viernes, 1 de enero de 2010

El tranvía platense en el recuerdo

Recuerdo que su presencia era presentida, porque tal era el ruido que hacían las formaciones, que se oían venir desde varias cuadras, es por eso que fueron muy escasos los choques.

El tranvía era un buen modo de transporte, limpio, ideal para ancianos y niños y no hacia discriminación, pues entraba tanto en calles de tierra como en el empedrado.

El primitivo tranvía platense con sus mayorales de largos bigotes y un guía con un trompeta o cornetín abriendo paso, funcionó poco después de la fundación de la ciudad.

La primera línea partía de la estación de las calles 42 y 4 ahora convertida en terminal de ómnibus, hacia la calle 1, tomando luego por diagonal 80 al centro, siguiendo por calle 7 hasta la 65 regresando por el mismo recorrido.

Primero estaba la compañía inglesa, luego denominada Compañía de Tranways Eléctricos La Plata, con directorio en Londres.
El 6 de agosto de 1908 se otorgo también concesión a una nueva empresa llamada Gran Nacional de Tranvías, estas dos empresas empezaron a competir en beneficio a sus servicios.

Después del centenario, en 1910, se electrificaron las líneas de tranvías y comenzó a aplicarse al recorrido que salía de 42 y 4; mientras que hacia 1911 se electrificó la línea suburbana a Berisso.

Las dos empresas tranviarias, la inglesa y la nacional, esta última fundada por don Juan Tettamanti, cubriendo con sus servicios la ciudad y sus alrededores, con las líneas 3 y 4 hasta Cambaceres, las líneas 1 y 2 hasta Tolosa, corriendo la 1 hasta 17 y 71, donde funcionó la estación del Ferrocarril Provincial al Meridiano V; la 5 a Los Hornos; 7 y 8 al cementerio, y las 9, 10 y 11 y la número 13 que llegaba a 7 y 520, Villa Rivera.

Recuerdo que para el 21 de septiembre, la alegría del estudiantado que le gastaba bromas a los “motorman” -así se les llamaba a los que conducían-, sacándoles el trole que tomaba la electricidad del cable.

El “motorman” conducía sentado en un banquito y el boletero cobraba el pasaje, en el tranvía había unas cuerditas que comunicaban a una campanita, cuando uno decidía descender tiraba de la soguita y hacía sonar el artefacto, lo que indicaba que en la próxima parada había pasajeros que bajaban. En la noche, los chisporroteos de los troles iluminaban con sus fogonazos.

La empresa de Tettamanti empleaba a unas 500 personas y en la administración solamente a 5, entre quienes estaba la esposa de don Juan, Juana Crees de Tettamanti, de origen alemán. Ella colaboraba con su marido y seguramente fue la primera ejecutiva de empresa que conoció la ciudad, y al fallecer su esposo, continuó al frente de ese emporio del transporte.

Cuando desaparecieron definitivamente algunos de los tranvías, se hicieron de los coches aulas de escuelas suburbanas, donde carecían de edificios.

El tranvía dejo un gran recuerdo, el de los viajes tranquilos sin frenadas bruscas, se despidió para no volver un 31 de diciembre de 1966, en algunas calles platenses aun hoy se ven sus rieles que recuerdan su paso cansino y ruidoso, evocan para muchos una niñez y un tiempo de ayer.

Roberto Abrodos
La Plata Mágica
http://www.laplatamagica.com.ar

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