Su producción literaria fue censurada por la dictadura militar. Fundó diversos medios en Argentina y en el exterior. Fue el mayor exponente del nuevo periodismo argentino, anexando el oficio con la literatura.
Tucumano de origen y ciudadano del mundo en los hechos, Tomás Eloy Martínez se configuró como el incansable militante del papel impreso, dejando su marca literaria en cada renglón destellado por su puño inquieto. Merodeó por varias redacciones -La Gaceta de Tucumán, Primera Plana, La Opinión, la revista Panorama, La Nación, The New York Times, El País- y también trazó camino propio fundando el suplemento literario de Página/12 y diarios en Caracas y México. En televisión, fue el primer director de Telenoche.
El velatorio del escritor se realizará hoy de 8.30 a 16 en Parque Memorial -ruta Panamericana, acceso Norte, ramal Pilar, km 47- adonde se cremarán sus restos (tal era su deseo) y donde permanecerán las cenizas.
Ni bien conocida la noticia de su deceso, se suscitó una gran conmoción en personalidades de la cultura de todo el mundo, muchos de los cuales manifestaron su pesar públicamente.
El reconocido historiador Osvaldo Bayer aseguró que se trató de uno de “los más brillantes autores de su generación, que sufrió el silencio de los academicistas de la literatura y la quema de sus obras durante la dictadura militar” en el país (1976-1983).
“Tal vez fue el mejor periodista situacionista argentino entre el ‘60 y ‘70, siempre manteniendo una línea moderada que le permitió escribir para diarios de centroizquierda y conservadores”, dijo Bayer, y recordó: “Tuvo el coraje de describir ciertos crímenes de la sociedad establecida, como el asesinato de prisioneros políticos que reconstruyó en su libro La pasión según Trelew, lo que bastó para que tuviera que exiliarse y que los volúmenes editados fueran quemados por el régimen uniformado”.
Eloy Martínez “fue un testigo clave en la investigación judicial sobre la llamada masacre de Trelew y su libro forma parte del expediente”, sostuvo desde la provincia de Chubut el secretario penal del Juzgado Federal de Rawson, Gustavo Lleral.
“Necesitábamos que nos confirmara fuentes para acreditarlas en el expediente y gentilmente viajó hasta aquí a pesar su delicado estado de salud. Le estamos muy agradecidos”, dijo Lleral.
El libro reconstruye la sangrienta madrugada del 22 de agosto de 1972 en la base Almirante Zar, cuando fuerzas del gobierno acribillaron a 19 militantes políticos de izquierda que una semana atrás habían intentado fugarse del Penal U6 de Rawson, 16 de ellos murieron. La causa permaneció dormida por 25 años hasta que la reactivó el juez federal Hugo Sastre, que la instruyó, dictó órdenes de detención y logró que fuera elevada al Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, donde aguarda fecha para ir a juicio oral y público.
Desde Madrid, la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, lamentó su muerte: “Lo echaremos de menos en Chile”, dijo a menos de un mes de realizarse el V Congreso Internacional de la Lengua en la ciudad chilena de Valparaíso.
Para Caffarel, Eloy Martínez “fue uno de esos autores que convirtieron al periodismo en obra literaria y a la literatura en deudora del periodismo”.
La Academia de Folclore de la República Argentina expresó su pena por el fallecimiento del escritor señalando que “su muerte es una gran pérdida para la cultura, primero como escritor, investigador y periodista y luego como persona de una calidad humana excelente”.
El largo adiós
“Las ficciones son nuestra forma de rebelión”, resumía Eloy Martinez, contemporáneo a los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, y de quien escribiera en 1985 La novela de Perón. “Es una novela donde todo es verdad. Durante diez años reuní documentos, cartas, voces de testigos, páginas de diarios, fotografías, muchos desconocidos. En el exilio reconstruí las memorias que Perón me dictó entre 1966-1972 y las que López Rega me leyó en 1970, explicándome que pertenecían al General aunque él las hubiera escrito. Luego, decidí que las verdades de este libro no admitían otro lenguaje que el de la imaginación. Así fue apareciendo un Perón que nadie había querido ver: no el de la historia, sino el de la intimidad”, contó él mismo. Diez años después, llegó una de las novelas argentinas más traducidas en el mundo: “Santa Evita”.No por nada su figura se vincula muy intimamente con el peronismo. En 1996 también publicó “Las memorias del General”.
La pasión según Trelew (1974, la última edición tiene un prólogo actual) le provocó, quizás, uno de los primeros cimbronazos en su vida de periodista: fue despedido de la revista Panorama por publicar en tapa los hechos ocurridos en el penal de Rawson en agosto de 1972. El libro fue quemado en la plaza del III Cuerpo de Ejército en Córdoba durante la última dictadura militar y fue incluido como prueba en la causa que investiga la masacre de Trelew. Su pluma mezcló el relato periodístico con la literatura: entre sus libros se destacan, entre otros, la colección de relatos Lugar común la muerte (1979) y La mano del amo (1991). ¿Casualmente?, su última novela se llamó Purgatorio (2008). En ella reflexionó profundamente sobre la muerte, esa que un puñado de meses después lo esperaría en el umbral de la vida.
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