jueves, 25 de marzo de 2010

Los males de este mundo

INUNDACION LA PUESTA TIENE TEXTO Y DIRECCIÓN DE MÓNICA SALERNO.

La ira de Dios Un ciclo en el Rojas con seis puestas que aluden a las plagas del Antiguo Testamento. Escritas y dirigidas por mujeres, se ofrecen hoy y mañana.

Por: Adys González de la Rosa
Fuente: Especial para Clarín

Este mes el Centro Cultural Rojas presenta el ciclo La ira de Dios, donde seis dramaturgas y directoras exhiben espectáculos inspirados en las plagas del Antiguo Testamento.

La ira de Dios se estructura en dos partes de tres obras breves cada una. La primera se puede ver hoy y ostenta un protagonismo de la palabra, llegando a dominar y condicionar las propuestas. En la puesta de La emisaria, un texto de Sol Pérez que codirige junto a Mónica Salerno, dos mujeres monologan en dos temporalidades: la primera permanece estática, en el pasado, y cuenta en versos un ataque de langostas; la otra es víctima de la hipercomunicación y es incapaz de expresar lo que siente.

Se establece, en escena, un evidente contraste entre las maneras de decir: la cadencia del octosílabo frente a un lenguaje caótico y desordenado, plantea un juego donde un personaje deviene, de alguna manera, metáfora del otro.

Le sigue Inundación, con texto y dirección de Mónica Salerno. Durante una tormenta, un grupo de costureras queda encerrado en un taller ilegal. Allí, defienden una lengua y con ella, también, una pertenencia que habitar. La sonoridad del guaraní, idioma de dos de las actrices, imprime musicalidad y ritmo creciente a la obra.

Cierra este primer bloque La muerte de la primogénita, de la poeta Susana Villalba. El riesgo de la puesta no sólo reside en su tema sino en su lenguaje. Villalba aborda el caso de Romina Tejerina, la joven jujeña encarcelada por apuñalar a su beba concebida a partir de padecer una violación. Desde la cárcel, este personaje desgarrado devela un monólogo cruzado por la poesía. Villalba conjuga varios registros: las actas del juicio, citas bíblicas, los diarios y noticieros con el lirismo y la sensibilidad de una víctima convertida en victimario.

En la segunda parte de La ira de Dios, que cierra mañana, predomina el recurso audiovisual, la música en vivo y la fragmentación del lenguaje. Las proyecciones de imágenes y palabras se acercan, por momentos, a lo performático. Además, la incorporación de dos chelistas que interpretan la música original para el ciclo, confieren intencionalidad y dramatismo a las tres piezas que se presentan.

En Diez motivos para la ira de Dios, -texto y dirección de Milagros Ferreyra- se suceden diez cuadros que componen un hecho distorsionado por el engaño y la manipulación. Ferreyra también dirige El mal está hecho (Le mal est fait), de Ariana Harwicz. La historia está basada en una costumbre hindú en la cual un padre decide casar a su hija con un perro para romper la maldición que sufre su familia. La directora incorpora a la puesta una secuela de imágenes.

Culmina Yo, Renata, de Bea Odoriz, donde una mujer inoculada y confundida por la saturación mediática y el pánico de los noticieros, se encierra en su casa y ejecuta una estrategia para sobrevivir. Su rutina incluye entrenamiento militar y limpieza exhaustiva.

Las obras que conforman cada módulo transcurren sin interrupción, con cortos apagones que funcionan de telón entre una y otra. La escenografía es mínima y está dispuesta en el espacio. En tanto que el diseño de iluminación demarca una escena casi siempre en penumbras. Estos elementos formales dan unidad al ciclo más allá de la temática misma.

Las interpretaciones actorales van desde el monólogo hasta seis actores y músicos en escena, y el desempeño es irregular. Aunque la mirada femenina sobre los temas que escogieron es inevitable y enfatiza, en algunos casos, los conflictos de género, el resultado rebasa este marco y las creadoras indagan cuestiones universales ligadas al presente.

Fuente: Clarín

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