Es el primer balneario "naturista" del país. Está ubicado a 36 kilómetros de Mar del Plata. No se permite tomar fotos ni escuchar música fuerte. "Cada año la gente toma con más naturalidad el tema del nudismo", afirma el propietario.
Por Mariano Suárez
Desde Mar del Plata
Especial para Hoy
Los curiosos
La playa está ubicada sobre la ruta interbalnearia 11, pasando varios kilómetros todos los balnearios del Sur marplatense. Tiene una protección natural contra los curiosos: está completamente rodeada por acantilados. El que quiera llegar sólo puede hacerlo por el acceso principal. De todos modos, Escoriza le resta importancia a “los curiosos”. Afirma que estar alejados de Mar del Plata evita que llegue gente para “ver qué es una playa nudista”.
El acceso es libre y sólo se cobran los servicios. Estacionar cuesta $ 25, pero $ 10 son reintegrados para consumir dentro del balneario. Dejar el auto en un balneario típico del sur marplatense cuesta entre $ 30 y $ 40. Pero no son justamente los precios los que hacen distinguir a Playa Escondida.
Un hombre de panza prominente habla enérgicamente por teléfono, al costado de la pileta climatizada que posee el balneario. ¿Da órdenes a un empleado? ¿Cierra un negocio? ¿Discute con algún familiar? Quién sabe... El hombre corta y sigue caminando completamente desnudo, hasta que se recuesta en uno de los camastros con toldos para proteger a los visitantes del viento.
Para quien no comparte este estilo de vida, sentirse incómodo -al menos al principio- es casi inevitable. “Si los miro van a pensar que soy un curioso. Si no los miro van a pensar que es a propósito, que me molesta su desnudez”, meditaba, mientras aguardaba al propietario del balneario para realizar la entrevista. Traté de pasar lo más inadvertido posible (aunque con tanta ropa era bastante difícil) hasta que dejé de pensar y me sentí como en cualquier otro lugar.
Los turistas
Escoriza recuerda que la temporada anterior sólo tuvo que echar a una persona por conductas inapropiadas. Mientras que en lo que va del verano, a ninguna. Y no es porque a Playa Escondida vaya poca gente: en promedio van cerca de 400 personas por día, mientras que los fines de semana llegan cerca de 1.000. El propietario del lugar insiste en que “cada año la gente toma con más naturalidad el tema del nudismo”.
De todos modos, el balneario tiene estrictas reglas contra toda conducta de “índole sexual” que puede ser motivo de advertencia o expulsión de la playa. En caso de que un hombre tenga una erección, las recomendaciones son que se cubra rápidamente, se recueste boca abajo en la arena o se tire al mar.
No todos los que van a Playa Escondida eligen practicar nudismo. Leo y Marcelo hace siete años que vienen de Buenos Aires a este balneario, y desde hace dos veranos lograron convencer a Mario, Sergio y Edgardo de que los acompañaran. Están almorzando y aceptan dialogar con Hoy. Todos están con malla, pero aclaran que eligen esta playa “porque está todo bien”.
“Se aceptan las diferencias”, plantea Mario, mientras que Marcelo afirma entre risas: “Nosotros somos una minoría que acá se vuelve mayoría”. Sólo cuando están en su reposera se animan a quitarse la malla, pero durante la mayor parte del tiempo están vestidos.
Todos los habitué de Playa Escondida rescatan el respeto que hay. “Es la mejor playa de todas”, cuenta Leo. No sólo porque ninguno se siente observado, sino por la tranquilidad que se respira. El balneario no se presenta como “nudista”, sino como “naturista”. Está prohibido ir con animales, escuchar música fuerte o tomar fotos; tampoco se permiten vendedores ambulantes, ni promociones.
Un hombre está acostado en una camilla dentro de un cubículo de vidrio. Desnudo, obviamente. Una joven, cubierta por un pareo, le hace masajes. Una mujer que orilla los sesenta está almorzando en topless y una diminuta bikini negra. Otra, lejos del 90-60-90, sale de la pileta y se recuesta al costado. Todo su cuerpo tiene el mismo color, señal de que está acostumbrada a no ocultarle ninguna parte al sol y, precisamente, esa es la idea
“Me siento cómodo”
Ni filosofía Zen, ni misticismo, ni nada por el estilo. Julio tiene 43 años, es de Mar del Plata y hace cuatro veranos que se desnuda en Playa Escondida. No busca ningún argumento extraño para explicar por qué lo hace. “Me gusta, me siento cómodo”, resume.
Julio señala que conoció por primera vez el lugar cuando se puso de novio con Claudia, quien por aquel entonces era encargada del balneario. “Como todos, fui por primera vez con la bermuda hasta los tobillos”, bromea.
Sin embargo, la sensación de sentirse incómodo por la desnudez cambió a la incomodidad por ser uno de los pocos vestidos. “Acá no existen complejos. Nadie te mira. No importa si sos gordo o flaco”, explica. Incluso, llega a decir que hoy por hoy se siente “más observado” en una playa común que en Playa Escondida. “Acá la gente es muy respetuosa”, recalca.
Una década
El 15 de febrero de 2001 Playa Escondida quedó habilitada al público. La idea original fue del entonces presidente del Ente de Turismo Marplatense (Emtur), Carlos Patrani. En diálogo con Hoy, el funcionario recordó que el motor que inició todo este proyecto fue la búsqueda de promoción para la ciudad a pesar del bajo presupuesto que existía por aquel entonces.
http://www.playaescondida.com.ar/Fuente: Hoy
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