Exhibicion de sus ilustraciones en La Plata
Desde este viernes 30 de octubre y hasta el 22 de noviembre, en el museo Macla se exhiben las obras del hijo de Hermenegildo Sábat, heredero de su inigualable tradición humorística en medios masivos.
Pasar los primeros años de vida rodeado de papeles y lápices, acuarelas, ironía y humor en clave visual puede ser un ejercicio determinante en la vida de cualquier niño... Sin ir más lejos, semejante estimulación no pasó desapercibida en Alfredo Sábat. La atmósfera periodística, entre las redacciones y el trabajo de su padre Hermenegildo, lo influyó de manera crucial para seguir su camino, que en realidad era un recorrido ya comenzado por su bisabuelo, dibujante de la mítica Caras y Caretas.
-¿Hasta dónde tu talento se compone por herencia y hasta dónde es un don adquirido?
-Es algo que me pregunto muy seguido y no tengo muy claro. Soy tercera generación de dibujantes, algo de genética tiene que haber. Mi padre se dedicaba a esto y para mí era lógico, veía que en mí iba a ser igual de natural ganarme el pan así. De hecho, de chico mi juego principal era dibujar, era lo que más me divertía. Fue un oficio heredado de acompañarlo a trabajar a la redacción de La Opinión, de Jacobo Timmerman, cuando yo tenía sólo 5 años. Lo sentía un oficio familiar e inconscientemente fui aprendiéndolo.
Autodidacta en su arte, Alfredo Sábat nació en 1966 en Montevideo, Uruguay. Poco después se instaló en Buenos Aires, donde se recibió de diseñador gráfico en la UBA. Pero pronto se dedicó al humor gráfico, trabajando en medios masivos y revistas como Playboy, Trespuntos, Caras y Caretas y Barcelona. Desde 1999 se desempeña como ilustrador y caricaturista político exclusivo de diarios. En 2005 concretó murales para la estación Inclán de la nueva linea H de subterrános de Buenos Aires, dedicados a la cantante de tango Azucena Maizani, y también en su trayectoria realizó trabajos de arte plástico. A partir de mañana y hasta el 22 de noviembre, una selección de sus ilustraciones de los últimos 10 años de trabajo y cinco pinturas al óleo sobre tela se exhibirán en las salas 4 y 5 del Macla.
Sábat dialogó con Hoy acerca de esta muestra, que ya desembarcó en Rosario en el pasado mes de mayo y en abril de 2010 se apostará en el Centro Cultural Recoleta.
-¿Reivindicás el estudio del dibujo, o pensás que es mejor no pasar por la academia?
-Hoy en día creo que tomar clases me hubiera servido para no darme la cabeza contra la pared tantas veces. Recomiendo el aprendizaje académico, aunque siempre digo que mis verdaderos maestros están en los grandes museos. Para mí, ir a los grandes museos es como ir a la universidad: los grandes pintores te enseñan. A pesar de que me dedico a lo humorístico, siento que los que más me enseñaron fueron y siguen siendo los cuadros de Goya, Rembrandt, Picasso. Y también aprendo de mi viejo y de mis colegas, que admiro mucho.
-¿Qué tan lejos y qué tan cerca te sentís del arte de tu padre
-Lo cito mucho en mis dibujos: tengo todo el permiso. Pero veo que él tiene profundidad psicológica, y yo me centro más en detalles como de una película, él va más a lo que les pasa por adentro a los personajes. Yo me centro en las situaciones. Además, él es más tradicional en su manera de componer, yo adquirí el uso de tecnología. El 99% de mis dibujos los boceto y después los retoco en la computadora.
-¿Cómo vivís el proceso de volcar una noticia hacia un dibujo.
-Estoy diariamente en la redacción, porque creo que para hacer bien mi trabajo tengo que funcionar como periodista. El dibujo es una noticia sin palabras, no es hacer un dibujo bonito. Y uno tiene que pensar como periodista. Algunas veces, los temas son más fáciles de dibujar y otras, muy difíciles.
-¿Cómo cuáles?
-Y... para mí son todo un desafío las notas frías, de economía, que se basan en estadísticas. O, por ejemplo, recuerdo uno que se me hizo muy complicado, que fue ilustrar una nota sobre los curas acusados de pedofilia en Estados Unidos. En esos casos, uno busca metáforas, tiros elevados, hasta que encuentra un punto elegante y de buen gusto para dibujar lo que se cuenta.
-¿Es posible encontrarle un lado humorístico a todos los temas?
-Yo siento que tengo el humor filtrado en mi cerebro, y creo que la ironía está en todo, sólo pasa por decir las cosas de manera más despierta, no chistosa o graciosa, sí ingeniosa. A veces, la ironía te hace llorar. Yo trato de que mis dibujos no sean superdramáticos.
-¿Sentís algún grado de censura para ejercer la gráfica en medios masivos?
-De por sí, uno tiene un mínimo grado de autocensura, para no ofender a los demás. Podés criticar a los gobernantes siempre en el marco del respeto. Yo creo que la censura existe, aunque yo no la sufrí salvo por alguna que otra llamada misteriosa que recibí en algún momento. Sí creo que hay demostraciones de susceptibilidad muy grandes, como lo que le pasó a mi viejo (fue cuestionado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por una ilustración con su figura publicada en un medio masivo). Nunca vi que un presidente dedique todo un discurso a criticar un dibujo, cuando creo que tiene cosas mucho más importantes para hacer, eso te marca una pauta de que hay un clima de nerviosismo sobre lo que hacemos, y el clima enrarecido nos presiona a todos y nos afecta.
Fuente: Hoy
Desde este viernes 30 de octubre y hasta el 22 de noviembre, en el museo Macla se exhiben las obras del hijo de Hermenegildo Sábat, heredero de su inigualable tradición humorística en medios masivos.
Pasar los primeros años de vida rodeado de papeles y lápices, acuarelas, ironía y humor en clave visual puede ser un ejercicio determinante en la vida de cualquier niño... Sin ir más lejos, semejante estimulación no pasó desapercibida en Alfredo Sábat. La atmósfera periodística, entre las redacciones y el trabajo de su padre Hermenegildo, lo influyó de manera crucial para seguir su camino, que en realidad era un recorrido ya comenzado por su bisabuelo, dibujante de la mítica Caras y Caretas.
-¿Hasta dónde tu talento se compone por herencia y hasta dónde es un don adquirido?
-Es algo que me pregunto muy seguido y no tengo muy claro. Soy tercera generación de dibujantes, algo de genética tiene que haber. Mi padre se dedicaba a esto y para mí era lógico, veía que en mí iba a ser igual de natural ganarme el pan así. De hecho, de chico mi juego principal era dibujar, era lo que más me divertía. Fue un oficio heredado de acompañarlo a trabajar a la redacción de La Opinión, de Jacobo Timmerman, cuando yo tenía sólo 5 años. Lo sentía un oficio familiar e inconscientemente fui aprendiéndolo.
Autodidacta en su arte, Alfredo Sábat nació en 1966 en Montevideo, Uruguay. Poco después se instaló en Buenos Aires, donde se recibió de diseñador gráfico en la UBA. Pero pronto se dedicó al humor gráfico, trabajando en medios masivos y revistas como Playboy, Trespuntos, Caras y Caretas y Barcelona. Desde 1999 se desempeña como ilustrador y caricaturista político exclusivo de diarios. En 2005 concretó murales para la estación Inclán de la nueva linea H de subterrános de Buenos Aires, dedicados a la cantante de tango Azucena Maizani, y también en su trayectoria realizó trabajos de arte plástico. A partir de mañana y hasta el 22 de noviembre, una selección de sus ilustraciones de los últimos 10 años de trabajo y cinco pinturas al óleo sobre tela se exhibirán en las salas 4 y 5 del Macla.
Sábat dialogó con Hoy acerca de esta muestra, que ya desembarcó en Rosario en el pasado mes de mayo y en abril de 2010 se apostará en el Centro Cultural Recoleta.
-¿Reivindicás el estudio del dibujo, o pensás que es mejor no pasar por la academia?
-Hoy en día creo que tomar clases me hubiera servido para no darme la cabeza contra la pared tantas veces. Recomiendo el aprendizaje académico, aunque siempre digo que mis verdaderos maestros están en los grandes museos. Para mí, ir a los grandes museos es como ir a la universidad: los grandes pintores te enseñan. A pesar de que me dedico a lo humorístico, siento que los que más me enseñaron fueron y siguen siendo los cuadros de Goya, Rembrandt, Picasso. Y también aprendo de mi viejo y de mis colegas, que admiro mucho.
-¿Qué tan lejos y qué tan cerca te sentís del arte de tu padre
-Lo cito mucho en mis dibujos: tengo todo el permiso. Pero veo que él tiene profundidad psicológica, y yo me centro más en detalles como de una película, él va más a lo que les pasa por adentro a los personajes. Yo me centro en las situaciones. Además, él es más tradicional en su manera de componer, yo adquirí el uso de tecnología. El 99% de mis dibujos los boceto y después los retoco en la computadora.
-¿Cómo vivís el proceso de volcar una noticia hacia un dibujo.
-Estoy diariamente en la redacción, porque creo que para hacer bien mi trabajo tengo que funcionar como periodista. El dibujo es una noticia sin palabras, no es hacer un dibujo bonito. Y uno tiene que pensar como periodista. Algunas veces, los temas son más fáciles de dibujar y otras, muy difíciles.
-¿Cómo cuáles?
-Y... para mí son todo un desafío las notas frías, de economía, que se basan en estadísticas. O, por ejemplo, recuerdo uno que se me hizo muy complicado, que fue ilustrar una nota sobre los curas acusados de pedofilia en Estados Unidos. En esos casos, uno busca metáforas, tiros elevados, hasta que encuentra un punto elegante y de buen gusto para dibujar lo que se cuenta.
-¿Es posible encontrarle un lado humorístico a todos los temas?
-Yo siento que tengo el humor filtrado en mi cerebro, y creo que la ironía está en todo, sólo pasa por decir las cosas de manera más despierta, no chistosa o graciosa, sí ingeniosa. A veces, la ironía te hace llorar. Yo trato de que mis dibujos no sean superdramáticos.
-¿Sentís algún grado de censura para ejercer la gráfica en medios masivos?
-De por sí, uno tiene un mínimo grado de autocensura, para no ofender a los demás. Podés criticar a los gobernantes siempre en el marco del respeto. Yo creo que la censura existe, aunque yo no la sufrí salvo por alguna que otra llamada misteriosa que recibí en algún momento. Sí creo que hay demostraciones de susceptibilidad muy grandes, como lo que le pasó a mi viejo (fue cuestionado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por una ilustración con su figura publicada en un medio masivo). Nunca vi que un presidente dedique todo un discurso a criticar un dibujo, cuando creo que tiene cosas mucho más importantes para hacer, eso te marca una pauta de que hay un clima de nerviosismo sobre lo que hacemos, y el clima enrarecido nos presiona a todos y nos afecta.
Fuente: Hoy
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