A partir de hoy se podrá ver la serie de documentales dirigida por Luciano Zito. Son cuatro capítulos que indagan en las tensiones, intelectuales y políticas, que marcaron la vida de Walsh. Hay testimonios de Osvaldo Bayer, Rogelio García Lupo y Lilia Ferreira, entre otros.
Rodolfo Walsh. ¿Cuántas definiciones le caben? ¿Cuál es la más adecuada? Escritor, militante político, periodista. Como sea, el mérito que lo pinta de cuerpo entero es el que le dio Osvaldo Bayer en el prólogo de una de las ediciones de Operación Masacre: “Desnudar a la sociedad argentina”. A partir de esta noche a las 22, Canal Encuentro emitirá los lunes Rodolfo Walsh, reconstrucción de un hombre, una serie documental de cuatro capítulos de treinta minutos cada uno que aborda la historia de Walsh, como parte de una programación especial en el mes del último golpe militar. El título da una idea de la intención del audiovisual: liberarse de la mirada mítica respecto del autor, para centrarse en los aspectos de un ser increíble pero de carne y hueso.
Aunque hoy nadie tenga dudas de que lo de Walsh excedía la crónica periodística y de que sus cuentos eran mucho más que un cúmulo de palabras bellas, al escritor no le costó poco decidirse por la preponderancia de la denuncia en su obra. Una vez que puso un pie allí ya no pudo salir, pero no estuvo al margen de la tensión entre arte y política. Por las repercusiones que tuvo en su momento y por lo que se sabe significa hoy, es claramente imposible aislar a Walsh de su época. Por eso es que la serie traza una completa descripción del escritor sin dejar de lado sus propias contradicciones, entrelazando su vida con pinceladas del contexto político-social en el que estaba inmersa y buscando las relaciones entre los hechos y sus decisiones.
La serie –coproducción del Canal Encuentro y el Centro Cultural de la Cooperación– ofrece un relato cronológico dinámico y sencillo, apoyado en una estructura dramática clásica, con sus picos de tensión y distensión. Puede decirse, entonces, que presenta un conflicto central. “Independientemente de que él terminó asumiendo un compromiso político y dejó la literatura en segundo plano, hay una dicotomía que convive en él fundamentalmente desde Operación Masacre. Si tuvo momentos en los que la literatura en tanto cuestión artística ganaba espacio, era siempre en tensión. En los últimos años, con la Carta abierta a la Junta Militar recuperó lo que había perdido. El final de Walsh es el resultado de un montón de cosas que fueron pasando, algunas más conocidas y otras menos. Hay mucha gente que piensa que la política estuvo siempre”, explica Luciano Zito, director de Reconstrucción de un hombre.
El capítulo que se emite esta noche, “El origen de las palabras”, aborda los primeros años de trabajo de Walsh hasta la investigación que derivó en Operación Masacre. “Hay un fusilado que vive”, escuchó mientras jugaba al ajedrez en un bar de La Plata, en 1956. El capítulo comienza con su historia familiar: el pasaje de una posición acomodada a las repercusiones negativas de la crisis del ’30 para sus padres, que se desempeñaban en el ámbito agropecuario. También están su paso por el Instituto Fahy –que se plasma en relatos como “Un oscuro día de justicia”–, sus años de secundaria en una humilde pensión, su introducción a la política en la Alianza Libertadora Nacionalista, su relación con Elina Tejerina y cómo ella lo induciría finalmente a correrse del lugar de corrector y traductor para desempeñarse como escritor. “La historia irrumpirá de manera decisiva en su vida y no podrá permanecer indiferente. La política, entonces, encontrará su más pura expresión en la palabra”, dispara Lorenzo Quinteros, el narrador en off.
“Las palabras queman”, segundo capítulo, indaga en las consecuencias de la edición de Operación Masacre. “Yo también fui fusilado” es el estremecedor título de la entrevista a Juan Carlos Livraga, sobreviviente de la masacre de José León Suárez. Por esa publicación, en la Revista Mayoría, la policía lo busca y él se oculta en Tigre. En 1957 escribe El caso Satanowsky. Y en 1959, con la idea de que otro mundo es posible y cansado del violento entramado de poder reinante, decide marcharse a Cuba. Allí la política acaba por impregnar definitivamente su vida, que es el tema del capítulo III, “El camino a la acción”. En Cuba funda Prensa Latina, y en su trabajo de criptógrafo descifra un plan de invasión a Cuba. A su regreso al país, escribe ¿Quién mató a Rosendo? y decide volcarse a los lectores de la clase trabajadora, en la dirección del periódico CGT de los Argentinos, que tras un año de circulación comienza a editarse de manera clandestina. “El principio del fin”, último capítulo, aborda su incorporación a Montoneros y la publicación de Noticias, que manifiesta los propósitos de la organización. En 1974 se desencanta respecto del rol de Montoneros en el peronismo. Ya con los militares en el poder, funda la Agencia de Noticias Clandestina (Ancla). Finalmente, el documental aborda la muerte de su hija Victoria, la de muchos amigos y su asesinato a manos de un grupo de tareas comandado por el Tigre Acosta.
“Si bien está ese conflicto central entre lo político y lo literario, cada capítulo tiene sus propios conflictos. Su relación con Perón o con el peronismo, la pérdida de fuerza de la novela, el lugar del intelectual, lo que representa para él la inteligencia, el intento de seguir adelante independientemente de la coyuntura”, enumera el director. “Intentamos darles un tiempo a las distintas etapas de Walsh y no sólo hacer hincapié en el periodista militante político. Buscamos plasmar una trasformación que empieza de manera casual y también cómo la violencia política empieza a meterse en la vida de las personas. Walsh se ve como un personaje que entregó su vida por sus ideales, hay un mito. La idea fue hacer una reconstrucción en la que el resultado no tuviera que ver con una cosa preconcebida. Siempre se lo pone en un rol de mártir inalcanzable, pero era una persona”, reflexiona Zito.
Con testimonios de Noé Jitrik, Osvaldo Bayer, Rogelio García Lupo, Lilia Ferreira, allegados a familiares del escritor e investigadores interesados en las particularidades de su obra, el recorrido es también espacial: la cámara se posa en los lugares clave en la vida y obra de Walsh, como el club de ajedrez de La Plata o la esquina de San Juan y Entre Ríos, en la que fue interceptado. “La idea era pararse desde el presente para contar la historia, hacer una especie de rompecabezas de un conjunto de elementos desde la mirada de una persona de mi generación”, sostiene Zito, que apenas tenía dos años cuando asesinaron a Walsh. Ver la serie no implica toparse con un mito; sí con un hombre que realmente comprendió “los problemas de su tiempo”, búsqueda que, aunque sin autorreferencialidad, inmortalizó en una de sus eternas frases.
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