jueves, 11 de febrero de 2010

McQueen, el adiós de un diseñador anarquista

El diseñador británico Alexander McQueen, al final de su desfile otoño-invierno de la semana de la Moda de París, el 9 de marzo de 2009.- REUTERS

EUGENIA DE LA TORRIENTE - Madrid

Solía decirse que sólo había que observar sus colecciones para entrar en su cabeza. Tan claramente se proyectaban en sus diseños sus obsesiones y pasiones, sus neurosis y sus miedos. Si ello fuera cierto, el testamento del británico Alexander McQueen (que ha sido encontrado muerto hoy a los 40 años ), su última colección, nos dibujaría un cerebro en plena efervescencia, cargado de oníricas criaturas.

La Atlantis de Platón (ver vídeo en su página web) fue el título de su majestuosa -y ahora última-obra. Una superproducción que pasará a la historia como el primer paso de una nueva era: la de la moda tecnológica. De la mano de uno de sus colaboradores habituales, el fotógrafo Nick Knight , McQueen proyectó su brutal y radical discurso en el nuevo siglo. Siempre fue anárquico, rebelde y contestatario. Los imaginativos estampados en 3D y las imposibles plataformas alienígenas darán fe de su desbordante creatividad. La audacia de integrar vídeo, retransmisión en directo a través de Internet y grúas de cámara recorriendo la pasarela, constatarán su carácter visionario, vanguardista y pionero.

Para adivinar que había tortura en el alma de McQueen sólo había de acercarse a sus elaboradísimos patrones. Puso su formación en el oficio de sastre en Savile Row al servicio de una visión fantástica y visceral. Aunque formó parte de la más brillante generación británica surgida de la escuela londinense Saint Martins (junto a John Galliano o Stella McCartney) su camino siempre fue singular. Sucedió a Galliano al frente de Givenchy en 1996. Incluso para tan tradicional etiqueta soñó con mujeres-unicornio, de ecos míticos. Huyó de su relación con LVMH y fue seducido por el grupo rival, Gucci, para formar su propia marca en 2000. Ahí dio rienda suelta a su espíritu trasgresor al tiempo que trataba de construir un negocio rentable, a base de perfumes, tiendas propias y líneas accesibles, como McQ.

Fuente: El País

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