sábado, 6 de marzo de 2010

El cine se inclina por lo social

León Gieco, en el escenario de Cosquín, junto a los integrantes de Mundo Alas Foto: Archivo

Cuando yo era chico, cerca de Navidad, todos los años llegaba a casa un abultado sobre conteniendo una docena de tarjetas con reproducciones de obras de pintores sin manos. Aquel envío apelaba a la conciencia de quienes lo recibían, que enviando a cambio un giro postal podían colaborar con esos artistas que desafiaban sus limitaciones físicas para expresarse, para dar y recibir amor.

Con la inocencia típica de aquellos años pensaba que esas problemáticas con raíces sociales comenzaban y terminaban con campañas como ésas.

El tiempo me fue acercando a otra realidad, la del cine, y dentro de ese vasto mundo, mil mundos. Cuando con los años fui descubriendo que el cine también podía ser vehículo a través de la verdad de un documental o de una ficción sincera, de esos mismos sentimientos, debí reconocer que, a pesar de la frialdad con la que se encaran muchos temas, de la extrema necesidad de muchos de evadirse de lo que ocurre a su alrededor, era posible transmitir esa imperiosa necesidad de superar barreras. Y que el cine con tinte social podía tener múltiples formas, todas válidas si están sostenidas por la honestidad.

Mella en el público

A través de los años hemos visto muchas películas que tocaron temas difíciles como éstos, que buena parte de la crítica acusa generalmente sesgada de injusticia de ser golpebajistas, pero que sin embargo, y en la mayoría de los casos, han hecho mella en el público. Sólo con recordar algunos estrenos de 2009 podemos acercarnos a esas realidades.

En el campo de la ficción se puede encuadrar Anita, de Marcos Carnevale. El director de la también inclusiva Elsa & Fred (en ese caso de la ancianidad) tomó esta vez la historia de Anita, una mujer físicamente madura, no obstante aniñada, con síndrome de Down, que vive con su madre y con ella atiende una librería-juguetería del barrio de Once, vecina a la AMIA. Aquel 18 de junio, Anita quedará huérfana porque su madre se convertirá en una de las víctimas del atentado que voló el edificio de la mutual judía.

El personaje que se recorta es el de esta mujer que, perdida tras el estruendo, sale en busca desesperada de quien ya no puede ayudarla. En su camino se cruzará con mucha gente, todos presionados por el momento que les toca vivir. Sin embargo, cada uno a su manera, con aciertos o errores, hará lo posible para ayudarla.Anita, el film, da a Anita un lugar de sujeto y no de objeto en una sociedad llena de contradicciones.

Pero, ¿qué es lo que hace a Anita diferente del resto de las películas con este tipo de historias y personajes? Que la protagonista con síndrome de Down es interpretada por una auténtica mujer en esa situación. Alejandra Manzo, la Anita del film, fue elegida en un severo casting que la descubrió en un taller de la Fundación Discar, para trabajar nada menos que junto a Norma Aleandro. Por su debut, Manzo fue nominada como Revelación Femenina para los premios Cóndor, de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina.

Deseo de ser

Mundo Alas es una road movie documental, un viejo proyecto del compositor y cantante León Gieco, concretado junto a Fernando Molnar y Sebastián Schindel, un viaje iniciático de un grupo de jóvenes artistas noveles, músicos, cantantes, bailarines y pintores, todos con distintas discapacidades, que expresan y comunican aquello que les preocupa, que los anima, que los inspira, en un show que combina música, danza y pintura. A lo largo de la gira se irán conociendo las historias de vida de cada uno y su evolución artística, con una meta: lograr editar el disco Mundo Alas y culminar esa gira en el estadio Luna Park. Al mismo tiempo irán surgiendo historias de amor, de relaciones humanas que demuestran que la integración es posible, empezando por nombrar y reconocer a las personas por sus capacidades y no por lo contrario.

Pero no es un tema nuevo. Algunos años antes, el cineasta rosarino Mario Piazza y su esposa, Mónica Chirife, tocaron historias de vida a pesar de todo con singular pasión en Madres con ruedas. La historia cuenta que en 1957, cuando tenía 7 años, Chirife contrajo poliomielitis, lo que le originó cuadriparesia, dificultad severa de movimientos en sus cuatro miembros, y aun así se convirtió en profesora de inglés, se dedicó a la pintura y tras varios intentos, finalmente a los 40 años pudo dar a luz a su hija, María Victoria. "La decisión de ser madre surgió de la idea de ser como todas", dijo cuando el film estaba por estrenarse. Tras el nacimiento de su hija, Mónica sintió la necesidad de testimoniar la experiencia de las mujeres en condiciones similares a la suya y emprendió la realización de un documental sobre sus colegas, las madres con ruedas, con la ayuda de su esposo cineasta.

El cine acerca realidades al público sensible y enseña con su profunda honestidad que vivimos en un mundo lleno de imperfecciones que podemos ayudar a ser menos problemáticas si nos propusiésemos dejar de observar a nuestro alrededor con anteojeras.

Muchos cineastas vienen demostrando que hay varias realidades a las que hay que prestar atención y comenzar a pensar en cómo modificarlas. Desde los hacheros de Regreso a Fortín Olmos o los sin techo de Parador Retiro hasta los internos del hospital Borda de La asamblea, que refleja la labor del Frente de Artistas del Hospital Borda, desde el lenguaje estrictamente documental, o quizás a partir de ficciones, como Leonera, de Pablo Trapero, que recrea el mundo de las mujeres convictas que dan a luz en prisión y deben criar a sus hijos tras las rejas en sus primeros años de vida.

Hay un cine que, más allá de su calidad por ejercicio de lenguaje, tiene un doble destino: el de ser arte, pero también mensaje provocador de una nueva mirada acerca de nosotros mismos, entre quienes están los personajes de estas ficciones y realidades. Está en nosotros reflexionar y sacar nuestras propias conclusiones.

Por Claudio Minguetti
Fuente: De la Redacción de LA NACION

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