jueves, 17 de junio de 2010

Los universos de la política y la poesía, componentes de una charla literaria

Ciclo Cuatro ficciones: Vicente Muleiro y Alberto Szpunberg traen a La Plata sus vidas y sus obras

En mayo de 2008, la editorial Mil Botellas comenzó con un ciclo (Cuatro Ficciones), que no sólo logró con el cometido de perdurar en el tiempo sino que se convirtió -quizás- en una de las pocas alternativas válidas a la hora de hablar de literatura o de todo lo que se genera en torno a ella. Ronda poesía es el nombre que eligieron sus organizadores para las jornadas del mes de junio. Este jueves , a las 19.30, bajo la consigna "Poesía y política" llegarán al Centro Cultural Islas Malvinas (19 y 51) Alberto Szpunberg y Vicente Muleiro. Diagonales repasó con ambos el universo de la poesía, el oficio de periodista y la política en la poesía o la poesía en lo política.

Alberto Szpunberg. “No todas las épocas fueron como ahora en el periodismo, si se piensa en diarios como Clarín y La Nación donde existe una verdadera dictadura de redacción y donde se impone su mirada según la política del diario. Yo fui más afortunado, y en la época que ejercí el periodismo, las redacciones eran un ámbito de discusión, charlas y hasta peleas, y la cosa política tenía licencia, se mezclaba con la cultura y se hablaba de poesía. Con Miguel Ángel Bustos trabajamos juntos en la revista Panorama entre 1971 y 1972. Con él se mezclaban desde los poemas, que intercambiábamos hasta la vida de bares, cafés y la expropiación de libros.

Personalmente ni bien pude zafar del periodismo lo hice, y me pasé al campo editorial. Fue como sacarme de encima un peso. Llegó un momento en el que empecé a sentir que se me gastaban las palabras, y las palabras desgastadas no funcionan para la poesía. A mí me interesaba la docencia, lo que pasa que cada vez que aparecía una dictadura me rajaban de la universidad. Después hubo otras situaciones y manos más duras. Escribir entre líneas se volvió imposible".

–¿Y el exilio cómo se introduce en la poesía?

–El exilio es una situación extraña, puedo hablar así porque la viví. Sí había conocido varios exiliados franquistas, pero era la historia de ellos y nunca me imaginé que la iba a vivir. Es una experiencia tan traumática, tan impactante que se te cuela por todos lados. Y llegó un momento de retomar la lucha, y comencé a denunciar todo lo que sucedía , a difundir los detenidos, desaparecidos, no todos se volcaron a ello pero sí muchos de los que formábamos parte del exilio político nos volcamos a la solidaridad con lo que ocurría en Argentina, Chile y Uruguay.

–¿Pueden convivir la poesía y la política?

–Y por qué no. Un plomero o un remisero no solo viven de sus trabajos de plomería y remises, hacen otras cosas. Entonces un poeta porque no va a poder ejercer la política o la lucha política. El plomero utiliza su caja de herramientas y el poeta sus poemas. Es distinto cuando se plantea la intencionalidad política, eso ya es casi como confundir el levante con el amor.

Vicente Muleiro. “La madre de toda relación con el lenguaje es la poesía, que después puede adquirir distintas formas y pasar a otros géneros. Mi relación con la palabra y enriquecimiento surge a partir de mi relación con la poesía. Por su parte la novela me interesa por la posibilidad de establecer determinados retablos humanos. El año pasado, se estrenó en teatro la obra Vide/la cinta fija, y fue una gran experiencia ver corporizado algo que pasó por tu cabeza, fue algo magnífico”.

–¿Cómo surgió esta posibilidad de trabajar con Norman Briski?

–Yo escribí junto a María Seaone el libro El Dictador, basado en la vida de Jorge Rafael Videla y entre muchas cosas me había quedado grabada la imagen de Videla entrenándose con una cinta fija, ejercitándose para ser un buen muerto, posibilidad que el no ofreció. Y me parecía que esa imagen tenía carnadura teatral, así que escribí un texto, Briski lo leyó, me hizo algunas recomendaciones que me parecieron muy oportunas y la rescribí. En el mes de agosto tendrá su reestreno en el Teatro Caliban.

–La charla de mañana se denomina Poesía y política, ¿cómo ve esta relación?


–No veo ninguna relación, la poesía debe ser fundamentalmente libre. Con seguridad que la subjetividad política de un escritor se va a volcar en su poesía. Y hay casos como los de Ernesto Cardenal o Pablo Neruda, en los que se dio. Pero se debe tener cuidado porque se puede caer en el panfleto. Yo soy de la idea de que la poesía sopla donde quiere. Un poeta puede escribir sobre la arquitectura de su ciudad y ser un ciudadano muy activo.

–Trabaja como periodista, ¿Cómo hace para desconectarse para meterse en el universo de la poesía?

–No hay una fórmula. En mi caso suelo vivir mucho el día. Tengo un entrenamiento. Todas las mañanas me dedico a escribir mis cosas literarias, ya sea poesía o algún proyecto de novela en el que pueda estar trabajando. Es un hábito que tengo introyectado. También es verdad que todo el mundo sabe que en el periodismo hay muchas jornadas conflictivas y entonces no resulta fácil disociarse.

De todos modos el periodismo me parece un buen lugar para un escritor, como antes quizás lo era la academia y la bohemia del café. Es un lugar donde se da una conexión muy intensa con la realidad, y la posibilidad de conocer distintos personajes. No hay una única verdad, y remarcando que no hay fórmulas fijas, cada uno es modelo de sí mismo.

Fuente: Diagonales

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