sábado, 6 de marzo de 2010

Creativa reflexión sobre las relaciones humanas

Un elenco heterogéneo, dirigido por Eduardo Misch Foto: LA NACION

Un personaje de Pavlovsky, examinado y estudiado

Dirección contraria. Basada en la novela de Eduardo Pavlovsky. Intérpretes: Lucrecia Oviedo, Daniela Volpe, Pablo Misch, Javier Medina, Eduardo Misch. Arte escenográfico: Bea Blackhall, Sergio Volpe, Verónica Vojcicki, Susana Peralta. Arte en vestuario: Silvia Steibel, María Claudia Curetti. Asistencia artística: Mauricio Zulueta. Asistencia técnica: Daniela Volpe. Asistente de dirección: Pablo Misch. Dirección general: Eduardo Misch. En El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960). Sábados, a las 20.30. Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: buena

Un personaje extraído de una ficción narrativa toma vuelo teatral. Poroto, el ser en cuestión, es analizado por un grupo de estudiosos de diversos países durante una sesión académica en la que se intenta observar, profundizar y comprender cierta actitud de un hombre que se relaciona con la gente, en un tiempo muy breve, y eso le posibilita no quedar contaminado por el otro. Su mundo pareciera mantenerse siempre intacto, pero no menos deseoso o desinteresado en las cuestiones del cotidiano vivir.

La experiencia cruza diferentes planos. Si bien sobresale un juego intenso y que pareciera con posibilidades de una continuidad siempre sorpresiva, la vida de Poroto quedará develada no sólo a partir de los discursos verbales, sino que también a través de registros de video (muy desopilantes), recursos oníricos y un relato preciso que irá creciendo en interés y provocación, porque las situaciones que se describen o escenifican muestran un costado de Poroto que resultará muy provocador para un espectador que, seguramente, en más de una oportunidad ha sentido la necesidad de hacer eso que, para Poroto, es muy natural y sumamente efectivo.

La risa aparecerá de continuo a lo largo de esta experiencia, pero también quedará una reflexión muy interesante sobre los valores de la sociedad que habitamos y, particularmente, quedarán también una serie de preguntas: ¿cómo me relaciono?; ¿con quién?; ¿para qué?; ¿por qué?; ¿ese otro verdaderamente se conecta conmigo y lo hace de manera genuina?

Risa e intensidad

El espectáculo tiene un elenco heterogéneo, pero, aun así, gana fuerza a través de una dramaturgia creativa que busca, en todo momento, recuperar instantes muy intensos de la vida del personaje y que serán, en definitiva, los que uno se llevará en su memoria. Son esos con los que habrá una identificación inmediata y que darán la posibilidad de remover algo de nuestro interior.

El arte del trabajo es muy eficaz y deja sus huellas a la hora de reflexionar sobre ese mundo que parece tan extraño, que provoca risa, pero con el que estamos muy conectados y, seguramente, del que queremos despegar. Igual que Poroto.

Carlos Pacheco
Fuente: La Nación

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