miércoles, 7 de octubre de 2009

Excepcional actuación de los bailarines del Colón

En el parque Centenario

Ofrecieron una única función y colmaron el anfiteatro

Que diez minutos antes de comenzar la función de Colón de Primavera, en el parque Centenario, la cola para acceder al reinaugurado anfiteatro Eva Perón saliera por Marechal y diera la vuelta, generosa, por Angel Gallardo, era, sin duda, el mejor preludio para un postergado espectáculo. Un buen augurio que se puso de relieve por varias razones: porque llevaba más de dos meses ensayando este programa mixto; porque el día previsto para el estreno las condiciones climáticas hicieron que se cancelara la primera de las únicas dos actuaciones previstas; porque si esta vez los bailarines no salían a escena ya no iba a ser posible que este año el espectáculo se hiciera, había trascendido desde el Colón. Pero además, el signo positivo estaba puesto en el hecho de que, el domingo, las 1620 butacas de este espacio remozado tras una inversión millonaria estuvieron ocupadas, como una nueva confirmación de que el buen ballet puede ser popular (de hecho, en el último mes, la danza conquistó esta plaza con otras dos propuestas coreográficas). Hubo mates entre plateístas, aplausos espontáneos y niños que adhirieron con el cuerpo: algunos hasta hicieron sus propios bailes en el foso de la orquesta y otros soltaron agudos gritos de "bravo".

El telón se corrió luego de que una voz en off aclaró que la actuación tenía carácter de ensayo general -¿el mayor organismo oficial de danza del país dedica más de dos meses de trabajo, con coreógrafos invitados e internacionales, para ofrecer solamente un ensayo general?- y de que se ofreciera un minuto de silencio a la memoria de Mercedes Sosa, fallecida esa mañana. Lo que siguió fue la confirmación de cuán calificado es este Ballet, tanto que la primera vez que pisó el nuevo escenario, además de profesionalismo, destiló pasión. Inmaculados, hicieron Vivaldi en concierto , con coreografía de la directora de la compañía, Lidia Segni. El cuadro grupal del inicio se replicó hacia el final, cuando ya la luna llena iluminaba el parque, y en el medio hubo momentos de mayor intimidad y lucimiento, abstractos, en torno a la pareja principal, de Maricel De Mitri y Pablo Adrián López.

El coreógrafo Vittorio Biagi hubiera tocado personalmente la batería en Pulsaciones si la lluvia no hubiese pospuesto el estreno. Pero estaba de regreso en Roma y fue el joven percusionista Daniel Bugallo quien puso a latir esta exigente obra de vocabulario clásico e intenciones contemporáneas que el italiano creó hace 40 años y mostró aquí varias veces. A cada golpe, un paso; sin pausa. Los bailarines se ajustaron a las demandas técnicas (saltos, giros, equilibrios, resistencia) de precisión, a la vez que contagiaron su gracia y manejaron con efervescencia pasajes de gran dinamismo. Si entre las mujeres hay que destacar a Silvina Perillo y Nadia Muzyca, entre los varones es imposible no referirse al consagrado Alejandro Parente, a Vagram Ambartsoumian y al ascendente Federico Fernández.

Finalmente, con De Mitri y Edgardo Trabalón al frente, la veintena de intérpretes supo hablar en el inequívoco idioma de Mauricio Wainrot para hacer Sinfonía de los Salmos . La conclusión es una: estos bailarines tendrían que poder ofrecer no una ni diez sino muchas más funciones semejantes en tan apropiado escenario público. Y todos contentos.

Constanza Bertolini

Fuente: LA NACION

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