lunes, 15 de marzo de 2010

Bicentenario: sin un debate de fondo

El Pabellón del Bicentenario, en el parque Tres de Febrero, se desarmará antes de lo previsto Foto: Archivo / LA NACION

5 de mayo / No hay iniciativas para la reflexión

Historiadores y académicos coinciden en que se corre el riesgo de que la conmemoración se vacíe de significado

Raquel San Martín
LA NACION

De una regata a un controvertido decreto que creó un fondo para pagar la deuda externa; del Festival de Cosquín a una colección de libros; de una exposición científica a una recreación del cruce de los Andes; de un homenaje a las mujeres argentinas a un chocolate: todo está este año etiquetado, inspirado, impulsado y teñido por el Bicentenario.

Pero, como señalan historiadores y académicos -y lo refuerzan el sentido común y el publicitario-, lo que se repite mucho tiende a vaciarse de significado. Más aún, para muchos, el ruido de tanta actividad con sello de los 200 años está dejando de lado las reflexiones y debates colectivos de fondo, con el riesgo de reducir la fecha -que llegará en algo más de dos meses- a una conmemoración que se parezca a cualquier otra.

Mientras tanto, el Bicentenario también es objeto de disputas políticas. Todavía no está claro cómo el gobierno nacional y el porteño se repartirán la ciudad para organizar los festejos centrales del 25 de Mayo, mientras en los últimos días hubo algunos síntomas de desorganización. La Casa del Bicentenario debió postergar su inauguración -prevista para el lunes 8- para el martes próximo, y el Pabellón del Bicentenario -la estructura que levantó el gobierno de la ciudad en el parque Tres de Febrero- se desarmará antes de lo previsto.

En paralelo, instituciones académicas, grupos de investigadores y editoriales privadas llevan adelante sus propias iniciativas, dispersas y sin articulación, que incluyen encuentros de debate, publicaciones y hasta una expedición al Paraná de artistas y científicos.

"No es sorprendente que la historia se use para fines comerciales, partidarios o políticos, porque siempre pasó. Lo lastimoso es que esto es lo único que hay", dijo a LA NACION el historiador Jorge Gelman, investigador del Conicet en el Instituto Ravignani de la UBA. "No me da la impresión de que se hayan tomado iniciativas estructurales para obras de infraestructura que preparen el país para el futuro, por ejemplo", apuntó.

"El pasado no es sólo una cuestión de curiosidad, sino la posibilidad de entender el presente y proyectar el futuro. El Bicentenario es una gran oportunidad de aprovechar el conocimiento histórico acumulado para generar un debate sobre la experiencia histórica", sintetizó Gelman.

La historiadora Hilda Sábato, profesora titular de la UBA e investigadora principal del Conicet, destacó "la debilidad o casi ausencia de una agenda del Bicentenario real, en el gobierno nacional y en el porteño". Y marcó dos aspectos de esta falta de debate.

"Hay una ausencia casi total en los discursos de referencias concretas al hecho que se está celebrando. Se habla más del Centenario que del 25 de Mayo. No hay pasado ni puesta en cuestión de ese pasado. Se podría aprovechar toda la renovación de la historiografía de los últimos años para ver, por ejemplo, qué imágenes del pasado hoy conviven", apuntó.

Sin mirada al futuro

La otra carencia visible está, para Sábato, en la mirada al futuro. "La fecha sirve para plantear proyectos futuros, ideales o bien concretos. Podría haber sido la anunciada concertación de sectores, que nunca se concretó", dijo.

Puestos a mirar responsables, las miradas varían. Para el historiador Luis Alberto Romero, investigador del Conicet y director del Centro de Estudios de Historia Política de la Universidad Nacional de San Martín, el Estado está en el centro del problema. "Falta la articulación estatal de todas las iniciativas, como falta en otras áreas del país", analizó. "Durkheim definió el Estado como el lugar donde la sociedad se piensa a sí misma. Uno no se imagina aquí a nadie pensando qué hacer más allá de 2011", dijo.

"Hay un clima de crispación política que no favorece ningún tipo de iniciativa colectiva. La situación del país no es catastrófica, pero el último siglo no parece haber dejado demasiado para festejar, al contrario de lo que sucedía en el Centenario. De 1810 a 1910, no cabían demasiadas dudas sobre ser optimista en la Argentina", apuntó Gelman.

Para Gabriel Vommaro, sociólogo, docente e investigador en la Universidad Nacional de General Sarmiento, "hace tiempo que la Argentina no se caracteriza por tener debates a largo plazo. Hay una lógica colectiva en la que esas cuestiones quedan atrapadas en rencillas coyunturales", afirmó. "Los proyectos de largo plazo que ha planteado el Gobierno quedan atrapados en la coyuntura, y los planteos de otras fuerzas políticas no cuajan en nada concreto."

"No hay un clima de debate profundo sobre el Bicentenario, como no lo hay sobre modelos de país. El Bicentenario debería servir para pensar proyectos de país de cara a las próximas décadas", apuntó Vommaro. El riesgo es que la fecha, literalmente, pase de largo. "Como sucede en los cumpleaños «redondos» de uno, hay que aprovechar esta fecha para que tenga sentido", alertó Sábato.

"Algo que ayuda a pensar para adelante es la idea de proyecto nacional, que hilvana la política, la cuestión social y la propuesta económica. Pero sin Estado es imposible pensar nada", sintetizó Romero.

Fuente: La Nación

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