60, la militancia juvenil de los 70, la aparición de los grupos armados, la euforia y decepción del período democrático 73-76, el golpe de Videla-Martínez de Hoz & Cía. y la generalización del secuestro y desaparición de personas como forma de disciplinamiento social, la lucha en soledad de las Madres, la guerra de Malvinas, el retorno a la democracia, el juicio a las Juntas, la lucha contra las leyes de impunidad y el indulto, y la militancia actual de las Madres por lograr memoria, verdad y justicia.

–¿Cómo fue el 24 de marzo de 1976 para usted?

–Tenía 17 años y cursaba quinto año en el colegio Fray Mamerto Esquiú, de City Bell. Esa mañana íbamos a clase con mi compañero Rodolfo Milat Knez, y en la esquina nos cruzamos con el rector del colegio, Blas Marsicano (capellán del Batallón 601 de Comunicaciones de City Bell y discípulo ideológico del justificador de genocidas monseñor Plaza), quien con una amplísima sonrisa nos dijo que volviéramos a nuestras casas, porque ese día no habría clases. En realidad, se trató del golpe de Estado más anunciado de la historia argentina. Nuestra cultura política de aquella época aceptaba como lógicos los golpes cuando los gobiernos democráticos perdían consenso. E incluyo a la gran mayoría de los militantes de izquierda, que hablaban de "luchar por la revolución y no por la democracia burguesa". Y hay que reconocer que hacía rato que el gobierno de Isabel Perón, por la situación de violencia generalizada y por la calamitosa situación económica había perdido el apoyo popular. Recuerdo que los medios y la oposición hablaban de "desgobierno" y "vacío de poder". Basta con repasar los diarios y revistas de la época... Por eso, el 24 de marzo en los hogares peronistas se percibía una resignación triste, sin rebeldía, y en los antiperonistas había alegría franca. Claro, nadie imaginaba que esta vez la represión iba a ser tan feroz, al punto de llegar al genocidio.

–¿Cómo evalúa la política de Derechos Humanos del actual gobierno?

–Es uno de los aspectos más positivos del actual gobierno, considerándolo una continuidad del de Néstor Kirchner. Sobre todo, la anulación del indulto y de las leyes de Obediencia debida y Punto final.

–¿Piensa qué buena parte del encarnizamiento de la oposición pueda deberse, justamente, a esa política?

–Creo que forma parte de un combo muy complejo, donde pongo en primer plano las apetencias de poder (lógicas, siempre que se den dentro de la legalidad), una serie de conflictos de intereses de diverso tipo y legitimidad, y los modelos de país en pugna.

Fuente: Diagonales

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