Es el eje del libro "Exposiciones de arte argentino 1956-2006", de María José Herrera, que apunta a abrir el debate acerca de las políticas culturales que implican las curadurías de esas muestras. El trabajo recorre las exposiciones argentinas más relevantes de los últimos 50 años.
Mercedes Ezquiaga
"La confluencia de historiadores, curadores e instituciones en la escritura de la historia” es el subtítulo de este grueso volumen -el primero dedicado a este tipo de reflexión sobre las exposiciones- centrado en el rol del curador, un papel relativamente nuevo en el mundo del arte argentino.
Qué tipo de conocimiento transmiten los museos a través de sus distintos modelos de exhibición es uno de los disparadores del libro que desde sus primeras hojas señala que "mediador, autor, escritor, re-escritor o intérprete, el curador es el encargado de los aspectos conceptuales de una exhibición y de su forma de comunicación”.
El volumen compila una serie de ensayos enfocados principalmente en el Museo Nacional de Bellas Artes y sus políticas curatoriales, realizados por un grupo al mando de Herrera que integraron María Florencia Galesio, Mariana Marchesi, Cecilia Rabossi, Fabiana Serviddio y Viviana Usubiaga.
"En principio esta investigación tiene que ver con mi trabajo en el museo -donde estoy hace 22 años- y con la experiencia de tener que armar las salas y pensar cómo se cuenta la historia del arte, cómo son las condiciones del guión curatorial, el espacio y la diagramación museográfica”, explica a Télam Herrera, directora del departamento de Investigación del Bellas Artes.
"Además -prosigue- estuve dos veces en Estados Unidos, donde el estudio sobre exposiciones existe como campo: no sólo se estudian los artistas y la historia del arte, sino también la historia que cuentan las exposiciones, encaradas como relato que legitima o no un determinado discurso”.
La historiadora de arte arrancó la investigación a partir de documentos y archivos muy diversos y ricos de muestras temporarias y permanentes que rescataron del museo en el 2002, mal conservados y a punto de ser tirados.
Se trataba de fotografías de montajes y salas, y de correspondencia entre autoridades, artistas y organizadores de muestras extranjeras "que sirven para analizar las intenciones explícitas de una exposición, las que se concretaron y las que no”.
El grupo de estudios que convocó Herrera -subsidiado por Antorchas- se dividió el trabajo por décadas, desde los años 50 hasta la actualidad, y esbozó los guiones de las salas permanentes del museo a lo largo de ese tiempo para ver cuál es la historia que se escribía en ellas.
La fecha no es arbitraria: "En el 56 arranca la gestión de Jorge Romero Brest en el Bellas Artes, un momento de cambio fundamental que incorporó exposiciones de arte contemporáneo, premios, el gabinete de estampas, el laboratorio de fotografías que dirigió Grete Stern.
Fue un momento bisagra, un antes y un después”, resalta Herrera. "Los 50 y 60 -detalla- fueron riquísimos en nuestra cultura, ingresaron muchas obras al museo y se hicieron muchas exposiciones.
Además surge la figura del curador. Esta cuestión de curar, de interpretar un conjunto y mostrarlo según esa interpretación, comienza con Romero Brest y sigue hasta hoy”.
Fue en 2006 cuando Herrera organizó las Primeras Jornadas de exposiciones de arte argentino y convocó a investigadores para estudiar las políticas culturales que implicaron otras exposiciones, como las del Di Tella, Rosario o bienales, material que luego engrosó el presente volumen.
Así, aparecen visiones diversas y reflexiones de Ana María Batisttozzi, Américo Castilla y Andrea Giunta entre otros, sobre exposiciones contadas por sus propios curadores y estudios históricos de exhibiciones pasadas, siempre con la intención de echar luz sobre aspectos antes no explorados o apenas mencionados.
Las Segundas Jornadas se realizaron en septiembre pasado en la provincia de Córdoba, oportunidad en la que se incluyó el arte latinoamericano y se extendió a todo el siglo XX, mientras se espera una tercera edición para el año 2011.
"El campo de reflexión ya está generado y queremos continuarlo. Los archivos curatoriales en museos son inagotables, realmente un tesoro de información”, concluye Herrera.
Fuente: Telam
Mercedes Ezquiaga
"La confluencia de historiadores, curadores e instituciones en la escritura de la historia” es el subtítulo de este grueso volumen -el primero dedicado a este tipo de reflexión sobre las exposiciones- centrado en el rol del curador, un papel relativamente nuevo en el mundo del arte argentino.
Qué tipo de conocimiento transmiten los museos a través de sus distintos modelos de exhibición es uno de los disparadores del libro que desde sus primeras hojas señala que "mediador, autor, escritor, re-escritor o intérprete, el curador es el encargado de los aspectos conceptuales de una exhibición y de su forma de comunicación”.
El volumen compila una serie de ensayos enfocados principalmente en el Museo Nacional de Bellas Artes y sus políticas curatoriales, realizados por un grupo al mando de Herrera que integraron María Florencia Galesio, Mariana Marchesi, Cecilia Rabossi, Fabiana Serviddio y Viviana Usubiaga.
"En principio esta investigación tiene que ver con mi trabajo en el museo -donde estoy hace 22 años- y con la experiencia de tener que armar las salas y pensar cómo se cuenta la historia del arte, cómo son las condiciones del guión curatorial, el espacio y la diagramación museográfica”, explica a Télam Herrera, directora del departamento de Investigación del Bellas Artes.
"Además -prosigue- estuve dos veces en Estados Unidos, donde el estudio sobre exposiciones existe como campo: no sólo se estudian los artistas y la historia del arte, sino también la historia que cuentan las exposiciones, encaradas como relato que legitima o no un determinado discurso”.
La historiadora de arte arrancó la investigación a partir de documentos y archivos muy diversos y ricos de muestras temporarias y permanentes que rescataron del museo en el 2002, mal conservados y a punto de ser tirados.
Se trataba de fotografías de montajes y salas, y de correspondencia entre autoridades, artistas y organizadores de muestras extranjeras "que sirven para analizar las intenciones explícitas de una exposición, las que se concretaron y las que no”.
El grupo de estudios que convocó Herrera -subsidiado por Antorchas- se dividió el trabajo por décadas, desde los años 50 hasta la actualidad, y esbozó los guiones de las salas permanentes del museo a lo largo de ese tiempo para ver cuál es la historia que se escribía en ellas.
La fecha no es arbitraria: "En el 56 arranca la gestión de Jorge Romero Brest en el Bellas Artes, un momento de cambio fundamental que incorporó exposiciones de arte contemporáneo, premios, el gabinete de estampas, el laboratorio de fotografías que dirigió Grete Stern.
Fue un momento bisagra, un antes y un después”, resalta Herrera. "Los 50 y 60 -detalla- fueron riquísimos en nuestra cultura, ingresaron muchas obras al museo y se hicieron muchas exposiciones.
Además surge la figura del curador. Esta cuestión de curar, de interpretar un conjunto y mostrarlo según esa interpretación, comienza con Romero Brest y sigue hasta hoy”.
Fue en 2006 cuando Herrera organizó las Primeras Jornadas de exposiciones de arte argentino y convocó a investigadores para estudiar las políticas culturales que implicaron otras exposiciones, como las del Di Tella, Rosario o bienales, material que luego engrosó el presente volumen.
Así, aparecen visiones diversas y reflexiones de Ana María Batisttozzi, Américo Castilla y Andrea Giunta entre otros, sobre exposiciones contadas por sus propios curadores y estudios históricos de exhibiciones pasadas, siempre con la intención de echar luz sobre aspectos antes no explorados o apenas mencionados.
Las Segundas Jornadas se realizaron en septiembre pasado en la provincia de Córdoba, oportunidad en la que se incluyó el arte latinoamericano y se extendió a todo el siglo XX, mientras se espera una tercera edición para el año 2011.
"El campo de reflexión ya está generado y queremos continuarlo. Los archivos curatoriales en museos son inagotables, realmente un tesoro de información”, concluye Herrera.
Fuente: Telam
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