lunes, 5 de abril de 2010

Leticia Torres: tierna y entrañable

Encarna a una payasa perdedora, pero incansable buscadora del amor eterno

Y. O. (Yoko Onda). Dramaturgia y actuación: Leticia Torres. Dirección general: Maximiliano Sarramone. Escenografía: Soledad González. Vestuario: Jorge Orlando. Música original: Sebastián Zanetto. Iluminación: Maximiliano Sarramone. Coreografía: María Laura García. Asistencia de dirección: Paula Judith Zelis. Asistencia técnica: Rocío Orlandino. En Tadrón Teatro. Viernes, a las 21. Duración: 50 minutos. Con humor e ironía, Leticia Torres encarna a una clown deliciosa

Nuestra opinión. muy buena .

El clown cuidado y bien interpretado es, sin duda, un encanto. Eso es precisamente lo que consigue la talentosa Leticia Torres con su unipersonal Y. O., en el que no hace otra cosa que hablar de ella misma, de su vida. Quizás hay un poco de ella de verdad (de la actriz) y quizás haya otro poco de un "yo" personaje. Cualquiera que fuere la raíz que la llevó a narrar esa historia de vida en la que, además de repasar ?con ayuda de unas bien aprovechadas diapositivas? su infancia, adolescencia y adultez de payasa, hace un balance (el debe y el haber) de lo que hasta aquí lleva actuado.

Y pierde. Sí, es una payasa perdedora; el haber de los demás está siempre mucho más alto y abultado que el propio. Pero un día se decide y emprende su propia vida para "llenar su pilita de haberes" y desalojar la de los "deberes". Y allí empieza una delirante y entretenida aventura que la lleva a convertirse en una superheroína -aunque prefiere no usar este término- resistente al mal de amor, en una empecinada de la maternidad, en una buscadora incansable del "amor eterno". Ese camino que Yoko nos invita a recorrer está cargado de sorpresas y de espejos. Es fácil encontrarse con la encantadora manera que ella tiene para que cada uno se ría un poco de lo que ese espejo refleja.

Leticia Torres está sola en escena y, sin embargo, la llena de criaturas entrañables que dan ganas de llevarse a casa. Con humor, ironía, ternura y muchísima creatividad, esta artista del clown cuenta sus historias de perdedora pero que nunca dejan esa sensación, y ella lo sabe. Sabe que no pierde, sabe que gana con ese disfrute escénico y vital, contagioso y sanador. La dirección de Maximiliano Sarramone le da ritmo a ese mundo disparatado, ordena el aparente caos y le da aire a su actriz para que se despache a gusto con su vida de mujer treintañera y payasa. Otra vez, un encanto.

Verónica Pagés
Fuente: La Nación

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