sábado, 6 de marzo de 2010

Lo que hay detrás del vacío

Fernando Rubio (adelante), autor, director y actor de Donde comienza el día, junto con el resto de la compañía Intimoteatroitinerante Foto: LA NACION / Emiliano Lasalvia

Estreno en el Espacio Cultural Nuestros Hijos

Fernando Rubio presenta Donde comienza el día, casi persona a persona

Perder a un joven amigo, perder a uno más viejo, perder a un padre, un amor. Un poco sobre las ausencias y sobre la soledad está parada Donde comienza el día , la obra de Fernando Rubio que esta tarde, a las 18, estrena en los jardines del Espacio Cultural Nuestros Hijos (Ecunhi). Pero la obra no se queda allí quieta, avanza y se empeña en mirar hacia adelante, en cómo recomenzar cuando el dolor juega pulseadas traicioneras con una flaca esperanza.

Cuando Rubio se sentó a escribir los textos de la obra, no tenía idea que el lugar donde iba a estrenarla sería el propio predio de la ex Esma (allí precisamente funciona el Ecunhi), y si bien ninguna de las palabras que él escribió para sus actores -él también actúa- hacen referencia a lo que allí pasó durante la última dictadura militar, la ecuación pérdida-futuro de sus parlamentos se resignifica. "Llorando estuve toda la noche, se hizo de día, miré por la ventana, tenía un árbol pegado a los ojos, me acordé de un viejo hombre que conocí hace muchos años, nunca supe nada de él sólo sé que sonreía", dice el primero de ellos.

Espacio personal

Lo que sí supo a medida que las palabras se fueron hilvanando era que debían ser dichas en ese espacio pequeño, personal que hace casi diez años imaginó para el primer proyecto de su grupo Intimoteatroitinerante, del que este Donde comienza el día , es el quinto eslabón. Por entonces, las narraciones de Cuentos para un invierno largo eran interpretadas por cinco actores, cada uno frente a un único espectador -su propio espectador-, en cinco pequeñísimas cabinas cerradas. Esta vez -por algo de lo grupal que a este teatrista lo moviliza, especialmente por estos tiempos "plagados de individualismos"- no es uno a uno, sino uno a seis, el uno es el actor; los seis, los espectadores, quienes vivencian el relato también en una cabina, que ahora no es tan pequeña.

Así, la experiencia es sumamente particular -en más de un sentido- ya que cada uno de los siete actores que interpretan el texto recorre las siete cabinas en las que lo espera el pequeño grupo que conforma su público. Allí, entonces, no sólo la palabra tiene una importancia suprema, sino también la respiración, la mirada, el sudor, la cercanía. Entre intérprete y público está roto ese espacio protector (para ambas partes) que es la oscuridad de la platea, lo que pone en juego una gama amplísima de sensaciones y de posibilidades (no está de más aclarar que el público no interviene).

Julián Calviño, Pablo Gasloli, Andrea Nussembaum, Jorge Prado, Natalia Salmoral, Martín Urruty y el propio Fernando Rubio construyen cada vez su espacio escénico. Son ellos mismos los que ensamblan caños, cuelgan telas hasta que las cabinas toman forma. Allí está presente eso íntimo a lo que hace referencia el nombre que identifica al grupo y, en cierto sentido, también dice algo de lo de itinerante. Caños, telas, banquetas y actores conforman un entramado fácil de transportar, de mostrar y de hacer vivir eso que se percibe de distintas maneras, tantas como gente se siente delante de cada actor.

De hecho, ese primer espectáculo que fue Cuentos para un invierno largo nació en 2001 y tuvo vida propia durante casi cinco años, y es el que le está abriendo puertas (muchas fuera del país) a este nuevo Donde comienza el día , aun antes del estreno. Y eso dice mucho sobre quién gana en esa pulseada entre el dolor y la esperanza.

PARA AGENDAR

Donde comienza el día, proyecto de Fernando Rubio, para su grupo Intimoteatroitinerante.

Ecunhi, Av. del Libertador 8465. Sábados, a las 18. Entrada gratuita (capacidad limitada). Informes: 4703-5089.

Verónica Pagés
Fuente: La Nación

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