miércoles, 10 de marzo de 2010

Alberto Muñoz

Foto: Lorena Lucca

Un muchacho despierto Guionista de "Okupas" y "Magazine For Fai", escribió "Antígonas" que está dirigiendo Leonor Manso.
Por: Camilo Sánchez

Un artista es el que afina su instrumento. Para ingresar, después, en un lenguaje: si no afinás antes, la pieza se te mueve, el universo se corre para otro lado.

La marca de Caín es lo último que hice en escena. Fue hace cuatro años. Era una obra larga y trabajosa. Me gustaba mucho, pero me cansaba físicamente. Eso fue como una alarma. Terminó y me planté por algunos años estar en las sombras: escribiendo y componiendo para otros. Son ciclos: uno tiene que entender esos tiempos internos.

El humor, en mi obra, siempre es un conductor. Una vía para que ciertos dolores puedan atravesarse con alivio.

Antígonas es una obra que compuse hace más o menos diez años. Son cuatro piezas breves actuales donde hay elementos, algunas citas, de la tragedia griega clásica. Una exploración del mundo femenino. Claudia Tomás se la llevó a Ingrid Pelicori que se entusiasmó, y se la mostraron a Leonor Manso y empezaron a trabajar y ahí está: es un milagro de fin de semana. La puesta es notable y las actrices potencian el texto: no nos querríamos bajar más de ahí.

En un par de meses va a salir un nuevo disco: El puente de las tetas. Son canciones de cámara, orquestadas, una creación que hicimos con Diego Vila, un escritor de música extraordinario. Esas canciones de cámara tienen textos de tono prostibulario. Poemas que escribimos en coautoría con Javier Cófreces, en el libro Venecia Negra. Canciones de amor de putas cantadas por tres mujeres: Moira Santana, Claudia Tomás y Marcela Pietrokovsky. Es raro: algunos textos casi pornográficos que se funden con un fondo de música muy seria.

En mi obra hay temas que se repiten, que son los mismos: aunque utilice una orquesta, un programa de radio o un guión de televisión. Esos temas son el dolor, el padre, el amor y la muerte.

También en estos días, sale el libro Tigre, realizado junto a Javier Cófreces: un manual poético sobre las islas. Hace siete años que lo trabajamos. Los dos tenemos casa allí y ése lugar es nuestro. Citamos la historia del Gran Moncholo, un monstruo como el del Lago Ness que habita en las islas. Los tipos de humo, los muelles, los animales, las plantas. Estamos orgullosos de esa obra. Y tenemos un descubrimiento muy extraño: en las islas supo haber piratas mujeres. Muy temidas: a una la llamaban La Cojonuda.

Entro a la creación con cierta inocencia: como un niño que está observando el enchufe y le entusiasma la idea de meter los dedos en los agujeros.

Vivo en Villa Mitre, a una cuadra de Paternal. Es mi barrio. Todos los barrios tienen su misterio. Todos los barrios se parecen menos en su misterio. El de Villa Mitre es que tiene una gran actividad pero parece quieto. No se le ve el encanto, pero canta.

Magazine for fai fue una experiencia del corazón. Trabajar con niños es crear un mundo privado. Mex Urtizberea, Lucrecia Martel y yo conformamos, con los chicos, un grupo muy divertido.

Siempre tuve alumnos de poética en mi estudio. Aunque mañana recibiera una herencia enorme seguiría trabajando de la misma manera: el contacto con el otro, creativamente, me mantiene despierto. La pedagogía es una contramuerte. Una celebración de la vida.

Si tengo que pensar en quienes pusieron una semilla de maestría en mi vida tengo que nombrar a mi mamá, un amor, y mis hijos. De ahí saqué todo. Como fuente de dictado y de deuda. Después están los autores y los amigos.

Estudié violín: desde los seis a los trece años. Fue una tortura. Era un sueño de mi madre. Lo único que lograba era que mi perro aullara. Pero aprendí a pesar de todo lo que era una melodía. Y hoy soy un creador de melodías. Con los años, toqué todos los intrumentos menos el violín. En la fantasía, imagino una vejez en el Delta estudiando violín. Posiblemente ahí me despida de mi madre.

Ejercí poco como psicólogo. Fui más llamado por lo poético. Y acudí. Me presenté. Prefiero pensar, como Borges, que la puerta es la que elige.

Fuente: Clarín

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