lunes, 26 de octubre de 2009

Relatos coreanos, mundos extraños

En Corea del Sur un escritor popular vende como mínimo 10.000 ejemplares.

Exquisita y compleja, la literatura coreana se empieza a conocer para el lector argentino a partir de una serie de novelas y una antología. Eun Hee-kyung, best-séller en su país, explica las particularidades de una cultura milenaria.

Por: Héctor Pavón

Tiempo después llegó la literatura coreana. No es totalmente desconocida pero recién ahora se edita en nuestro país. Con un asomo tímido pero prometedor, llegaron un par de novelas y una compilación de cuentos de un país asombroso, raro y desconocido. Durante este año Emecé publicó: El regalo del ave de Eun Hee-kyung y Hacia la hora ajena de Yi In-seong; y por su parte Oliverio Coelho compiló una serie de cuentos en Ji-Do (Santiago Arcos editor). Otros autores, otros títulos atractivos y sin promoción se pueden conseguir en librerías porteñas que importan textos de España y México. Algunos vendrán en los meses próximos editados aquí en nuestro país. Algunos autores se pueden leer en Internet dado que lideran el campo de la producción literaria virtual mundial, pero claro, en coreano. En la Argentina no hay boom ni siquiera una tendencia pero sí la posibilidad de conocer un mundo exquisito y ajeno compuesto y expresado en caracteres coreanos.

"Llegó hasta mis oídos el llanto de una mujer. Venía del patio trasero de una casa. Era un llanto reprimido que nadie debía escuchar. Ni la misma oscuridad pudo apagar ese sonido. Como un hilo de agua que desaparece en la profundidad de la tierra, ese suave llanto atravesaba la noche." El que escribe es Son Chang-sop, un autor que en 1922 publicó este cuento llamado "Sueño desvanecido" y que fue compilado por Coelho. En estos textos, en las novelas más recientes aparece una cultura atravesada por diversas angustias que han perseguido al pueblo coreano en casi toda su historia y cuyos ecos castigan al presente.

Y se leen.

La tirada mínima de una novela en Corea del Sur es de entre 3.000 y 5.000 ejemplares, un escritor popular vende como mínimo 10.000 y los best-séllers pueden traspasar la frontera de los 200.000 ó 300.000 ejemplares. Shin Kyung-sook, una de las más elogiadas escritoras de Corea, vendió un millón de ejemplares con la novela Take care of my Mom en sólo diez meses. En Francia recibió el premio L'Inapercu, palabra que significa "inadvertido" por su novela Una habitación aislada. Desde la apertura democrática, a fines de los 80, en Corea, se están traduciendo muchas obras extranjeras entre las que también figuran autores argentinos como Borges, Manuel Puig, fundamentalmente, y también Bioy Casares, Silvina Ocampo y autores más nuevos como Marcelo Birmajer. El diálogo tiene un ritmo precavido y lento. No se detiene.

Corea, lo coreano, la cultura coreana ha comenzado a instalarse y sonar familiar en la Argentina. En parte por la fuerza de una comunidad ya afincada y creciente desde los años 80. También gracias a las distintas expresiones de su cultura, especialmente del cine de Kim Ki-duk, Hon San-soo, Bong Joon-ho, Park Chan-wook, Lee Chang-dong, entre otros. La inauguración de un coqueto Centro Cultural Coreano ha colaborado en la expansión de la coreanidad. A su vez, la gastronomía llama la atención a través de gustos provocadores y colores llamativos.

Primero fueron las lenguas.

Toda literatura está atada a una lengua, un alfabeto, una caligrafía. La escritura coreana no existió siempre y para su concepción debió sortear la tremenda influencia de la lengua y escritura china. Antes de que el rey Sejong el Grande creara la escritura llamada "Hangul" en el siglo XV, la literatura coreana recibió la presión de las letras chinas al punto de que se escribía sólo en chino. Con el Hangul nació la novela y los géneros literarios conocidos como Shijo y Kasa. Shijo es la poesía escrita en tres versos donde cada uno de ellos está regido por sílabas exactas: primero y segundo con catorce y el tercero con quince. Kasa, que nació antes de la dinastía Choseon (1392-1910), es una poesía entre el verso y la prosa. La literatura moderna de Corea se formó en el ocaso de esa era con la llegada de las ideas de Occidente.

De todos modos la transformación fue lenta, ya que los intelectuales nobles prefirieron seguir escribiendo en chino porque se consideraban a sí mismos superiores y al resto plebeyos. La literatura clásica se desarrolló dentro de las creencias tradicionales coreanas y recibió al mismo tiempo la influencia del taoísmo, el confucianismo y el budismo. De Occidente se importó el pensamiento cristiano y varias tendencias y corrientes artísticas que provocaron el abandono de la escritura china.

Corea siguió sufriendo sometimientos. Japón tomó el trono de la dinastía Choseon y colonizó el país desde 1910 hasta 1945. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial se inició la Guerra Fría que dividió el escenario coreano en dos: determinó que el norte quedaba bajo control soviético y el sur bajo control estadounidense. La tensión permanente desembocó en la Guerra de Corea y la profundización de la división. En 1961 un golpe militar instauró una dictadura que estuvo en el poder hasta 1987. Un año después Corea organizaba los Juegos Olímpicos, se abría al mundo y comenzaba un vertiginoso proceso de modernización.

Desde Corea, Eun Hee-kyung autora de El regalo del ave, trata de explicar cómo se llegó a este presente literario: "Hace mucho que fue presentada la literatura coreana en el mundo occidental. En los 60 como la literatura de guerra y pobreza, y en los 70 como la de la lucha democrática contra la dictadura. En consecuencia, se produjo un malentendido sobre la literatura coreana. En la actualidad hay mucha variedad en ella. Con identidad propia reproduce la sociedad coreana, pero con una fuerte conciencia 'cosmopolita'. Tenemos escritores ganadores de premios literarios en Francia y en Alemania."

Uno de esos autores consagrados es el poeta Ko Un nacido en Gunsan (Corea del Norte) en 1933. Ha publicado más de cien volúmenes de poesía, ficción, ensayos, traducciones y drama. La poesía va de la lírica breve a la vasta épica; la ficción incluye la novela de inspiración budista. La serie de doce volúmenes Manibo (Diez Mil Registros de Vida) contiene historias cortas que evocan todas las personas que Ko Eun conoció en su vida. Entre la ficción coreana publicada en los últimos años se destaca la trilogía testimonial (nostálgica y trágica) de Yi Mon-yoi; la recreación histórica de un héroe de Kim Hu en El canto de la espada; La Plaza, de Cho In-hun, una novela muy leída en los 60, que trata sobre la falta de identidad, personificado en la vida de un estudiante que no encuentra su lugar ni en el comunismo del Norte ni en la sociedad capitalista del Sur.

El presente no sólo trajo múltiples y prolíficos escritores muy leídos en Europa sino también el fenómeno de la ciberliteratura. Corea fue pionero en este terreno debido a que es uno de los países de mayor desarrollo en tecnología de Internet: más de 35 de los 48 millones de sus habitantes están conectados a la red. En diciembre de 1989 el autor coreano Lee Seong-Soo (1968) empezó a escribir una novela de ciencia ficción llamada Atlantis Rhapsody en Internet y dos años después la publicó como libro. A partir de entonces aparecieron innumerables sitios web relacionados con la ciberliteratura donde los relatos coreanos tienen una fuerte presencia. Todas se dedican a la creación literaria, no a la teoría. Es común que los ciberautores no se den a conocer de ningún modo. Son anónimos. Se calcula que diariamente se suben mil novelas en coreano a la Web. Los ciberescritores mantienen un fluido contacto con sus lectores quienes también dejan sus críticas. Varias de esas novelas, las de mayor popularidad, han llegado a convertirse en películas.

Oliverio Coelho es un argentino que estuvo invitado en Corea por seis meses y cuenta cómo fue vivir dentro de la literatura coreana: "Estar en contacto con escritores locales fue una de las experiencias más significativas. En primer lugar, porque el diálogo con escritores fue una puerta de entrada a la identidad de un país milenario, a una cultura eclipsada por un progreso que trajo otros beneficios pero dejó tradiciones refinadas mucho más lejos de lo que realmente están. En segundo lugar, porque me reveló que existía un discurso intelectual capaz de metabolizar, a través de la ficción y el ensayo, los cambios abruptos que el país había sufrido en los últimos treinta años. En medio de ese progreso acelerado, los escritores se habían tomado su tiempo para pensar la modernización o, al menos, contrastarla y saldar cuentas con la historia trágica del país durante el siglo XX".

Mercedes Güiraldes es la editora de Emecé que eligió los títulos que ese sello ha publicado y piensa llevar adelante más proyectos literarios coreanos en 2010. Los libros se traducen gracias al apoyo del Korea Literature Translator Institute (KLTI). "Hace cuatro años parecía imposible. Que se haya concretado es una gran satisfacción porque son libros muy buenos".

Se ha definido la tendencia actual como la de la literatura de la "diversidad" donde las nuevas generaciones se manifiestan de modo más libre, vivo y experimental. En su país, los jóvenes coreanos desde los años 90 son la generación de "viajeros con mochila", como los llaman allí, quienes han contribuido a ampliar el horizonte de la literatura coreana. Así, se generó un espacio que funde acertadamente tradición y modernidad, clasicismo y vanguardia, pasado y presente; males y problemáticas de siempre.

"La prosa moderna coreana desde el periodo de apertura hasta los años 60 y 70 muestra mejor una particularidad como literatura nacional que un carácter general de literatura universal. Y la historia de la prosa moderna se resumiría como el proceso de un constante esfuerzo por reflejar la realidad en todas sus dimensiones", sostiene Cho Don-gil, autor de Historia de la Literatura Coreana y profesor de la Universidad Nacional de Seúl.

"Como un vacío absoluto, como una vaguedad en la que hasta la muerte es el hilo de un rayo. Así es. ¡Qué se puede hacer! Ayer, allí existían el cielo y el mar con una línea fronteriza muy clara. Luego todo desapareció. ¿Qué podía hacer yo?". La escritura, la declaración, la pregunta es de Yi In-seong; la sensación, el color, la intensidad, es de la literatura coreana de todas sus épocas.

Fuente: Revista Ñ

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