domingo, 21 de marzo de 2010

Bob Wilson: "Soy mejor director cuando actúo mis propias obras"

El estadounidense es uno de los invitados de lujo del XII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, con "La última cinta de Krapp".

EDUARDO MIRANDA / Enviado especial

BOGOTÁ.- Silencio absoluto. Total. El director estadounidense Bob Wilson sólo tiene ese exigente e intransable requisito para enfrentarse a sus minuciosos ensayos. Sus colaboradores ya lo saben: si en la sala hay algún ruido, por mínimo que sea, Wilson deja de trabajar y simplemente se baja del escenario.

La exigencia vale por toda la trayectoria de este artista de 68 años, considerado uno de los representantes más importantes y completos de la escena de vanguardia. Su labor no sólo se ha destacado en teatro, sino que también ha dejado huellas en la ópera, la plástica y la danza (ver recuadro). Hoy es uno de los grandes lujos de la cartelera teatral de Colombia, porque con su puesta "La última cinta de Krapp", de Samuel Beckett, Wilson -quien dirige y además protagoniza- repleta las butacas del Teatro Nacional Fanny Mikey, en el XII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.

Eso sí, su primera función, el viernes 19, fue algo accidentada. Wilson sintió algunos malestares de salud y tuvo que enfrentarse al público sin esa concentración que tanto le gusta: "Los primeros 20 minutos no fueron los mejores y sentí que no le estaba entregando lo mejor de mí al público. Hice un gran esfuerzo por captar la atención de la audiencia en el teatro", confiesa mientras va conversando pausadamente.

No es primera vez que Wilson se enfrenta a un texto de Samuel Beckett. En 2008 ya dirigió "Días felices", del autor británico. "Creo que Beckett se diferencia de otros dramaturgos porque es un autor mucho más visual. No es como Tennessee Williams, ni como Lorca ni Edward Albee, porque él crea sus textos a partir de imágenes. Eso es algo que le falta al teatro de Occidente: un lenguaje teatral visual". Y advierte: "Soy un artista visual, pero no veo el teatro como una simple decoración o una ilustración del texto. Prefiero crear diferentes imágenes posibles para cada situación".

Efectivamente, Wilson aparece en una escena a oscuras, con iluminación en tonos azules. Vestido de negro y con el rostro maquillado, se pone en la piel de Krapp, un hombre mayor acostumbrado a grabar cintas de audio y que se sorprende al escuchar una de sus grabaciones de juventud que lo muestra como un hombre con un pasado egocéntrico. Como inspiración, Wilson evoca las películas protagonizadas por Charles Chaplin y Buster Keaton. "Éste no es un texto naturalista y representa una tragedia. Con el rostro maquillado, esos actores de cine lograron escenas e interpretaciones memorables".

-¿Se siente cómodo en el rol de actor?

"Yo estudié arquitectura y pintura, nunca estudié actuación. A veces creo que soy un mejor director cuando actúo mis propias obras, porque así puedes aprender de esa situación en escena. Si la haces tú mismo, ya tienes toda la experiencia de lo que quieres conseguir".

Uno de los elementos clave en las puestas de Wilson es el silencio. Y ejemplifica: "Cuando comencé a trabajar en el teatro, a fines de los 60, una de mis primeras obras fue de siete horas en silencio. Fue escrita por un autor afroamericano sordo que no conocía las palabras y se basó en sus observaciones, sueños y en la forma que veía las cosas". Es admirador de las escenas abstractas y prefiere el teatro asiático: "Es un arte que ha capturado la esencia del silencio y los movimientos, que son elementos muy importantes en la escena. Me gusta esa delicadeza que no es gráfica, aunque también hay que rescatar grandes del teatro occidental como Pina Bausch, que creó una nueva manera de representación".
La trayectoria de un grande

Nacido en Texas, Robert Wilson ostenta cerca de 50 producciones a lo largo de su carrera, que incluye obras de autores clásicos del teatro como Heiner Müller, William Shakespeare y Henrik Ibsen. También ha presentado sus versiones de textos de William S. Burroughs y Allen Ginsberg. Ha dirigido "La ópera de tres centavos", de Brecht, en el Teatro Pallas en Atenas y "Einstein on the beach", de Phillip Glass, que se presentó en 1976 en el Festival de Avignon, en Francia. Además de ser nominado al Pulitzer, entre sus premios se destaca el León de Oro, por escultura en la Bienal de Venecia, y fue nombrado "Comandante de las artes y letras" por el Ministerio de Cultura de Francia. Su próximo proyecto verá la luz en junio en la República Checa. Se trata de la ópera "Katya Kabanova", del compositor Leo? Janáèek.

Fuente: El Mercurio

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