Las actividades presenciales del encuentro no se harán debido al terremoto que azotó Chile, donde iba a tener lugar. Los organizadores decidieron subir los discursos y ponencias de los especialistas a la web, pero el sabor amargo persiste.
Por Silvina Friera
La tristeza no tiene fin en la “patria de los sueños”, como llamó Neruda a Valparaíso, y en todo el territorio chileno, tan fibroso y vulnerable a la furia indómita de la Madre Tierra. Los escombros desparramados sobre las butacas de la sala principal de la Universidad Técnica Federico Santa María, donde se inauguraría hoy el V Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), son un doloroso cross a la retina de los espectadores del mundo. La patria hablada y escrita de la lengua de 440 millones de personas está más viva que nunca, pero herida. Ante las imágenes de la tragedia, las palabras, moléculas constitutivas de tantos seres, se desmoronan también al intentar alcanzar un sentido que perfore los caprichos de la naturaleza. Después del terremoto que sacudió al país el sábado pasado, los organizadores del CILE, la Real Academia Española (RAE), el Instituto Cervantes (IC), la Asociación de Academias de la Lengua Española (AALE) y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile han decidido dar por el celebrado el encuentro y colgar los discursos y ponencias de los especialistas en la página web www.congresodelalengua.cl. Aunque presas también de los movimientos telúricos, las nuevas tecnologías establecen por primera vez la modalidad “virtual” como valioso atajo frente a la imposibilidad de concretar la “gran fiesta de la lengua”, justo cuando el anfitrión celebra su Bicentenario. “Chile se merecía este congreso. Había hecho un gran esfuerzo y trabajado muy duro, y hemos querido devolvérselo, como una forma de agradecimiento”, dijo Carmen Caffarel, directora del IC, desde Santiago.
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet –a cargo de la apertura que no fue junto al rey de España; Víctor García de la Concha, el director de la RAE, y los escritores Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards– se resistió hasta último momento a cancelar el CILE. Pero la magnitud del sismo, de 8,8 grados en la escala de Richter, la obligó a anunciar lo que no hubiera querido hacer ni en la peor pesadilla, menos en el epílogo de su gobierno: la inexorable suspensión. “Será ine-
vitable el recuerdo de estas fechas por el dolor y las víctimas, pero también será un recuerdo ligado a la cultura, a algo tan entroncado con este país como es la poesía”, reconoció Caffarel. “El V Congreso ha existido y seguirá existiendo; es un congreso virtual, un congreso que les pertenece a Chile y a los chilenos”, subrayó la directora del Cervantes en declaraciones a la agencia EFE, ante un semiderruido Museo de Arte Contemporáneo. “Chile trabajó mucho, fue muy generoso en tiempo y recursos, y había que reconocer ese esfuerzo”, ponderó. Esta cita con la lengua y la cultura en español quedará en la memoria como “un congreso americanista, el congreso del bicentenario de la independencia chilena, que pone en valor el esfuerzo de todo el pueblo chileno”.
Los académicos españoles que ya estaban en Santiago el sábado, como García de la Concha, se esmeran en insuflarles ánimo a los chilenos. La fiesta que no fue, excepto a través de Internet, que no es lo mismo que el cara a cara, el voz a voz, “es de Chile y estará siempre vinculado a ese país”, insistió el director de la RAE y presidente de la AALE. “Lamentablemente, una catástrofe ha impedido realizar las actividades presenciales, pero todo lo demás está ahí, y las ponencias, comunicaciones y discursos que se habían recibido tendrán una salida a través de la página web del congreso. Así quedarán vinculadas a Chile”, afirmó. Según contó García de la Concha, la presidenta Bachelet se resistía a suspender el CILE y hasta última hora estuvo dándole vueltas al asunto para ver si se podía mantener. “Como es lógico, no quería perder el trabajo de tantos años y el esfuerzo económico. Pero así es la vida”, se quejó el directivo de la RAE. También comentó que se reunió el domingo pasado con la ministra de Cultura chilena, Paulina Urrutia. “La sensación en ese encuentro –recordó– era la de condolencia y el dolor por la terrible catástrofe que ha sufrido el país.” Más allá de estar en un territorio arrasado por el luto, con más de 700 muertos y 300 desaparecidos –números que, se intuye, aumentarán–, García de la Concha le manifestó a Urrutia “el gran sentimiento de frustración” que tienen los académicos “por no poder celebrar el Congreso”, que se realizaría del 2 al 5 de marzo bajo el lema “América en la lengua española”.
La modalidad “virtual” de esta celebración deja un sabor amargo. Y un par de cuentas pendientes. En Valparaíso se presentarían el Diccionario de americanismos, un emprendimiento titánico dirigido por Humberto López Morales, secretario de la AALE; la Nueva Gramática de la Lengua Española, más de 4 mil páginas, el mayor esfuerzo realizado en las últimas ocho décadas para el trazado del mapa total de nuestro idioma, y la versión manual, síntesis funcional elaborada a partir de la magna Nueva gramática, pensada para la renovación de la enseñanza en todos los niveles. Pero además, las Academias elaboraron sendas ediciones conmemorativas de las obras de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, ambos premios Nobel de Literatura. “Ya iremos viendo cómo podemos darles salida a esas publicaciones, porque en estas circunstancias no se puede organizar ningún acto”, aseguró el director de la RAE. El CILE tenía programados dos homenajes: uno a la figura de Andrés Bello (“el mejor maestro de proyección global para toda la cultura en lengua española o castellana”, según José Martí), el otro a la poesía hispanoamericana actual, en el que participarían Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Juan Gelman y José Emilio Pacheco, entre otros.
El Congreso de la Lengua tiene un rito. En Zacatecas, Valladolid, Rosario y Cartagena de Indias –las sedes de las cuatro ediciones anteriores–, los académicos solían mantener encuentros previos a la apertura. Las actividades del sábado se suspendieron, pero García de la Concha reveló que el domingo, aunque fue “difícil quitar de la cabeza la tremenda sensación de la catástrofe”, los académicos han procurado mantener las sesiones previstas porque les parecía que “era el mejor servicio” que podían hacer “a un pueblo que está psicológicamente aplastado”. Por eso celebraron las reuniones de la Comisión Interacadémica que prepara la nueva Ortografía de la lengua española.
Fuente: Página 12
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