lunes, 26 de octubre de 2009

La Boca levanta otro telón

El sueño de la sala propia Mariano Franco tardó algunos años en reconstruirlo, pero se juntó con dos socios, obtuvo un subsidio y hoy ya tiene una sala de 250 localidades Foto: Fernanda Corbani

Hoy se inaugura el Cine-Teatro Brown

La interesante historia de un artista que le suma otro espacio artístico al barrio

Cuando un vecino del barrio de La Boca quiere ir al cine, el lugar más próximo es el complejo ubicado en Puerto Madero. O sea que de una de las zonas más postergadas y abandonadas de la ciudad debe dirigirse al sector más producido de una Buenos Aires que no parece Buenos Aires. Algo huele mal. En otros momentos, el barrio estaba lleno de cines y de teatros. Cines ya no quedan. Teatros sólo hay dos: el de La Ribera, que pertenece al gobierno, y el centro cultural del grupo Catalinas Sur, esa excelente usina de producción vecinal.

La situación en algo puede cambiar. Mucho tiene que ver Mariano Franco, dueño del Cine-Teatro Brown, que, hoy, a partir de las 20.30 y después de más de 70 años, volverá a abrir sus puertas con una fiesta en la que cantarán, entre otros, José Angel Trelles, Silvestre y Marián Farías Gómez.

La historia reciente del lote ubicado en Almirante Brown 1375 la cuenta mejor el mismo Mariano. "Compré el lugar en medio de la crisis de 2001. Vendí mi departamento y compré esto por 18.000 dólares, increíblemente barato. Debe de ser una de las pocas buenas historias de la crisis", cuenta.

El lugar era un taller mecánico. En principio, no supo muy bien qué hacer con ese enorme galpón de 43 metros de fondo y ocho de frente. Casi casualmente se enteró de que allí había funcionado el Cine-Teatro Brown. El tema no le era ajeno. De hecho, desde joven, Mariano es iluminador teatral y de la cosa sabe. También fue músico. Todo sumaba. En aquellos primeros tiempos, usó el lugar como depósito de escenografía y de equipamiento lumínico. En 2007, respiró hondo y tomó coraje. "Presentamos una carpeta al Fondo Metropolitano de las Artes y fuimos seleccionados con un subsidio de 47.000 pesos. Proponíamos volver a convertir el lugar en un cine-teatro. El dinero nos alcanzó para comenzar la obra, luego fue mucho laburo nuestro y otra ayuda del INT. El año pasado, conseguimos la habilitación y terminamos de arreglar la sala. Igual, lo que le dio el impulso a todo esto es que ahora somos tres socios, tres amigos. Nadie está ganando un mango, pero lo hacemos con gusto", cuenta.

Mariano habla mientras prepara un café detrás del hermoso mostrador con onda de bar viejo o bar de campo. El placer por lo que está haciendo es evidente. El resultado del esfuerzo es una sala con capacidad para 250 personas con mesas y sillas. Adelante, funciona la barra. Atrás, están los baños que incluye uno para discapacitados. En las paredes, hay cuadros del rafaelino Nicolás Sora en medio de un edificio con fachada nouveau.

En la sociedad que armó los otros dos nombres en cuestión son Gustavo Rubio y Gustavo Giordano. Hay otra persona en esta historia: Alejandra Rubio, la directora artística. Ella ya programó un ciclo de teatro leído que Sofía Gala Castiglione, Andrea Bonelli y Vivian El Jaber presentarán en la fiesta de hoy. El ciclo irá los martes de noviembre y de diciembre, a las 20, y ya están comprometidos Leonor Manso, Luisa Kuliok, Luciano Cáceres, Mirta Busnelli y muchos más. La reapertura del cine, que se producirá gracias a un acuerdo con el Incaa, sería en diciembre. En materia de música, Mateo tiene varios nombres, pero no larga prenda hasta tenerlos confirmados.

Cosas de barrio

La charla se interrumpe. Llega el artesano Waldemar Moreira Zurbrigk. De un coche un tanto desvencijado baja una increíble maqueta de un conventillo más increíble que la cuadra misma con vista al puente. Todo suma. Sigue Mariano, quien, antes de comenzar el diálogo con LA NACION, estaba cosiendo el telón negro: "Tenemos que generar un lugar con cierta mística porque geográficamente vamos a necesitarla. Esa es la idea".

-No quiero ser mala onda, pero, ¿por qué pensar que El Brown va a funcionar cuando al Teatro de la Ribera, que está a pocas cuadras, le cuesta tanto convocar público?

-Bueno, por la plata que tenía no podía comprar un lugar similar en otro barrio. Eso es una realidad. Igual, la pregunta que me hacés es la que siempre me hago. De todos modos, confío. Por otro lado, todos los que vinieron las veces que organizamos algo quedaron encantados.

Mariano se guarda una yapa que suma a lo artístico: "Acá vas a comer la mejor picada de Buenos Aires". En los planes, no tiene pensado trabajar con el turismo ("si llega, será casi por casualidad"). Su primer casa en Buenos Aires fue en La Boca. Ahora vive arriba del teatro en donde imagina, con el tiempo, instalar un restaurante. Cree en el barrio. Hay otro dato: para los que lleguen en auto en la cuadra habrá seguridad y hay dos estacionamientos. ¿Y cuando hay partidos? "Son por la tarde y acá el gentío no llega."

A tres cuadras, del otro lado del Riachuelo, está la Isla Maciel. A la misma distancia, las dos o tres cantinas que quedan en la desvencijada calle Necochea. A unas seis cuadras, estalla en la Fundación Proa la modernidad más posmoderna; a una, hay uno de los tantos cines abandonados; a diez, están construyendo la Usina de la Música; a seis, la Bombonera.

En 1833, en donde está El Brown, se inauguró el Teatro Dante Alighieri. Entraban 400 personas y fue el primero que tuvo iluminación de gas. En tiempos de la presidencia de Roca, lo demolieron. Allí mismo, luego, se levantó el Brown, que estuvo en manos de la comunidad italiana. Fue cine mudo, lugar de payadores y de políticos. En la década del 20, por problemas financieros, cerró. Entonces, fue astillero, fábrica, taller, bazar y depósito hasta que llegó Mariano, el iluminador, que en medio de la peor crisis económica del país encendió la luz.

Fuente: LA NACION

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