Foto: Leandro Aranda
Marathon: El Teatro Nacional Cervantes estrena su temporada 2010 pasado mañana, con un clásico de la dramaturgia argentina dirigido por Villanueva Cosse
Por Laura Ventura
Para LA NACION
Villanueva Cosse bajó del taxi y su bolso se vació sobre la avenida. En aquel diluvio, sus manos como garrochas rescataron los objetos que arrastraba la corriente. Luego, con una toalla rosada, a modo de poncho, el director conversó sobre su afán de nadar contra la corriente y de crear obras "no digestivas". Atleta de varias disciplinas, narró su vida en capítulos con el eje ubicado sobre el esfuerzo y la resistencia, dos requisitos imprescindibles para correr una maratón.
El domingo, y tras meses de entrenamiento, su equipo, comandado por Pompeyo Audivert, Pepe Novoa y Luis Campos, saldrá a la sala María Guerrero, del Teatro Nacional Cervantes, a demostrar su destreza. La atractiva meta es la representación de Marathon , de Ricardo Monti, que fue estrenada en 1980 en el espacio Giesso de San Telmo, durante días agitados y asfixiantes (ver recuadro).
Verónica Cosse, Patricia Durán, Marcelo Fiorentino, María Fiorentino, Irene Goldszer, Iride Mockert, Montenegro, Iván Moschner, Lucía Rosso, Sebastián Richard y Martín Slipak (el hijo de Julio Chávez en Tratame bien ) completan el seleccionado de Cosse. La escenografía es tarea de Tito Egurza, quien trabajó en las tres versiones anteriores.
Seis parejas de baile compiten en certamen tortuoso sin podio ni corona. Sin embargo, nadie abandona ese torneo donde un presentador, en la piel de Audivert, marca el ritmo de la danza. "Es casi como «Bailando por un sueño». Es el suplicio físico y psíquico al que está sometida la sociedad. La metáfora de la obra, que presenta a los hombres como si fuesen insectos, es que baila sin saber la razón. Prefiere escuchar al vicario o al sicario, que le impone las reglas de juego y los humilla. Esa es la necesidad de Dios", resume Cosse.
"Los actores nos unimos al proyecto en el que el autor y el director introducen su cincel. Así surgen chispas, pero nunca hay una fogata", admite Novoa. Con un puro sin encender, el actor describe los andariveles por los que el hombre corre hacia una corona con forma de estafa. "Un día, los países inventan el neoliberalismo; otra día, otro ritmo, y nosotros somos los rehenes. Nos pasó en 2001, cuando creímos que se habían ido todos, o a mi generación de sesentistas y utópicos hasta la paliza que nos dieron", cuenta el actor, que interpreta a un poeta de barrio que anhela publicar un poema en LA NACION.
Audivert conocía bien el texto de Marathon . Desde que vio la primera versión, a los 20 años, soñaba con interpretar al protagonista. "Mi personaje es una máscara, luego aparece el ser humano, que agita y sostiene el ritmo del certamen. Es un tipo patético y sobrenatural", dice, y compara a estos seres con los de Beckett que en 2009 compuso y dirigió con Lorenzo Quinteros en Final de partida . "Ambos están exiliados del mundo. Y, a su vez, le hablan al público, es una especie de revelación que indica que estamos asistiendo a un teatro."
Los cuadros del universo ubicado en 1933 son atravesados por mitos, a modo de viaje infernal de la idiosincrasia argentina: el de Pedro de Mendoza; el de Mariano Moreno; el de la aristocracia ganadera, y el del pensamiento fascista.
Una coreografía diaria acompasa a Cosse. A las cinco de la mañana despierta, de modo automático. Entonces, advierte: "No tengo que ir al banco; soy feliz". Cosse fue empleado bancario en su Uruguay natal durante 20 años. "Mi familia era muy pobre. Hubiera llegado a gerente, como quería mi tía Chela, pero no era lo mío." En 1973 llegó a la Argentina con una propuesta artística, que se vio trunca cuando un decreto desde Montevideo prohibía nombrarlo en los medios (en esa lista estaban también China Zorrilla, Alfredo Zitarrosa y Joan Manuel Serrat).
Su mujer, una hija ingeniera y su simpatía por el presidente José Mujica se cuelan en la conversación de este hombre optimista e hiperkinético. Cosse aún no había estrenado Marat-Sade cuando ya imaginaba la puesta de Marathon ("Me la debía a mí mismo"). Pensó también en Bodas de sangre para el escenario del Cervantes, pero no logró reunir al elenco ideal. Ahora piensa en Largo viaje del día hacia la noche , de Eugene O´Neill. Pero sólo piensa. "Este último tiempo ha sido bueno para mí, aunque Marathon nos deja deshechos."
Fuente: La Nación
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