sábado, 10 de abril de 2010

Rabia en los locos huérfanos

BUSTOS, SANCHEZ Y CAMPUZANO UN VIAJE CONTRA EL DESTINO.

En una nueva visita, la compañía andaluza de La Zaranda hace pie en sus puntos fuertes: imágenes y lenguajes en sintonía con la intensidad.

Por: Camilo Sánchez

Empecinados en el origen, haciendo eco en los rastros de la lengua y anclados cada vez más en el nombre que se han puesto hace más de treinta años, La Zaranda está de vuelta. La Zaranda va y viene y se sacude en el aire para afinar la arena de posibles pedregullos y separar la harina de los gorgojos. Siempre trabaja en busca de lo esencial. A veces pasa con quienes han encontrado una fórmula verdadera, que se les parece: una sucesión de luces y sombras, lo que suele llamarse un estilo. Aquello en definitiva que permite que, siendo casi iguales, la banda que capitanea Paco Sánchez siempre logre renovarse.

Si Una sombra de lo que fuimos y Homenaje a los malditos tenían una línea de acción más abigarrada y difusa, con Futuros difuntos, la obra que presentan desde el miércoles en el Teatro Metropolitan, profundizan la impronta y búsqueda de Los que ríen últimos, pieza que presentaron en el Teatro Nacional Cervantes en el año 2008. Aquel trío de payasos del arrabal que allí deambulaban tras los destellos de la derrota, aquí han devenido en tres desquiciados más perdidos que nunca porque se han quedado sin regente en el loquero. Y se sabe, porque lo repiten como un mantra en los inicios de Futuros difuntos:los muertos no son capaces de cambiar nada. Mientras arman, desajustan, enciman y desmantelan sillas de ruedas, mientras pivotean un avión desvencijado, mientras desarticulan unos muñecos que se les parecen, ellos repiten que los muertos no son capaces de cambiar nada.

En los inicios de la obra, la autoridad se ha evaporado en lo oscuro. Y sobre ese nudo de relato -lo que ocurre cuando se licua un poder que se detesta, la angustia de no tener a un odiado a quien responder- el texto de Eusebio Colange, que llevan adelante Gaspar Campuzano, Paco Sánchez y Enrique Bustos, ronda expresionista y persistentemente andaluz, en los vértices de la locura, pero también en otras aguas profundas: los alcances del poder, una parodia a los discursos de la politiquería, la frontera difusa de los locos cuerdos, los arabescos del tiempo que va y viene, las diatribas rabiosas de preguntas sin respuestas ante la muerte y la noche.

La puesta en escena de Paco Sánchez logra hacer pie en ese registro inestable que es marca en La Zaranda. No faltan las presencias escénicas fantasmales y los objetos entrañables: hay un avión de chapa dura que rescataron de una última visita a Montevideo. Y no faltan las imágenes que citan obras plásticas de El Greco, Goya -sobre todo- y Velázquez. Pero también parece haber alusiones en esos parias de la derrota al Luis Buñuel de Viridiana. La puesta en escena, finalmente, se apoya en la estructura lumínica que han diseñado el dramaturgo Eusebio Calonge y Alain Le Nouën, en las rupturas que generan la música sacra de Mozart y Bach que abren y cierran escenas, y sobre todo en las trama de verdades que esconde el habla popular y que se retoman una y otra vez en Futuros difuntos: la lengua que calla es la lengua que dice la verdad, muerto el perro se acabó la rabia, el tiempo está en nuestras manos mucho más que el porvenir.
Futuros difuntos

Direccion Paco Sanchez Dramaturgia Eusebio Colange Elenco Gaspar Campuzano, Paco Sánchez y Enrique Bustos.

La obra se ofrece en el Teatro Metropolitán 2, Corrientes 1343. Va de miércoles a domingo, a las 20 horas, durante tres semanas. El precio de las localidades es desde $30.

Fuente: Clarín

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