El acróbata Johan Le Guillerm presenta un espectáculo inquietante en el Matadero
BEATRIZ PORTINARI - Madrid
Si en la actualidad existiera un ser mitológico, mitad hombre y mitad titán, ése sería Johan Le Guillerm (Pruille-le-Chetif, Francia, 1969), artista envuelto en el misterio, al que sólo se puede ver el rostro en sus actuaciones y contadas entrevistas, y que camina sobre pezuñas plateadas. Como acróbata y director de la compañía Cirque Ici presenta Secret, su particular apuesta por el circo experimental que se estrena hoy en el Matadero dentro del Festival de Cine Contemporanea.
Bajo una carpa para 200 almas instalada en el patio, este acróbata, ganador del Grand Prix Nacional du Cirque de 1996, se convierte en domador de hierros inanimados o serpientes metálicas que le acechan y se retuercen en torno a su torso desnudo como un Laocoonte que lucha a muerte por su vida. Otras veces se convierte en inventor y jinete de monstruos imposibles, en funambulista que juega con la gravedad, o en inquietante dueño de objetos afilados envueltos en una casi hipnótica música. Todo es circo, pero nada de lo que se ve es circo. No se puede explicar con palabras, hay que verlo y estremecerse. No existe manual de uso para entender a Le Guillerm, que apuesta por el espacio de 360 grados como expresión de su propia filosofía.
"Me interesa el estudio de los diferentes puntos de vista en torno a un objeto. El hombre habitualmente está limitado a su visión frontal y en cambio yo busco una visión global del mundo. Todo lo que vemos esconde otra parte que queda oculta, como las caras de la luna, y eso es lo que intento mostrar. Esto no es un circo tradicional; la gente que espere eso se equivoca de sitio", explica el enigmático creador, que juega con elementos desestabilizadores para atacar al subconsciente del público.
Cirque Ici. Matadero Madrid (Paseo de la Chopera, 14). Del 30 de enero al 10 de febrero (descanso días 1, 4 y 8). A las 21.00. 16 euros.
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