Historias de Pulcinella . Por Bruno Leone. III Festival Internacional de Títeres Al Sur, plaza Matheu (Irala y Lamadrid, La Boca).
Sábado, a las 15.30; entrada libre. Plaza del Mástil (Lisandro de la Torre y Tandil, Mataderos).
Domingo, a las 15.30; entrada libre. El Galpón de Catalinas (Benito Pérez Galdós 93, La Boca). Domingo, a las 20. Entradas: $ 20.
Nuestra opinión: muy buena
El personaje, narigón y con su joroba a cuestas, siempre sonriente detrás de su máscara, se burla de la autoridad, se rebela contra el poder y derrota hasta a la mismísima Muerte, a fuerza de picardía y cachiporrazos. Surgido en Nápoles como bufón de la commedia dell´arte , Pulcinella saltó a comienzos del siglo XVII a las manos de los titiriteros. Primo mayor de otros tantos personajes de los retablos europeos, como el Punch inglés, el Kasper alemán, Polichinelle en Francia y Petrushka en Rusia, divierte desde entonces a grandes y chicos en plazas y teatros con una efectividad singular.
Bruno Leone retomó esta tradición hace treinta años del último de los tradicionales maestros titiriteros napolitanos, Nunzio Zampella, cuando casi se había extinguido su arte por falta de público en una cultura excesivamente mediatizada. En estos días, participando del III Festival Internacional de Títeres Al Sur, puso en evidencia la vitalidad del protagonista de sus Historias de Pulcinella .
Superando barreras idiomáticas, con la característica voz distorsionada por la pivetta (lengüeta), Pulcinella encuentra la complicidad imprescindible e inevitable del público también en La Boca, donde los chicos le advierten sobre la cercanía del perro que lo quiere devorar, lo instan a lanzar al avaro terrateniente al Riachuelo y estallan en aplausos cuando sale airoso de los entreveros más riesgosos.
Leone, mimetizado con su personaje, lo presenta, le recrimina cuando se pasa de listo y lo protege en un final sorpresivamente virado hacia la ternura. Hasta ahí, Pulcinella, irreverente, desafía a los poderosos, sean representantes feroces del reino animal, de los poderes fácticos locales como la autoridad policial, los propietarios y la Iglesia, o bien de instancias supraterrenales, como la Muerte.
Todo se presta al juego, hasta la horca a la que lo pretenden condenar por sus tropelías e incluso la cachiporra, cuyos golpes siempre pueden derivar en ritmos bailables. Leone maneja el tempo con maestría y responde a los estímulos del público sin perder el rumbo de la representación.
El festival, organizado por el Grupo de Teatro Catalinas, cuenta de este modo para su cierre, tras el paso de algunos artistas excepcionales, como el marionetista ruso Viktor Antonov, con su Circo en Hilos, con una puesta en escena con la vigencia de los clásicos, venida de lejos, pero vivida de cerca por los pequeños espectadores.
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