miércoles, 16 de junio de 2010

Ral Veroni: La poética del Grafitti

Noche. Graffiti a la manera pompeyana sobre tanque de agua.

La Forastera

16-06-2010 / Una sutil operación de montaje, donde el hecho estético convive con el histórico, el mítico y el poético, que rescata la imagen original del término con el que la cultura mediterránea asignaba al símbolo: la reunión de las dos partes extraviadas de una única medalla. Así, las partes complementarias de esa medalla que descubre en sus excavaciones: la Pompeya a los pies del Vesubio y la barrial rioplatense.

Por Cristina Civale

En 2006 el dibujante Ral Veroni volvió a Buenos Aires luego de vivir durante diez años en diversas ciudades europeas. De la última parada, Escocia, se trajo a su esposa, Linda Veroni con quien lleva la flamante Galería Mar Dulce. Actualmente parte de su obra puede visitarse en el nuevo espacio de la calle Uriarte pero el fragmento más curioso de ella puede apreciarse en Pasaje 17, en Bartolomé Mitre 1559, a un par de cuadras del congreso.

Me refiero a Grafitos Neo-Pompeyanos donde hace un cruce con los graffitis y stenciles que plantó en distintas paredes de la ciudad y los encontrados en Pompeya. La cosa sucedió así: María Victoria Coce y Alfredo Benavidez Bedoya, filóloga de la UBA ella y artista él, lo invitaron a participar en “Pompeya – Nueva Pompeya, gráfica urbana, culta y popular”, un proyecto de investigación donde se invitó a académicos y a artistas a reflexionar sobre los conceptos de lo culto y lo vulgar, teniendo en cuenta que en los grafitos encontrados en Pompeya italiana convivían el poema lírico y el insulto con igual relevancia. Es ante esta convocatoria que Veroni decide revisitar aquellos tanques de agua y paredes que había intervenido en los años 90, antes de su periplo europeo, donde como un joven rebelde recorría la ciudad aerosol en mano. Los rastrea, los encuentra y vuelve a grafitearlos a la manera pompeyana, es decir con una punta de acero sobre la argamasa.

Se perciben dos épocas en la realización de sus graffitis. Los primeros fueron ejecutados entre el 91 y el 93, con esténcil y aerosol. Ésta era la época en que la inseguridad hizo que muchos vecinos contrataran guardia privada para vigilar sus calles. La mayoría de estos guardias eran mano de obra desocupada de la época de la dictadura. Para evitarlos, ya que por ese entonces Veroni hacía sus graffitis en la calle, se le ocurrió buscar otros muros menos expuesto, y es así como empezó a pintar sus graffitis en tanques de agua y medianeras y esos son los de la segunda etapa, medio clandestinos, medio robados al ingenio y a la represión. Algunos se puedan ver todavía hoy desde la calle, aunque veinte años de remodelación urbana y la erosión que marca el tiempo borraron la mayoría. Gran parte de esos graffitis fueron realizados en los barrios de Caballito, San Telmo, Almagro, Chacarita y Nueva Pompeya.

En la reescritura de los graffitis realizados para el proyecto Neo Pompeyano, el hecho estético convive con el histórico en una operación exquisitamente apócrifa. Así es, los grafittis callejeros determinan el patrón referencial en el que el artista revierte las formas con las que el pasado legitima el presente. Veroni reconstruye, a diferencia de los arqueólogos, un presente ya en ruinas y lo proyecta a un pasado mitificado donde conviven, molestos y resignados, sus antihéroes y semidioses suburbanos. No es casual entonces que sea aquí donde el absurdo, el tiempo o el dolor intervengan sobre los destinos humanos con tanta vitalidad y desmesura.

“Los grafitos de Pompeya la antigua –me explica Veroni- fueron preservados gracias a un accidente: la catástrofe del Vesuvio cuyas cenizas cubrieron la ciudad dejando intacta su infraestructura”. Y tiene razón, de otro modo esos grafitos habrían desaparecido al igual que los del resto del imperio, del mismo modo que desaparecen los que hoy están, por ejemplo, en los baños de Constitución. “Yo no espero que haya un Apocalipsis –me cuenta el artista mientras me muestra las fotos que relevan su obra- para preservar los míos. Justamente juego con símbolos que representan al Absurdo, el absurdo deseo de posteridad por ejemplo, o el símbolo del lugarteniente del sinsentido al que llamo Al Pedín, numen de las causas inútiles”.

Ral Veroni se siente conectado con esos restos de Pompeya por ser hijo de un padre italiano que vino a la Argentina en la segunda década del siglo pasado. “Nuestra idiosincrasia latina, la herencia de nuestra lengua, el nombre del barrio son elementos que ayudan al vuelo poético –afirma-. El ennegrecimiento de los tanques a causa del smog de la ciudad me ayudaron mucho a lograr un buen contraste en la línea del grafito al momento de raspar el estilete sobre la superficie de cemento, pero me hizo pensar en ese lento volcán urbano que conforman nuestros caños de escape”.

Sus graffitis pueden verse como delicados rasguños sobre los muros, un escrúpulo que se escorza cuando se mira el dibujo.

La muestra comprende ocho fotos color a gran formato de los graffiti sobre tanques de agua que Veroni registró junto al fotógrafo Bruno Dubner. La exposición se completa con una veintena de postales color sepia de la antigua Pompeya dibujadas por arriba con los símbolos que forman el panteón de caracteres al que Veroni Teatrito rioplatense de entidades –un lenguaje de signos inventados por él mismo- que podrían retrotraernos a aquellas deidades romanas del imperio en decadencia.

Venoni linkea dos urbes que se presentan forzosamente gemelas, en un juego atemporal, coetáneo y no contemporáneo, donde pareciera que hay un espejo clavado en un túnel de tiempo imaginario que las obligan a mirarse.

¿Y cuál es la fascinación que produce esta operación que podría parecer rebuscada? El encantamiento se produce al relacionar el presente en el pasado, focalizando graffitis y textos apócrifos, dibujos y escrituras que resignifican sus intenciones y se activan con la falsa neutralidad de las prácticas arqueológicas, en el cruce siempre inquietante entre lo llamado culto y lo popular.

De este modo, Grafitos Neo Pompeyanos adquiere con sus ironías y guiños, una poética no siempre piadosa sobre el destino de los humanos, más concretamente sobre los que habitan esta tierra en esta precisa zona del planeta. *

Fuente: Asterisco

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