DICTADURA. Durante la última dictadura militar, Vieyra filmó la saga de los "Comandos Azules", señalada como propaganda del accionar represivo del Estado. Y en 1996, "Adiós Abuelo", leída como defensa de la apropiación de menores. Aquí, un fragmento de "La gran aventura", de 1974.
El realizador tenía 89 años y padecía una enfermedad que lo aquejaba desde hacía unos meses. Defendido por cultores del género clase B y reprobado por la crítica, Vieyra fue el responsable, entre otros 30 filmes, de varias películas de Sandro y del clásico "Correcional de mujeres".
El cineasta Emilio Vieyra, uno de los más prolíficos directores argentinos, autor de filmes como "Sucedió en el internado" (1985), "La Bestia desnuda" (1971) y "Quiero llenarme de ti" (1969), falleció el lunes a los 89 años, a causa de una enfermedad que lo aquejaba desde hacía unos meses.
Vieyra murió el lunes por la mañana en su casa, luego de pasar una semana internado en el Sanatorio Anchorena de la ciudad de Buenos Aires y, según informó su hija, María Fernanda Blasco, "estaba lúcido y por suerte no sufrió dolores". "Murió a causa de una enfermedad que recién se le había detectado. A pesar de su edad, siempre tenía proyectos y pensaba hacerlos en cualquier momento, entre ellos un thriller policial" afirmó Blasco, quien consideraba a su padre como "un hombre íntegro, realmente lleno de valores".
Los restos de Vieyra, que actualmente se desempeñaba como coordinador de previsión social de Argentores, asociación de la que fue secretario durante más de 10 años, fueron cremados el mismo lunes por pedido expreso del difunto, quien solicitó a su familia que no lo velaran ni lo enterraran.
Nacido el 12 de octubre de 1920, Vieyra fue director y productor de la mayoría de sus 30 largometrajes, en algunos de los cuales también participó como actor.
En 2005, después de un largo paréntesis de nueve años luego de filmar "Adiós abuelo" en 1996, el veterano cineasta volvió a los sets para filmar el policial "Cargo de conciencia", protagonizado por Rodolfo Ranni, Pepe Soriano, Rubén Stella y Alicia Zanca.
Muy criticado en su momento por la supuesta defensa que "Adiós abuelo" hacía de la apropiación ilegal de menores durante la última dictadura militar, Vieyra elaboró en "Cargo de conciencia" un thriller donde una mujer policía y un periodista inician una investigación sobre el suicidio de un senador.
Responsable de títulos como "Sucedió en el internado" (1985), "Comandos azules" (1980), "La Bestia desnuda" (1971), "La venganza del sexo" (1971) y "Quiero llenarme de ti" (1969), Vieyra fue quizás uno de los directores más prolíficos y taquilleros del cine argentino, con títulos que superaron el millón de espectadores.
Su caso es curioso: aunque fue castigado siempre por la mayor parte de la crítica, también se ganó el reconocimiento de un pequeño grupo de adeptos entre la prensa especializada y el público gracias a películas como "Sangre de vírgenes" (1967) y "Correccional de mujeres" (1985).
Los amantes del cine clase B americano encontraron en Vieyra a un Roger Corman criollo capaz de construir filmes de muy bajo presupuesto con dosis equilibradas de sangre y sexo, e intentaron patentarlo como "director de culto".
Iniciado en la dirección en 1961 con "Detrás de la mentira", Vieyra recorrió en su extensa carrera los más diversos géneros, desde la comedia inocente a subida de tono, pasando por el terror y los policiales, y llegando hasta los filmes musicales. En medio de títulos como "Villa Cariño está que arde" (1968) y "Yo gané el Prode, ¨y usted?" (1972) aparecen filmes protagonizados por Sandro ("Gitano" y "La vida continúa", ambas de 1969) o Leonardo Favio ("Simplemente una rosa", de 1971) en el esplendor de su carrera como cantante.
También es responsable de "La gran aventura", iniciadora de la saga de comedias de acción protagonizadas por los detectives "Delfín", "Tiburón" y "Mojarrita", que luego continuó Carlos Galettini.
Luego de aquella experiencia, Vieyra filmó "Los irrompibles" (1975) -la parodia de un western protagonizada por Jorge Martínez y Ricardo Espalter- y dos películas ("Comandos azules", de 1979, y "Comandos azules en acción", de 1980) que le valieron críticas por su ponderación de los grupos parapoliciales.
Fue en aquella época, la de la última dictadura militar en la Argentina, durante la cual fue acusado de "filmar para el Proceso", un cargo que él negó rotundamente: "Es como pensar que los responsables de las cárceles me pagaban para hacer largometrajes como 'Coreccional de mujeres'", se justificó en una entrevista hace algunos años.
Durante la filmación de "Cargo de conciencia", Vieyra se definió sin pudores como un fabricante de películas: "No me considero un artista sino un artesano del cine. Soy un fabricante de películas al que le interesa hacer un producto que la gente consuma. A mí lo que me interesa es elcine que entretiene" decía.
Acerca de sus elecciones a la hora de filmar, Vieyra sostuvo que "el policial, de intriga o suspenso, es lo que más me seduce, y después hacer películas entretenidas, con buen ritmo, que no se detengan. Siempre preferí la sobriedad y el ritmo del cine estadounidense por sobre la teatralidad y la lentitud del europeo".
Y dando su particular visión sobre la actual producción del cine argentino, aseguró que "no se puede ir contra lo que el público quiere".
"El cine que le interesa a la gente es el que lo emociona, el que le muestra nuestra idiosincrasia, el que lo entretiene, que lo hace reír, como algunas películas que todos los críticos ignoran o descalifican pero meten un millón de espectadores" aseguraba.
Fuente: Revista Ñ, Télam y Clarín.
El cineasta Emilio Vieyra, uno de los más prolíficos directores argentinos, autor de filmes como "Sucedió en el internado" (1985), "La Bestia desnuda" (1971) y "Quiero llenarme de ti" (1969), falleció el lunes a los 89 años, a causa de una enfermedad que lo aquejaba desde hacía unos meses.
Vieyra murió el lunes por la mañana en su casa, luego de pasar una semana internado en el Sanatorio Anchorena de la ciudad de Buenos Aires y, según informó su hija, María Fernanda Blasco, "estaba lúcido y por suerte no sufrió dolores". "Murió a causa de una enfermedad que recién se le había detectado. A pesar de su edad, siempre tenía proyectos y pensaba hacerlos en cualquier momento, entre ellos un thriller policial" afirmó Blasco, quien consideraba a su padre como "un hombre íntegro, realmente lleno de valores".
Los restos de Vieyra, que actualmente se desempeñaba como coordinador de previsión social de Argentores, asociación de la que fue secretario durante más de 10 años, fueron cremados el mismo lunes por pedido expreso del difunto, quien solicitó a su familia que no lo velaran ni lo enterraran.
Nacido el 12 de octubre de 1920, Vieyra fue director y productor de la mayoría de sus 30 largometrajes, en algunos de los cuales también participó como actor.
En 2005, después de un largo paréntesis de nueve años luego de filmar "Adiós abuelo" en 1996, el veterano cineasta volvió a los sets para filmar el policial "Cargo de conciencia", protagonizado por Rodolfo Ranni, Pepe Soriano, Rubén Stella y Alicia Zanca.
Muy criticado en su momento por la supuesta defensa que "Adiós abuelo" hacía de la apropiación ilegal de menores durante la última dictadura militar, Vieyra elaboró en "Cargo de conciencia" un thriller donde una mujer policía y un periodista inician una investigación sobre el suicidio de un senador.
Responsable de títulos como "Sucedió en el internado" (1985), "Comandos azules" (1980), "La Bestia desnuda" (1971), "La venganza del sexo" (1971) y "Quiero llenarme de ti" (1969), Vieyra fue quizás uno de los directores más prolíficos y taquilleros del cine argentino, con títulos que superaron el millón de espectadores.
Su caso es curioso: aunque fue castigado siempre por la mayor parte de la crítica, también se ganó el reconocimiento de un pequeño grupo de adeptos entre la prensa especializada y el público gracias a películas como "Sangre de vírgenes" (1967) y "Correccional de mujeres" (1985).
Los amantes del cine clase B americano encontraron en Vieyra a un Roger Corman criollo capaz de construir filmes de muy bajo presupuesto con dosis equilibradas de sangre y sexo, e intentaron patentarlo como "director de culto".
Iniciado en la dirección en 1961 con "Detrás de la mentira", Vieyra recorrió en su extensa carrera los más diversos géneros, desde la comedia inocente a subida de tono, pasando por el terror y los policiales, y llegando hasta los filmes musicales. En medio de títulos como "Villa Cariño está que arde" (1968) y "Yo gané el Prode, ¨y usted?" (1972) aparecen filmes protagonizados por Sandro ("Gitano" y "La vida continúa", ambas de 1969) o Leonardo Favio ("Simplemente una rosa", de 1971) en el esplendor de su carrera como cantante.
También es responsable de "La gran aventura", iniciadora de la saga de comedias de acción protagonizadas por los detectives "Delfín", "Tiburón" y "Mojarrita", que luego continuó Carlos Galettini.
Luego de aquella experiencia, Vieyra filmó "Los irrompibles" (1975) -la parodia de un western protagonizada por Jorge Martínez y Ricardo Espalter- y dos películas ("Comandos azules", de 1979, y "Comandos azules en acción", de 1980) que le valieron críticas por su ponderación de los grupos parapoliciales.
Fue en aquella época, la de la última dictadura militar en la Argentina, durante la cual fue acusado de "filmar para el Proceso", un cargo que él negó rotundamente: "Es como pensar que los responsables de las cárceles me pagaban para hacer largometrajes como 'Coreccional de mujeres'", se justificó en una entrevista hace algunos años.
Durante la filmación de "Cargo de conciencia", Vieyra se definió sin pudores como un fabricante de películas: "No me considero un artista sino un artesano del cine. Soy un fabricante de películas al que le interesa hacer un producto que la gente consuma. A mí lo que me interesa es elcine que entretiene" decía.
Acerca de sus elecciones a la hora de filmar, Vieyra sostuvo que "el policial, de intriga o suspenso, es lo que más me seduce, y después hacer películas entretenidas, con buen ritmo, que no se detengan. Siempre preferí la sobriedad y el ritmo del cine estadounidense por sobre la teatralidad y la lentitud del europeo".
Y dando su particular visión sobre la actual producción del cine argentino, aseguró que "no se puede ir contra lo que el público quiere".
"El cine que le interesa a la gente es el que lo emociona, el que le muestra nuestra idiosincrasia, el que lo entretiene, que lo hace reír, como algunas películas que todos los críticos ignoran o descalifican pero meten un millón de espectadores" aseguraba.
Fuente: Revista Ñ, Télam y Clarín.
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