Un artista comprometida
Un regreso a las costumbres ancestrales a través de las canciones de Silvia Iriondo
Esta tarde, a las 18, el Teatro Argentino de La Plata (51 e/ 9 y 10) recibirá a la cantante Silvia Iriondo, que llegará para ofrecer su particular modo de sentir y vivir el folclore, alejado de las reducciones en las que cayó el género con el paso del tiempo.
Dueña de una voz tan cálida como trasparente, la artista logra unir como nadie lo hace, las voces de nuestros ancestros, las raíces más profundas con nuestros pasados.
A través de su voz, consigue transportar al público a la génesis de todo, una suerte de “viaje a la semilla”, que posibilita la mancomunión entre el hombre y la tierra.
Con entrada libre y gratuita, la artista cantará canciones de su último trabajo discográfico Ojos negros y del que está por llegar, un homenaje a Mujeres Argentinas, ese disco que Félix Luna y Ariel Ramírez idearon para Mercedes Sosa.
Silvia Iriondo comenzó su actividad profesional en 1972, grabando tres discos en para la compañía R.C.A., con composiciones propias y del cancionero popular. Desde esos inicios, se interesó por la música del paisaje en su diversidad de géneros y ritmos, la canción de los pueblos originarios, el canto anónimo, la copla indígena; así como la mirada de nuevos y destacados compositores.
En su obra se fusionan e interactúan lo cotidiano y el pasado, pero un eje fundamental es el del hombre en estrecha relación con la tierra, lazo presente en la descripción de costumbres, creencias y paisajes.
“La marca de Mercedes Sosa quedó como una linda influencia a la que una apela, como apela a la voz de la madre”, señaló durante la entrevista con Diagonales.
–¿En qué consiste el show de esta tarde en el Teatro Argentino?
–En este concierto que vamos a hacer vamos a seguir presentando el material de mi último disco Ojos negros y temas de un disco que estoy terminando de grabar, que es sobre la obra Mujeres Argentinas, que Félix Luna y Ariel Ramírez hicieron en 1969 para Mercedes Sosa.
Son ocho canciones y cada una describe un personaje femenino que tuvo que ver con el quehacer nacional. Por ejemplo está Juana Azurduy, una mujer que participó en la liberación de América Latina; “Gringa chaqueña”, dedicada a todas esa mujeres que pueblan el Chaco; “Alfonsina y el mar”, una zamba basada en “Me voy a dormir”, el último poema que escribió Alfonsina Storni y donde ella anticipa su muerte; otra para Mariquita Sánchez de Thompson, sus tertulias, donde se cantó el himno argentino por primera vez; “Manuela, la tucumana”, para las mujeres que defendieron al país en las invasiones inglesas tirando desde aceite y agua hirviendo. Habla de diversas mujeres a lo largo de la historia, algunas con nombre propio y apellido y otras que representan a muchas mujeres.
Después hemos agregado a otras mujeres como Leda Valladares, María Elena Walsh o Eladia Blázquez, que son contemporáneas pero que con su labor pusieron un sello en el arte popular, del folclore argentino.
Este proyecto que estrenamos en mayo en Ushuaia, fue pensado como un homenaje a Félix Luna, Ariel Ramírez y Mercedes Sosa. Durante el estreno, grabamos un CD y un DVD, que lanzaremos antes de fin de año.
–¿Quiénes la van a acompañar?
–Hoy voy a estar acompañada por dos músicos platenses, Federico Arreseygor en piano y Ana Archetti en acordeón a piano; por Juan Pablo Francisconi en percusión y Diego Pojomovsky en bajo eléctrico y contrabajo, que reemplaza en este show al “Mono” Hurtado.
–¿En su repertorio están muy presentes los cantos originarios?
–A mí me interesa el origen de nuestro folclore, la canción anónima, la aborigen, el canto primero donde se funda nuestra música popular. Cada aporte indígena, en el país, aporta otro idioma, otro tempo. Cada grupo indígena habla y describe una zona diversa del país. En lo personal, me gusta hacer esta recorrida a través del canto anónimo, originario, ese acto del que después el artista se va a nutrir.
–¿Qué encuentra en estas voces?
–Esos cantos y coplas originarias son de una riqueza de textos y armonías inmensos, nada que ver con las simplificaciones que se hicieron posteriormente. Hubo una reducción del folclore, que se sigue dando, por no tener contacto con lo originario.
La tarea del recopilador es muy difícil, y generalmente está solo a todo nivel. Es invaluable el valor cultural que tiene este aporte para salvar lo que es una cultura.
Las canciones originarias son muchísimas y muchas son desconocidas, las que se conocen es por obra de los recopiladores.
A mí me encanta el canto puro, originario, que hace mella, que descubre una huella por donde seguir. Tiene mucho vuelo textual, me parece lindo nutrirnos de esto, a partir de ahí. Ahora hay una idea del folclore simplificado, que no contiene nuestro canto africano, nuestro canto originario.
Esas melodías a mí me conmueven, encuentro que tienen una importancia social relevante. Hablan del hombre argentino y su relación con el paisaje. No hay nada mejor que defina al ser argentino que estas canciones.
Silvia Iriondo habla con claridad y con la misma transparencia con la que canta. Lejos de declaraciones pomposas, no correspondidas desde lo artístico. Su compromiso con la tierra, con el antepasado y con las voces ancestrales puede descubrirse en cualquiera de sus discos.
El territorio argentino es vasto, rico en matices. Por eso muchas veces Iriondo -como en Tierra que anda- propone sus trabajos como viajes, de los que obtiene las mejores fotografías. Postales que sólo ella, con su cálida voz, consigue. Y en ese acto, alumbra nuestro pasado y construye nuestro futuro.
Fuente: Diagonales
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