martes, 23 de marzo de 2010

Narración oral: para escuchar y volar

Apto para todo público

El arte de contar cuentos tiene gran protagonismo en bibliotecas, librerías y centros culturales. Para grandes y chicos, es una forma de volver a las raíces y de estimular un hábito sano pero algo perdido.

Casi siempre están asociados exclusivamente a la infancia, y pareciera que no están destinados a nadie más. Al hablar de “lectura” y de “cuentos”, lo primero que viene a la mente son historias infantiles, y un papá sentado en la cama, narrando un cuento a su hijo antes de ir a dormir. Sin embargo, la narración oral es todo un arte con mucha historia y que no desaparece, a pesar del avance de la tecnología y sus desarrollos sobre vastos terrenos de la vida cotidiana. Los destinatarios no son sólo chicos, sino personas de cualquier edad que, como única condición, deben estar dispuestos a prestar sus oídos y dejarse llevar.

En nuestra ciudad hay varios grupos de cuentacuentos, es decir, narradores que disfrutan de relatar una historia en voz alta y ver las caras de atención de los oyentes. Uno de ellos es Claudio Ledesma, director del Festival Internacional de Cuentacuentos de Argentina, que se lleva a cabo desde 2002 y que, desde hace tres años, tiene como sede a nuestra ciudad. Además, brinda el seminario llamado Rayuela: el arte de contar cuentos. De ese taller ya han egresado ocho grupos, que hoy van narrando historias por numerosos rincones platenses.

En tiempos en que ciudadanos de todas las edades parecen creer que los libros muerden, este grupo de entusiastas le sigue dando pelea a la aceleración con que se vive, para adentrarse (y llevar consigo a todo el que quiera ir) en el mundo de las palabras, las ideas y los sueños.

Según explicó Claudio Ledesma a Hoy, “contar un cuento es una invitación a leer” y, actualmente, “se está dando un resurgimiento de la narración, producto de una necesidad humana, una búsqueda del espacio propio para soltar la imaginación”. Así, cuenta que, si les habla a diez chicos sobre una bruja, “en realidad habrá diez brujas, porque cada uno le aporta lo suyo y completa la historia que se cuenta”.

En nuestra ciudad, Claudio hace funciones para grandes y chicos, con entrada libre y gratuita y “a la gorra”, para quienes quieran colaborar. A diferencia de los adultos, explica Claudio, los niños ya tienen incorporada la rutina de que les narren un relato. En cambio, los primeros “la han perdido a medida que fueron creciendo”. Precisamente, un lado poco explorado de este arte es el “enganche” que experimentan los adultos, y todo lo que se genera cuando empiezan a intercambiar opiniones sobre los autores, por ejemplo. Aunque cada público tiene sus particularidades, Claudio asegura que comparten una característica: cuando descubren el género, lo disfrutan tanto, que enseguida quieren empezar a contar ellos mismos.

Pero, ¿cómo se cuenta un cuento? Para empezar, no se lee ni se memoriza, sino que se interpreta a través de sus imágenes, no de sus palabras. Una vez que el narrador logra apropiárselo, puede agregarle o quitarle detalles, siempre respetando la historia original. Además, es necesario adaptar lo escrito a la oralidad. Los espectáculos que Claudio Ledesma prepara en nuestra ciudad tienen una duración aproximada de 50 minutos, tiempo en el que entran unos seis o siete cuentos. “Se mezclan algunos cortos y otros largos, y se va jugando con el ritmo de cada uno”, precisa el narrador, que se presenta todos los sábados en el Centro Cultural Islas Malvinas y en el Museo Almafuere (66 entre 5 y 6). Durante marzo y abril, el tema es “Cuentos por la memoria”.

A leer sin perder tiempo

Comunicarse, soñar, entretenerse, imaginar, conocer y mucho más. Todo eso le aporta la lectura a quien se introduce en ella. Por eso es tan importante inculcar el hábito en los chicos: de grandes, lo llevarán siempre consigo.

Es un divertimento sano, que a la vez educa y ejercita la mente.

Según la edad de cada chico y su desarrollo, los libros están hechos de distintos materiales, y tratan sobre determinados contenidos. Todo sirve para que, desde que tienen apenas meses de vida, se familiaricen con la literatura. Es normal que, antes de empezar el colegio, el chico esté ansioso por saber leer, y le pregunte a los mayores “qué dice” en tal cartel, cuaderno, etc.

En cambio, una vez que aprende, la lectura no es para él algo placentero, porque no puede hacerlo de corrido y, sobre todo, porque no alcanza a comprender lo que lee. Por eso, en general suelen “odiarla”, ya que la asocian con la obligatoriedad de la escuela. La familia tiene que seguir incentivándolo: poco a poco, irá alternando las lecturas obligatorias con aquellas recreativas que él mismo elija.

Narradoras en el Hospital Español

El primer grupo de cuentacuentos egresado del taller “Rayuela”, que brinda Claudio Ledesma en nuestra ciudad, fue “Palabra de mujer”, allá por el año 2008. Son ocho mujeres que, según cuenta Adriana Gonani, una de sus integrantes, “se llevan todas muy bien”, lo cual no es un detalle menor. Además de las presentaciones mensuales que hacen en el Centro Cultural Islas Malvinas y en el Museo Almafuerte de nuestra ciudad, la semana pasada arrancaron en un lugar muy especial: la sala de diálisis del Hospital Español. Casi con seguridad, a partir de ahora las narradoras comienzan a presentarse allí una vez por mes.

Los pacientes deben pasar varias horas sentados, por lo cual el personal de hospital consideró una buena idea llevar un grupo de cuentacuentos. La respuesta del primer encuentro fue “muy buena”, ya que “nos escucharon, y bajaron el volumen de televisor que hay en la sala”, contó Gonani en diálogo con Hoy. “Hicimos algo corto para empezar, estuvimos en total media hora, y contamos cuentos breves, para no invadirlos o cansarlos”, comentó la mujer.

El terror en la pantalla chica

El cuarto está oscuro, y no se ve más que un ventilador de techo que gira más bien despacio. Justo debajo -siempre con cigarrillo en mano- está sentado el escritor argentino Alberto Laiseca. Frente a una cámara de TV, el hombre de bigote canoso y tupido narra, en diez minutos, una historia de terror. La secuencia no necesita imágenes: la voz pausada, los silencios, y los sonidos que él mismo emite son suficientes para poner la piel de gallina.

Con varias novelas, libros de cuentos, ensayos y hasta una edición de poemas a cuestas, este prolífero literato es también muy recordado por Cuentos de terror, el ciclo breve que se emitía por el canal de cable I-Sat, en el que narraba clásicos del género.

El micro programa obtuvo un premio Martín Fierro en el rubro “Cultural/Educativo” en el año 2003. Entre los cuentos que fueron reinterpretados por Laiseca pueden citarse El pelo negro de Lafcadio Hearn; El túnel de Akira Kurosawa; Los lobos de Giovanni Verga y La araña en la oreja de Rod Serling; además de relatos de Ambroce Bierce; Saki y Edgar Allan Poe.

Fuente: Hoy

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