martes, 23 de marzo de 2010

Bailar un instante

Como esculturas vivientes. Flipper Hope, Jack Gallagher, Daniel Ezralow y Ashley Roland (1993) Foto: Lois Greenfield Ver mas fotos

La neoyorquina Lois Greenfield lleva 30 años coreografiando momentos mágicos, con bailarines alados, pero reales. Sus fotos están en las mejores revistas del mundo

Fotografía de danza. ¡Qué paradoja de artes! ¿Por qué un cazador de instantes dedicaría su vida a capturar movimientos que se desarrollan a través del tiempo y en el espacio?

Lois Greenfield era una reportera suelta en Nueva York, que había hecho ya su experiencia profesional tomando fotografías en general para diferentes diarios y revistas, cuando encontró en la danza algo más sugestivo que aquellas largas jornadas de ensayos y shows que la mandaban a cubrir. Un día, hace treinta años, esta mujer advirtió "la belleza de las formas". Y aburrida del periodismo resolvió hacer su camino.

"Quería hacer mis propias fotos con bailarines, pero ya no desde afuera -recuerda la artista en conversación con LN R -. Entonces, a comienzos de los 80, empecé a invitarlos a mi estudio para buscar una nueva forma de trabajar la fotografía de danza. Mi mayor exploración estaba en crear momentos mágicos".

Desde entonces, no importa tanto que haya sido contratada por Vanity Fair, Rolling Stone o Time. Ni que Sony, Rolex o Pepsi confiaran a ella sus imágenes de campaña. Tampoco sus greatest hits parecieran estar con las grandes compañías o artistas de renombre que la solicitaron, como el American Ballet, la Martha Graham Dance Company o Trisha Brown. "Merce Cunningham fue un caballero adorable, pero durante la sesión de fotos quería controlar las posiciones de los bailarines. Mis mejores creaciones no fueron para los famosos, sino con los jóvenes que estaban desarrollándose y me dejaron hacer lo que quisiera." En suma, lo más sobresaliente es que sus fotografías lograron quebrar la paradoja: capturan un tris de movimiento y se ven animadas, llenas de energía. Y algo más. Sorprenden y son reales.

"Estoy de acuerdo con vos y con la paradoja", dice amable Miss Greenfield este mediodía de calor sofocante. Un rato antes, había visto por TV cómo la nieve cubría por completo las calles de Chelsea, el barrio donde tiene su estudio en Manhattan. Aquí y ahora, en un viejo-nuevo teatro de La Boca, se desabrocha el innecesario abrigo de colores, habla lento y mueve las manos con delicadeza. No. De niña no quiso ser bailarina. Jamás se calzó un par de zapatillas, ni de media punta. Tampoco es balletómana: ni clásico ni contemporáneo ni flamenco ni tap; únicamente se procura una platea si se trata de la obra de un amigo o por alguna rara excepción a esta regla. No obstante, cuando va a explicar su secreto, alarga el cuello y acompaña el ademán con la mirada, como si fuera a animarse a un arabesque. "Por eso mismo, hay una dinámica entre danza y fotografía -se refiere a la disyuntiva-. La danza sucede en tiempo y espacio, con el ritmo de la música, y la fotografía toma un instante fijo de eso que está pasando a 360 grados y colapsa", describe y choca su puño derecho con la palma izquierda. Ahí se da el encuentro entre imagen y movimiento que ella persigue. "Durante la sesión no sé adónde estoy yendo, me sorprendo. Me gusta ese viaje a lo desconocido, porque las fotos con las que termino están más allá de mi imaginación".

-Durante el proceso de trabajo en el estudio parecieras ser más una coreógrafa que una fotógrafa...

-Sólo coreografío un momento, una danza que existe en una décima de segundo. Es más como dirigir. Miro lo que los bailarines pueden hacer y ellos me dan una idea: es un feedback.

-Pero cuando vas a encarar una producción, ¿qué te viene primero a la cabeza: un bailarín (un cuerpo en particular), un movimiento o la idea de una foto?

-Depende. Esta en particular (señala una con Sham Mosher, ver arriba) comenzó con una idea: que la figura se viera como un reloj de arena. Y en esta otra (ver Pág. 36) la historia fue así: vi una foto de este bailarín en el diario y pensé: puede ser un buen personaje. Lo llamé, me dijo que vendría al estudio y me preguntó si podía traer una escultura en soga que él había hecho. "Ok, traela", le respondí. No lo conocía, nunca lo había visto. Le pedí que se pusiera a saltar, porque me gustan que en mis fotos el bailarín esté en el aire, y disparé cuando estaba cayendo de un salto, por eso se lo ve como relajado.

Lois hojea sus libros en busca de más ejemplos. Sobre la mesa tiene dos ejemplares de gran formato y cuidada edición. En el primero, Breaking bounds (1982), reúne, básicamente, cuerpos en el aire; en el otro, Airborne (1995), desarrolla el mismo vuelo e incorpora objetos livianos, como prendas de vestir, papeles, géneros, azúcar, flores. Más allá, está el calendario de 2010, con algunas de sus obras más recientes.

Sigue hojeando las páginas con bailarines suspendidos, plegados, expresivos, fibrosos, varios juntos en un mismo cuadrito. Algunas imágenes parecen imposibles.

-¿No hay truco?

-No. Una toma, en un chasquido, sin Photoshop.

-Es tu filosofía: "sin trucos ni Photoshop".

-No pienso en el Photoshop, porque no me interesa. Lo que me interesa es hacer fotos que desafíen la lógica, que sean muy misteriosas y que la gente no entienda cómo sucedió, pero que haya sido real. De manera que tomar una foto y photoshopearla no me interesa, porque no la vi, no tiene desafío. Si ponés bailarines juntos en el aire con Photoshop, son bailarines en el aire, sin relación entre ellos. Y yo trabajo con bailarines porque me gusta la emoción, el sentimiento, que haya conexión en las formas, en las caras, en las líneas. El bailarín es una escultura viva, es el que crea la forma, y yo puedo dirigir la forma, porque hay muchos momentos en el aire. Creo que el Photoshop es una cosa donde la tecnología crea la estética. ¿Y dónde está la persona?

-¿Qué tipo de cámara usás?

-Desde 2003, exclusivamente una cámara digital, de formato medio; la misma que usaba en film, ahora en digital.

-Por tus comentarios sobre tecnología pensé que trabajabas con película...

-La captura digital no tiene que ver con el Photoshop. Es como escribir un libro con lapicera o el mismo libro con máquina de escribir o el mismo libro en computadora.

-Ultimamente estás mostrando otras formas de presentar la fotografía en performaces en vivo. ¿Qué buscás?

-Es como completar un círculo. Tomo una instancia fija de un movimiento, que se proyecta. Generalmente, cuando hay video en escena, llama más la atención la imagen que los bailarines. Y querés aferrarte a esa imagen, que está maravillosa, pero se va, como la fluidez del movimiento.

-Treinta años después, ¿cuál es tu forma de entender la fotografía de danza?

-[Piensa]. No estoy segura de que haya cambiado.

Por Constanza Bertolini
revista@lanacion.com.ar

En Buenos Aires

Este mes, la fotógrafa Lois Greenfield presentará con el joven bailarín y coreógrafo argentino radicado en Nueva York Darío Vaccaro el espectáculo "Projected", que integra fotografía, danza contemporánea, video y música en vivo.

Será inicialmente con una función en el Teatro el 31 de marzo, en el cine teatro Dante, Almirante Brown 1241. Luego del estreno en la sala de La Boca, habrá más funciones en un teatro céntrico, hasta el 5 de abril.

Fuente: La Nación

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