Una familia muy (poco) normal
Este esperado musical, que la serie televisiva de los años sesenta convirtió en todo un clásico, es el último éxito de Broadway
Por Alberto Armendáriz
De la Redacción de LA NACION
NUEVA YORK.-"Ta-ra-ta-tá". Apenas se escuchan los primeros acordes de la popular melodía de la serie televisiva de los años 60, el público reacciona haciendo chasquear sus dedos para recibir a los macabros y cómicos miembros de The Addams Family, el musical más esperado de esta temporada en Broadway, que el viernes se estrenó oficialmente en el teatro Lunt-Fontanne.
Protagonizada por dos grandes de la escena, Nathan Lane como Homero y Bebe Neuwirth como Morticia, esta versión teatral de aquellos recordados personajes originalmente creados por el caricaturista Charles Addams para una tira cómica en la revista The New Yorker sobresale por su grandiosa producción. Una gigantesca y decrépita mansión gótica, múltiples decorados móviles, fantasmas que corren y bailan por todos lados, plantas carnívoras, monstruos espeluznantes y fabulosos efectos especiales acompañan esta historia escrita por Marshall
Brickman y Rick Elice, con música de Andrew Lippa, dirección de Phelim McDermott y Julian Crouch y coreografías del colombiano Sergio Trujillo, uno de los talentos más buscados hoy en Broadway (ver recuadro).
Tras el éxito que tuvieron las películas basadas en los Addams, este musical retoma la vida de esta singular familia en momentos en que su hija mayor, Merlina (la genial Krysta Rodríguez) entra a la adolescencia y descubre -muy a pesar de su oscura personalidad- que se ha enamorado. El sujeto de su pasión se llama Lucas Beineke (Wesley Taylor), un joven estudiante de Ohio que despierta los celos del pequeño hermano de Merlina, Pericles (Adam Riegler), quien intentará arruinar el romance. Contará, sin embargo, con la involuntaria ayuda del resto de sus familiares, cuyos siniestros hábitos y excentricidades espantan a los padres del joven enamorado (Carolee Carmello y Terrence Mann) cuando llegan al hogar de los Addams para una cena de presentación, que se convertirá en pesadilla para los inocentes huéspedes.
De nada servirán los ruegos de Merlina a sus padres para que se comporten de manera "normal" al menos una noche, lo que despierta recuerdos de la trama de otro musical a la vuelta de la esquina, La jaula de las locas. No bien el mayordomo Largo (Zachary James) abre las ruinosas puertas de la mansión ubicada en el Central Park neoyorquino, desata una serie de tenebrosas y graciosas situaciones de la mano del Tío Lucas (Kevin Chamberlin), la Abuela (Jackie Hoffman) y las curiosas criaturas que esconde la casa (sí, aparecerán también Dedos y el Tío Cosa, entre otras varias sorpresas).
Si bien los incontables chistes -muchos, tomados de la tira cómica original- y los atractivos bailes hacen avanzar la acción con ritmo y solidez, musicalmente no hay ninguna canción, en toda la obra, que sea memorable. El número de apertura, "When you are an Addams", que la familia canta en el cementerio, rodeada de los espíritus de sus ancestros, promete un musical contundente que luego se queda corto. Lane, con su magistral interpretación de la balada "Happy/Sad", y Neuwirth, con su sentida "Just around the Corner", en la que anhela la muerte, hacen sus esfuerzos, pero al final nadie sale del teatro tarareando esas melodías.
Mucho más inolvidable visualmente es el "Tango de amor" que ambos bailan sobre el final con elegancia y destreza; todo un desafío para Neuwirth, quien, debido al ajustadísimo vestido de su personaje apenas puede desplegar su talento con las piernas en el primer acto; para el tango, su personaje, finalmente, convierte el largo vestido negro en una más manejable pollera corta.
Después de una problemática temporada de preestreno en Chicago a fines del año pasado, los productores del musical decidieron hacer varios cambios antes de su estreno en Nueva York. Y si bien la crítica no recibió nada bien al renovado espectáculo -el New York Times lo calificó de una "vergonzosa manera de desaprovechar talento"-, el público que se agolpa por conseguir entradas parece pensar distinto.
Tal vez se sientan muy cerca
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