sábado, 31 de octubre de 2009

El público no llegó hasta el fin del mundo

CIERRE DEL CIRCUITO DE FESTIVALES “EL PAÍS EN EL PAÍS” EN USHUAIA

Desinteligencias entre las autoridades municipales y provinciales sumaron algunos inconvenientes al encuentro organizado por el Instituto Nacional de Teatro.

Por Leni González desde Ushuaia

En Ushuaia, a 3.200 kilómetros al sur de Buenos Aires, el frío no sabe de noches de primavera y aunque las vidrieras de la avenida San Martín –por supuesto, la vía principal de la capital de Tierra del Fuego– ofrezcan descotados vestidos de algodón, tendrán que esperar los diez o quince días del año en que la temperatura alcance, quizás, los 28 grados. Poblada por 70 mil habitantes (la mitad del total provincial), nacida gracias al penal de reincidentes en la primera mitad del siglo XX y crecida por la migración interna que impulsó la promoción industrial de los 70, fue en “la ciudad más austral del mundo” donde se realizó desde el viernes hasta el domingo pasado el cierre del primer circuito nacional de festivales “El país en el país”, organizado por el Instituto Nacional de Teatro (INT) y que recorrió el territorio durante un mes.

Para los anfitriones, se trató del IV Festival en el Fin del Mundo, una experiencia que, sin embargo, esta vez transitó algunos inconvenientes. En primer lugar, hubo un imponderable como la salud del actor Jorge Ricci –único protagonista de Como un puñal en las carnes, la obra de Mauricio Kartun preparada por el equipo santafesino Llanura– que impidió el traslado y, por lo tanto, la presentación programada. Pudieron verse, entonces, en las dos salas dispuestas con capacidad para más de 200 personas –la bien equipada Niní Marshall, en la Casa de la Cultura, y el centro cultural Esther Fadul, inaugurado en marzo y todavía pobre en recursos técnicos– las porteñas Tualet, dirigida por el autor y coreógrafo Juan Onofri Barbato; Domingo, de Eleonora Comelli; los dos shows de Los Amados, Rutilantes y Karavali, Ensueño Lecuona; la producción de la Escuela provincial de teatro de Rosario, Club de caballeros, de Rafael Bruza; y dos espectáculos de títeres, Soldadito de plomo y El viento entre las hojas, por la compañía de Omar Álvarez. Por Ushuaia, el grupo Tres x Tres presentó Las goletas (primer sainete fueguino), de Eduardo Bonafede, arquitecto rosarino que vive hace 26 años en la ciudad. Autor también, entre otras obras, de Sabandijas y sanguijuelas, el actor, dramaturgo y director lidera la escuela y sala de teatro del Hain, una de las pocas opciones recreativas que tiene la capital provincial.

En una ciudad con sólo un cine, la sorpresa fue la poca participación del público que nunca llenó en su totalidad las butacas. Con cuatro años en el cargo, el representante del INT en Tierra del Fuego, Mauricio Flores, reconoció fallas en la promoción del festival. “La responsabilidad es tanto del municipio de Ushuaia como de la autoridad provincial. La intendencia se ocupaba de las salas y de la logística; la provincia, de los traslados de elencos; y en conjunto, de la difusión. Pero se diluyó en el tira y afloje del ‘y de esto te ocupabas vos’”, dijo este santafesino con 22 años de residencia en el lugar.

“Hay que organizar con más anticipación, con más tiempo para preparar el catálogo y la preproducción”, afirmó, pensando en próximas ediciones. Si bien asume lo que le toca en cuanto a la coordinación entre los funcionarios de ambas partes, contó una anécdota que para él condensa lo sucedido: “Cuando en conferencia de prensa se presentó el festival, antes de que yo llegara, la subsecretaria de Educación y Cultura de la Municipalidad de Ushuaia (Mónica Sándali Noé) empezó a hablar sola con los medios”. Por último, resumió: “Si el evento no se siente propio, hay muchos celulares que quedan apagados”.

Presente en este cierre, el director del INT, Raúl Brambilla, dijo que el total del circuito costó unos dos millones y medio de pesos, de los que la mitad aportó el Instituto y la otra, los gobiernos provinciales y municipales. Resaltó, además, que los festivales de Mendoza y Cipolletti fueron los que reunieron más cantidad de gente y que habrá que analizar qué pasó en Ushuaia. “Creo que falta instalar una cultura entre los espectadores, de mayor aceptación y seguimiento de los espectáculos nacionales. En general, se acude a los internacionales y más comerciales”, dijo como primer balance ya que advirtió no tener aún cifras oficiales.

Pero no faltó del todo el calor y el color en el fin del mundo. Después de sortear algunas iniciales dificultades técnicas, el grupo Los Amados cerró la noche del sábado con la consagrada Rutilantes y la del domingo, con su última producción, Karavali, que hizo bailar y olvidar el frío a la platea de los pingüinos.

Fuente: Crítica

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