viernes, 30 de octubre de 2009

Cuando la certeza se desvanece en la noche

Perseguidor y perseguido, Solá y Sbaraglia, según la novela de Burel Foto: Alfa Films

El corredor nocturno (Argentina-España/2009). Dirección: Gerardo Herrero. Con Leonardo Sbaraglia, Miguel Angel Solá, Erica Rivas, Jorge Sabate y otros. Guión: Nicolás Saad, basado en la novela de Hugo Burel. Fotografía: Alfredo Mayo. Música: Lucio Godoy. Presentada por Alfa Films. Hablada en español. Duración: 95 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: buena.

A veces, el encuentro fortuito entre dos personas puede convertirse en una sólida y cálida amistad. Otras, esa relación trae consigo una serie de problemas que hacen cambiar la existencia de sus protagonistas. Esto es lo que le ocurre a Eduardo cuando, en un aeropuerto, conoce a Raimundo Conti, un hombre equilibrado al que nada parece ponerlo nervioso. Eduardo, gerente de una compañía de seguros, está permanentemente bajo presión y, para descargarse, corre. Pero el encuentro con Raimundo, que se presenta como un amigo y benefactor, lo incita a cambiar su forma de existir.

No es una mera invitación, ya que Raimundo lo asediará hasta límites insospechados para lograr sus oscuros propósitos. ¿Qué hay detrás de ese recién llegado que se propone convertirse en salvador de Eduardo? Hay en él, sin duda, mucho de perverso. En medio de esta problematizada situación está Clara, la esposa de Eduardo, una mujer dulce y comprensiva que ama a su marido, aunque ante una encrucijada puede ser manipuladora e inflexible. Desde el momento en que los dos hombres se conocen, todo cambia para el hasta entonces estresado empresario, y su cotidianeidad comenzará a deslizarse hacia un territorio ambiguo en el que las certezas se desvanecen.

Adaptado de una premiada novela de Hugo Burel, el relato va lentamente tomando un matiz oscuro, a veces muy siniestro y siempre irracional. El director Gerardo Herrero supo captar la turbia atmósfera del libro original, aunque por momentos alarga las situaciones y reitera los diálogos entre los dos protagonistas. La trama va desenvolviéndose lentamente hasta llegar a un final inesperado en el que todo surgirá como de una horrible pesadilla. Impecable en sus aspectos técnicos -la fotografía de Alfredo Mayo y la música de Lucio Godoy son firmes soportes de la anécdota-, mientras que las actuaciones de Leonardo Sbaraglia y de Miguel Angel Solá logran sin fallas insertarse en la piel de ese dúo que librará una tensa lucha.

Adolfo C. Martínez
Fuente: La Nación

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