Desde el 15 de octubre a las 21, todos los jueves y viernes (hasta completar las 8 funciones), la Trastienda, en la ciudad de Buenos Aires (Balcarce 460)
Nacha Guevara y Alberto Favero, estuvieron casados y tuvieron un hijo. Compartieron varios espectáculos y el exilio. A su modo ambos fueron responsables del éxito de Eva… el gran musical argentino.
Nacha Guevara y Alberto Favero, estuvieron casados y tuvieron un hijo. Compartieron varios espectáculos y el exilio. A su modo ambos fueron responsables del éxito de Eva… el gran musical argentino y a finales de los '70 se subieron a un escenario de un café concert para canalizar y expresar todo lo que el contexto político-social impedía contar por otras vías. Ese show continuó durante el exilio obligado que alcanzó a ambos y ése show, es el que ahora recuperan para entre otras cosas homenajear al gran Mario Benedetti.
Desde el 15 de octubre a las 21, todos los jueves y viernes (hasta completar las 8 funciones), la Trastienda, en la ciudad de Buenos Aires (Balcarce 460) recibe a estos dos prestigiosos artistas, que son capaces de seducir a los espectadores sin más armas que un piano y una voz. Claro que al piano está el Maestro Favero y la voz, es la de Nacha.
Diagonales dialogó con Favero del ciclo en la Trastienda, del exilio, del futuro de la música, de cómo se puede o debe trabajar con una pareja y de la importancia de la obra de Mario Benedetti.
–¿Qué particularidades tiene el espectáculo Música y poesía
–Es un show de los que acostumbrábamos a hacer hace unos 15 o 20 años atrás, de piano y canto, es espectáculo como de café concert, de los que se hacían en los finales de los '70 en Buenos Aires. Un poco se desarrolló ese esquema porque era el único lugar donde se desarrollaba libertad y se podía hacer lo que uno quería, sin censura, por eso se desarrolló mucho en la década del '70. No es que todavía haya un problema de censura, pero hay un tema de pasarla bien y recordar un montón de cuestiones que resultan antológicas, sería un show clásico, de revival clásico. Hay temas conocidos y además, algunos nuevos.
También lo pensamos como un homenaje a Mario (Benedetti) y de algún modo, el núcleo central del show tiene la presencia de él, en el sentido de su obra. Estuvimos trabajando cerca de 20 años con Benedetti, hay partes representativas de su trabajo y de su talento como poeta y como hombre. Ese fue otro de los motivos.
Y la tercera razón es que Nacha también tiene sus propios motivos y sus propias motivaciones en el sentido de que según dice fue muy fuerte hacer la ópera Eva, y como que la empujó mucho su personalidad. Eva es un personaje bastante fuerte y es un poco como una paloma, es un poco invasiva. La paloma hecha a los gorriones, hecha a todos; y esta personalidad es un poco arrolladora en ese sentido y Nacha tenía la necesidad de reconstruir esa cosa de la personalidad de ella, volviendo un poco a su identidad como cantante, como solista, con humor, con ironía y todo ese tipo de cosas, reconstitutivas de su propio fuero interno.
Es un espectáculo de los dos solos. Ella y el piano. Es un show muy despojado. Tiene algunos elementos de utilería que se utilizan para ciertos personajes, para algunas canciones; una buena luz, un buen piano y nosotros. Eso es todo. Pero la verdad es que la estamos pasando bien, porque es muy divertido el espectáculo.
–¿Cuánto tiempo hacía que no estaban los dos arriba del mismo escenario?
–En el '97, hicimos Nacha de Noche. Después la ayudé un poco en el espectáculo de tango que hizo con esa orquesta de señoritas, se la ensayé un poco y después me fui a España. Estuve allá casi seis años haciendo Cabaret, Víctor Victoria y El Graduado, entre un montón de cosas que estuve haciendo en España. Y ahora volví convocado para hacer Eva, hace un año.
–¿Cómo es la respuesta del público ante Música y poesía?
–Festejan todo, porque les pasa más o menos lo mismo que a nosotros cuando decidimos hacerlo. El reencuentro con cierto material y a la degustación de alguno nuevo, que por ahí no se había hecho nunca en vivo, no se había grabado. Pero sobre todo festejan mucho lo antológico, clásicos de ella como “Vals del minuto”, la pasan muy bien parece.
–En la génesis del espectáculo debe estar presente el tema del exilio del artista…
–Hay un poco de eso, porque cuando tocamos el tema de Benedetti, aparte de las Canciones de la oficina y Versos para cantar, están Las canciones de amor y desamor; “Te quiero todavía”, las que son conocidas y esas por ejemplo con “Vuelvo”, que la hicimos afuera cuando estábamos por volver en 1984. Sí, está presente el tema del exilio y del desexilio, como decía Benedetti, de la recuperación del ámbito, de la nacionalidad; la recuperación de la casa, del hogar, también está presente. Está más presente eso que el exilio en sí mismo. El exilio tuvo una cosa negativa, melancólica, sobre todo por la forma como fue hecho, una cosa pedante y prepotente. Pero yo, si tengo que ponerlo en una balanza, el exilio no fue malo para nada. Yo ejercí mi vida y mi profesión con total libertad, nadie me venía a decir en Estados Unidos, España, Brasil o cualquier lugar de esos que es lo que tenía que hacer y lo que no tenía que hacer. Entonces de alguna manera recuperé la libertad que acá en ese momento no se tenía entre el '74 y el '84, fueron 10 años.
–De la primera vez que interpretaron “Vuelvo” pasaron 25 años. Ahora que la están tocando de nuevo, ¿les regresa aquella imagen de 1984 previo a volver?
–Sí, totalmente porque es una experiencia que no se olvida nunca, te acompaña por toda la vida. Y en el regreso fue en el Teatro Coliseo y fue una fiesta y todo el mundo estaba embebido por la experiencia del regreso de la democracia. El tema de todas las esperanzas despiertas por el gobierno de Alfonsín, fue una época muy fuerte que uno tuvo la suerte de vivirla.
–Su etapa de productor discográfico está cerrada?
–Sí, es un poco como algo del pasado. Creo que va a desaparecer el disco físico. Se van a seguir haciendo producciones de todas maneras pero el modo de distribución va a ser por Internet, mp3 y uno se baja lo que quiere. El tema fue articular el modo que todo el mundo cobrara, que no fuera una cosa pirata. Y hasta altura de la vida cotidiana es más cómodo que tener que ir hasta una disquería. Salvo que uno quiera tener el objeto, que algunos están muy bien presentados y ya configuran un objeto cultural un poco más complejo, que la música sola, tienen un book. Es un objeto que además tiene una integración de la plástica y de muchas otras cosas. Y también volvió el vinilo, porque mucha gente sigue escuchando LP, porque le gusta el sonido de la púa, la dulzura del sonido analógico, existe eso. Pero está en franco retiro, ahora se baja todo de la web.
–Mucha gente no puede trabajar con sus parejas y usted lo ha hecho de manera exitosa. ¿Hay una fórmula?
-Yo soy de una familia de artistas, mi familia entera desde mis abuelos que tocaban algún instrumento de cuerda. Para nosotros el hacer arte con gente vinculada a uno familiarmente no es nada del otro mundo, es una cosa absolutamente normal. Hay cosas positivas, como el abandono del ego porque lo importante es hacerla a la música. Mi padre Fermín nos enseñó que lo importante era la conjunción de todos los elementos, no quien estaba delante y quien estaba detrás, sino el conjunto, el team, el grupo y la experiencia del arte. Mi viejo me tiró al escenario del Coliseo Podestá cuando tenía 3 años. Como cuando un chico nace y lo tiran al agua aprende a nadar porque es su medio natural, lo mismo pasó conmigo.
Lo que muchos no pueden hacer es trabajar con sus ex parejas. Eso sí que sé que es un mérito, porque se supone que lo que importa son las cosas más importantes como en este caso la conexión artística, por ejemplo con Nacha.
Hay una conexión artística muy fuerte, en base a esa conexión se puede volver a trabajar. La química que hay en el escenario no es sustentable.
Fuente: Diagonales
No hay comentarios:
Publicar un comentario