El director es un admirador del escritor polaco e intercambia cartas con su viuda
La novela y el teatro parecen empezar a ser sus armas naturales de trabajo. El actor y director Adrián Blanco se animó el año pasado con Megafón o la guerra de Leopoldo Marechal y ahora sorprende con una versión dramática, que comparte con Hugo Dezillio, de Trans-Atlántico de Witold Gombrowicz. Se trata de una de las piezas literarias más ricas del autor polaco, que escribió a fines de la década del 40 durante su residencia en la Argentina y mientras, se sabe, trabajaba en el Banco de Polonia en Buenos Aires.
Gombrowicz no es un autor habitual en la cartelera de esta ciudad, cuya intelectualidad le reconoce profundos valores artísticos. Algunos de los registros de sus textos teatrales indican: Yvonne, princesa de Borgoña, según la puesta de Jorge Lavelli (y otras más recientes); El casamiento, con dirección de Laura Yusem; y Opereta, que dirigió el mismo Adrián Blanco, una de las últimas puestas y se presentó en 2005. Trans-Atlántico se podrá ver a partir de mañana, en el Teatro Nacional Cervantes y esta será la primera vez que este autor sube a ese escenario. El elenco está integrado por Claudio Amato, Manuel Bello, Diego Benedetto, Pablo De Nito, Raúl Deymonnaz, Hugo Dezillio, Mario Frías, Gabriel Lima, Gustavo Manzanal, Alejandro Molina y Omar Súcari; y la música es de Carlos Ledrag
Adrián Blanco es un apasionado del mundo del artista polaco, tanto que hasta mantiene correspondencia con Rita, la esposa del creador, y ella lo alienta y apoya en su labor. Para dar forma a la dramaturgia de esta obra, concretamente, el director no sólo trabajó sobre la novela original sino que, además, recogió algunos pensamientos de otro magnífico texto del autor: Diario argentino , con la seguridad de que ambos materiales podrían cruzarse y así ampliar ciertas consideraciones que asoman en Trans-Atlántico , esa profunda autobiografía de un hombre que mira a su país a través del océano.
"Una de las cosas que más me interesa de esa obra es la cantidad de preguntas que Gombrowicz te plantea a la hora de hablar del ser nacional -comenta el director-. El mismo dice que no está hablando de Polonia, que es una aventura más. Con lo cual se amplía esa posibilidad de analizar la relación de un individuo con su patria. Es interesante, también, cómo pasa de un tema a otro con gran libertad y como algunas cuestiones son planteadas como pavadas pero, a la vez, eso produce profundas resonancias. Como en toda obra de Gombrowicz, se impone un gran delirio. No podés decir que es grotesco ni absurdo; genera una realidad propia, muy personal."
Dentro de ese mundo inquietante, Blanco rescata con fuerza la "ideología" del autor. "No una partidaria porque se pone crítico con una Polonia invadida por el régimen comunista pero también con cuestiones liberales, ortodoxas. Te diría que es como un anarquista refinado y eso lo vuelve muy atractivo". Cruzar la narrativa con el drama es algo que al creador le interesa sobremanera. "Es bueno por la investigación a que te obliga y esto impone un gran riesgo a la hora de la puesta en escena", concluye.
Carlos Pacheco
Para agendar
Trans-atlántico , de Gombrowicz.
Teatro Nacional Cervantes , Libertad 815. Jueves a sábados, a las 21.30; domingos, a las 21. Desde 25 pesos.
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