Todos los domingos, los amantes de la música autóctona de nuestro país tienen un espacio gratuito para cantar, bailar y conocer gente que comparta sus mismos gustos.
Quién no los ha visto alguna vez: sobre la plaza Italia, en la vereda que sigue en línea recta hacia diagonal 74, con un equipo de sonido que emite folclore a todo lo que da. Ellos -que llegan a ser cientos si el día está lindo- bailan en parejas, bien o mal, con o sin pañuelos, pero con una alegría y desahogo que se nota de lejos.
Lo que no muchos saben es que detrás de “La Juntada”, ese grupo cada vez más numeroso de enamorados de la música folclórica que, valga la redundancia, se junta todos los domingos del año en la plaza, hay un gran sueño cumplido, y otros tantos esperando poder concretarse.
Y, aunque todo cuesta en la vida y esta historia no es la excepción, también se desprende un mensaje de voluntad, fe y convicción, sentimientos que permitieron que, por ejemplo, Gustavo Madril aprendiera a cantar y a tocar la guitarra, sin saber nada, a los 49 años. Aunque había mamado todo tipo de música en su casa familiar, Gustavo comenzó a ensayar los primeros acordes de sus canciones favoritas recién cuando hubo terminado la crianza de sus hijos, y consideró que era tiempo de ocuparse de sí mismo.
Este comerciante, dueño de un negocio familiar, nacido en San Nicolás pero criado en nuestra ciudad, y que hoy reside en la vecina Punta Lara, tenía un sueño: defender nuestras raíces, a partir de la música autóctona. Se le ocurrió que un buen homenaje a los cantores y compositores que nos representan era interpretar sus canciones frente al público, en plaza Italia, un punto de la ciudad en el que los fines de semana confluye una atrapante combinación de actividades y entretenimientos culturales y populares.
Rápidamente, se fue sumando gente con las mismas intenciones que Gustavo, y no tardó en aparecer la danza, que es “la vedette” de los encuentros, según él mismo la define. Para el año 2000, no mucho tiempo después de haber empezado, el grupo estaba consolidado y sus miembros decidieron adoptar formalmente ese nombre con que ya se los conocía por lo que hacían todos los domingos: La Juntada.
Las actividades que se fueron incorporando después tienen mucho que ver con la solidaridad, ya que reúnen alimentos, ropa y juguetes para llevar a zonas necesitadas del norte argentino.
Dentro de los proyectos más firmes que tiene el grupo -que obtuvo la personería jurídica como “Casa de Cultura, Biblioteca Popular y Peña” en 2005- figuran “conseguir un lugar físico para poder bailar bajo techo y establecer una biblioteca con volúmenes en papel, pero más que nada con textos digitalizados; y crear una Casa de Folclore, para brindar talleres sobre armado e interpretación de instrumentos, baile, y más”, contó Gustavo en diálogo con Hoy.
Aunque las cerca de 35 personas que forman el grupo fijo de La Juntada vienen peleando por estos anhelos casi desde el comienzo, hasta ahora sólo han tenido breves estadías en lugares prestados, y una larga lista de promesas vacías.
Por lo pronto, están contentos con la atmósfera que logran todos los domingos desde las 4 de la tarde en la plaza, que invita abiertamente a todo aquel que quiera bailar o cantar. Y hay un detalle que los llena de orgullo: durante el anterior gobierno local, La Juntada fue declarada de Interés Cultural.
“Muchos miran y quieren bailar pero tienen vergüenza de hacer un papelón, o de que los vea alguien conocido”, señala Gustavo, y agrega que, en general, estos casos observan varios fines de semana, hasta que por fin se animan. “Esta movida ha logrado cambiarle al ánimo a mucha gente, y uno no toma consciencia de eso hasta que no vienen y te lo cuentan”, manifestó, en relación a la cantidad de adultos mayores que están solos, o de los estudiantes del interior que, arrastrando un gran bagaje folclórico, encuentran en La Juntada un excelente plan para los aburridos domingos.
Así, la risa, los mates, los reencuentros y el baile descontracturante forman parte -literalmente- del folclore de las tardes dominicales en un rincón de plaza Italia.
Fuente: Hoy
Quién no los ha visto alguna vez: sobre la plaza Italia, en la vereda que sigue en línea recta hacia diagonal 74, con un equipo de sonido que emite folclore a todo lo que da. Ellos -que llegan a ser cientos si el día está lindo- bailan en parejas, bien o mal, con o sin pañuelos, pero con una alegría y desahogo que se nota de lejos.
Lo que no muchos saben es que detrás de “La Juntada”, ese grupo cada vez más numeroso de enamorados de la música folclórica que, valga la redundancia, se junta todos los domingos del año en la plaza, hay un gran sueño cumplido, y otros tantos esperando poder concretarse.
Y, aunque todo cuesta en la vida y esta historia no es la excepción, también se desprende un mensaje de voluntad, fe y convicción, sentimientos que permitieron que, por ejemplo, Gustavo Madril aprendiera a cantar y a tocar la guitarra, sin saber nada, a los 49 años. Aunque había mamado todo tipo de música en su casa familiar, Gustavo comenzó a ensayar los primeros acordes de sus canciones favoritas recién cuando hubo terminado la crianza de sus hijos, y consideró que era tiempo de ocuparse de sí mismo.
Este comerciante, dueño de un negocio familiar, nacido en San Nicolás pero criado en nuestra ciudad, y que hoy reside en la vecina Punta Lara, tenía un sueño: defender nuestras raíces, a partir de la música autóctona. Se le ocurrió que un buen homenaje a los cantores y compositores que nos representan era interpretar sus canciones frente al público, en plaza Italia, un punto de la ciudad en el que los fines de semana confluye una atrapante combinación de actividades y entretenimientos culturales y populares.
Rápidamente, se fue sumando gente con las mismas intenciones que Gustavo, y no tardó en aparecer la danza, que es “la vedette” de los encuentros, según él mismo la define. Para el año 2000, no mucho tiempo después de haber empezado, el grupo estaba consolidado y sus miembros decidieron adoptar formalmente ese nombre con que ya se los conocía por lo que hacían todos los domingos: La Juntada.
Las actividades que se fueron incorporando después tienen mucho que ver con la solidaridad, ya que reúnen alimentos, ropa y juguetes para llevar a zonas necesitadas del norte argentino.
Dentro de los proyectos más firmes que tiene el grupo -que obtuvo la personería jurídica como “Casa de Cultura, Biblioteca Popular y Peña” en 2005- figuran “conseguir un lugar físico para poder bailar bajo techo y establecer una biblioteca con volúmenes en papel, pero más que nada con textos digitalizados; y crear una Casa de Folclore, para brindar talleres sobre armado e interpretación de instrumentos, baile, y más”, contó Gustavo en diálogo con Hoy.
Aunque las cerca de 35 personas que forman el grupo fijo de La Juntada vienen peleando por estos anhelos casi desde el comienzo, hasta ahora sólo han tenido breves estadías en lugares prestados, y una larga lista de promesas vacías.
Por lo pronto, están contentos con la atmósfera que logran todos los domingos desde las 4 de la tarde en la plaza, que invita abiertamente a todo aquel que quiera bailar o cantar. Y hay un detalle que los llena de orgullo: durante el anterior gobierno local, La Juntada fue declarada de Interés Cultural.
“Muchos miran y quieren bailar pero tienen vergüenza de hacer un papelón, o de que los vea alguien conocido”, señala Gustavo, y agrega que, en general, estos casos observan varios fines de semana, hasta que por fin se animan. “Esta movida ha logrado cambiarle al ánimo a mucha gente, y uno no toma consciencia de eso hasta que no vienen y te lo cuentan”, manifestó, en relación a la cantidad de adultos mayores que están solos, o de los estudiantes del interior que, arrastrando un gran bagaje folclórico, encuentran en La Juntada un excelente plan para los aburridos domingos.
Así, la risa, los mates, los reencuentros y el baile descontracturante forman parte -literalmente- del folclore de las tardes dominicales en un rincón de plaza Italia.
Fuente: Hoy
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