lunes, 15 de marzo de 2010

Daniel Casablanca: SUEÑO CUMPLIDO

Luthier por tres días. Uno de los fundadores de Los Macocos fue de gira como reemplazo y actuó con ellos.
Por: Eduardo Slusarczuk

La escena es repetida. Como tantas otras veces, hablar de un sueño cumplido es abrir una puerta a un recorrido que va definiendo su itinerario a medida que avanza la charla. Como si costara ponerle nombre y apellido al sueño. Como si fuera necesario revisar cada rincón de la memoria hasta dar en el blanco.

"Es que uno, cuando trabaja en la profesión que ama y eligió, como es mi caso, no traza estrategias para lograr macro-objetivos. Lo que puede suceder es que esos objetivos te sorprendan. Te los encontrás. Cuando con Martín Salazar fundamos Los Macocos, después de sentarnos en el mismo banco los cinco años de secundario, no soñábamos con cumplir 25 años haciendo humor. A lo sumo, nuestro sueño era hacer una primera presentación, en un barco en el que hacían un crucero, para el que nos pidieron unos sketches. El crucero se hundió, nunca existió, pero nacieron Los Macocos", explica Daniel Casablanca.

Sueño incumplido. Sin embargo, la frustración fue el comienzo de una historia que promete ir bastante más allá de las Bodas de Plata, y que sugiere que vale la pena meterse en ella en busca del título que se niega a aparecer. En el relato de su pasado, rescata imágenes de manera desordenada. "Me acuerdo de cuando, de chico, iba a ver teatro al San Martín, donde mientras veía a esos actores a los que tanto admiraba me imaginaba sobre ese mismo escenario".

Enseguida cambia de frente y se recuerda junto a su padre, en la platea de algún espectáculo de Les Luthiers. "Mi viejo se se descostillaba de la risa con ellos. Era común escuchar los discos de los Luthiers con la familia", dice, y aclara que en este caso su imaginación no llegaba tan lejos como cuando iba al San Martín. "Jamás soñé con ser parte de eso", admite. Eso es el grupo de Daniel Rabinovich, Marcos Mundstok, Jorge Maronna, Núñez Cortés y López Puccio.

Los tiempos, en el repaso, avanzan. La narración apenas se vuelve a detener en el nacimiento de Los Macocos, y enseguida se dispara adelante. La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, Androcles y el león, Los Albornoz. Casablanca enumera algunos de los espectáculos que el grupo puso en escena y revisita algunas de las salas por las que anduvieron. La Casacuberta y la Martín Coronado del San Martín, el Salón Dorado y la María Guerrero del Cervantes...

Fue un viaje tan impensado como el que emprendería a partir de un llamado de Lino Patalano, en 2007. "Estamos en contacto con él por cuestiones de producción. Pero un día me llamó para proponerme algo más allá de Macocos. Fui a su oficina, y allí me preguntó si quería ser parte de Les Luthiers, como reemplazo de Mundstok y Rabinovich", resume, y sigue: "'¿Yo un Les Luthiers? No, gracias", dice que más o menos le respondió. La decisión le duró tres cuadras. "Paré, lo llamé, y le dije que había cambiado de opinión."

La convivencia de Macocos y Les Luthiers duró un año. Mucho ensayo en solitario, tres espectáculos estudiados a fondo y tres funciones, "terriblemente estresantes", en Paraguay y Tucumán. "Claro que me hubiera gustado hacer más, adueñarme de ese lugar impensado que jamás hubiera soñado ocupar. Pero haber estado allí fue genial. Hacer el recorrido con ellos hasta el centro del escenario para saludar, al comienzo del show, es algo muy fuerte", dice.

Situación extraña la de aquellos días. La propuesta de Patalano, que obligaba a reprogramar la actividad de Macocos, coincidía con la enfermedad de Javier Rama, que culminó de la peor manera, y con la salida del grupo de otro de sus integrantes. "Quizá pudimos haber pensado: 'Esto llegó hasta acá'. Pero, en ese mismo momento, propusimos el Don Juan de acá en el Cervantes, nos pusimos a trabajar, nos divertimos como siempre, vino Julián Howard, que de ser nuestro maestro se convirtió, además, en director, y cuando nos dimos cuenta la crisis había quedado atrás", sintetiza.

¿Sueño cumplido? Depende. "Macocos, Les Luthiers son esos sueños que uno sueña sin haberlos soñado. Lo único que soñamos todo el tiempo es que venga más gente a vernos. Siempre queremos estar más días en cartel, en salas más grandes y zonas más céntricas, porque ahí se produce el gran hecho artístico para el comediante: la risa, el aplauso que nos permitió llegar hasta acá", reflexiona Casablanca.

Y concluye: "En todo caso, nuestro sueño cumplido es el de pensar que uno puede armar, en este mundo y en esta actividad, una empresa de risas. Eso está buenísimo, y creo que la gente lo agradece." «

TEATRO, LIBRO Y TV

Además de seguir en cartel con Los Macocos con "Pequeño papá ilustrado", lanzará el libro homónimo para el Día del Padre, mientras participa en la tira "Alguien que me quiera", por El Trece.

Fuente: Clarín

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