Los primeros tranvías eléctricos que circularon en Sudamérica lo hicieron en nuestra ciudad. Recordamos sus inicios y algunos datos curiosos de los primeros transportes públicos de la capital bonaerense.
Como un vestigio mudo de otra época, aún vemos aflorar por muchas calles platenses algunos tendidos de vías. Desde hace años no esperan guiar el trayecto de ningún tranvía y hoy sólo constituyen el temor de ciclistas y motoqueros que, en muchas ocasiones, quedan atrapados en sus fauces para luego terminar en el suelo.
Para aquellos que ignoran el dato, La Plata fue la primera ciudad de Sudamérica en tener tranvías eléctricos. A pocos años de su fundación, la ciudad tuvo su primer medio de transporte público traccionado a sangre de equino. Los coches eran tirados por dos caballos y tenían capacidad para 22 pasajeros. Su dotación estaba compuesta por un cochero o mayoral, que -según dicen- portaba un clavel rojo de compadrito y hacía sonar un cornetín para anunciar al paso del coche. También un guarda y un cuarteador, que era el encargado de enganchar caballos extras en el caso de tener que subir alguna empinada barranca, como ocurrida al momento de afrontar las lomas de Tolosa y el camino a Berrisso.
Originalmente los tranvías partían desde el lugar que hoy ocupa la terminal de ómnibus local, y desde allí tomaban la calle 1, luego diagonal 80, avenida 7, calle 65 y volvían a retomar las mismas calles para completar su recorrido.
La primera línea fue inaugurada en 1885 y era propiedad de Manuel Giménez. Su flotilla estaba compuesta por 8 coches cerrados, 10 jardineras, 25 zorras para carga y 254 caballos. Contaba con 53 empleados y tenía un promedio de 30.000 clientes por mes. Inicialmente recorría 16 kilómetros y llegaba hasta la ciudad de Ensenada.
Más adelante la empresa fue adquirida por la compañía “The International Bank of London”, y se extendió el recorrido por desde el centro de la ciudad hasta Ensenada, Tolosa, Los Hornos y el Cementerio
La evolución
El 8 de noviembre de 1892 se realizo el primer ensayo del recorrido del tranvía eléctrico con un trayecto bastante corto: fue por calle 7 desde 45 a 50. A pesar del escueto trayecto ya había gente que tenía miedo y desconfiaba del moderno medio de transporte. Algunos vecinos de aquel entonces alentaban a otros a que no suban a estos coches porque podían quedar “electrocutados”.
Otro temor lo producía su mero transitar. Algunos, al verlos pasar, los llamaban “Carros de fuego” debido a las chispas que despedían en su marcha. Seguramente si estos antiguos ciudadanos escucharan tronar y vieran los chispazos que hacen muchos motoqueros contemporáneos, huirían despavoridos a sus casas.
Hacia 1900 se conformó un directorio para lo que luego sería el “Tranvía Municipal Urbano”, y en 1902 la concesión fue arrendada por Juan Tettamanti. Finalmente las obras fueron libradas al servicio público en julio 1904, la cual tenía una extensión de 6, 5 kilómetros de vías y un recorrido de 53 cuadras.
En 1910 La Plata inauguró el servicio de tranvías eléctricos. El 3 de enero de ese año los coches fueron puestos en fila en calle 42 y decorados con banderas y franjas con los colores de Argentina y la enseña británica, ya que estaban bajo una nueva concesión con sede en Londres.
Según comenta el profesor Ricardo Katz en su libro Ciudad de La Plata, su historia: “El trayecto fue un recorrido triunfal. No había puerta, ni balcón ni ventana a la que no se asomaran caras risueñas que adherían contentos al anhelado adelanto (...) Se agitaban pañuelos y se oyeron frecuentes aplausos; en la calle 7 y 50 se había estacionada un numeroso grupo de personas conocidas: comerciantes, industriales, propietario y agentes de negocios, martilleros y un núcleo calificado de buenos amigos de La Plata, que saludó el paso del convoy con aplausos larguísimos”
Ordenanzas municipales de aquellos años indicaron a las dos compañías con el número 49 y 50 respectivamente para la compañía La Plata y El Nacional, e indicaron una concesión para su explotación de 70 años.
Para 1939 el tranvía tenía un gran auge. Datos de la época indican que transportó a 32.049.661 pasajeros. La concesión de el La Plata y El Nacional se extendió hasta el año 1948 , año en que la Municipalidad decretó la caducidad de las concesiones y expropió sus bienes. A partir de allí los vehículos pasaron a formar parte de de la Administración General de Transporte de Pasajeros hasta el año 1960.
Algunas líneas calurosamente recordadas por muchos fueron la Uno, que iba hasta la ex Estación Meridiano V, la 2 que iba a Tolosa, la 3 a Ensenada por el camino Rivadavia, el 8, también conocido como “El Triste” porque se dirigía hasta el Cementerio, y el 7 que entraba dentro del paseo del Bosque. Otra línea muy añorada fue la 25. Esta unía la capital bonaerense con los antiguos frigoríficos Swift y Armour de Berrisso y también la planta de YPF.
Con alto y bajos, la vida de los tranvías en La Plata se extendió hasta el año 1966. Diarios de la época enunciaban en eso entonces: “Esta madrugada dejaron de circular en nuestra ciudad los tranvías y los trolebuses que presentaban servicios en el Consorcio del Transporte de Pasajeros(...) Consecuentemente, la dirección de Tránsito dispuso una reestructuración de las servicios de autotransporte”. Atrás quedaron los años en los que podían verse los tranvías por la ciudad, hoy sólo se puede a través de alguna película o si tenemos la suerte de viajar a San Francisco en EEUU
Actualmente el tránsito es otro, mucho más numeroso y contaminante, y sólo quedan algunas vías como recuerdo de aquel pintoresco y no contaminante medio de transporte.
La Plata y sus números
El periodista Marcelo Vernet logró registrar el comentario del poeta Gustavo García Saraví sobre los tranvías: “(...) La Plata entre otras cosas resolvió no tener tranvía 13. De la línea 12 se pasaba por un grácil salto a la línea 14. Quizá por esto, para que las cuentas dieran bien y para no confundir a las autoridades respectivas al contar cuantas líneas había, se resolvió dividir en tranvía en 2”.
“De tal forma que, en un alarde de genialidad, se crearon el 2 blanco y el 2 colorado. Las inconfesadas razones de funcionarios y empresarios son obvias. La geométrica, racionalista y culta ciudad de La Plata no quería que el tranvía de la yeta recorriera sus calles, por temor a que nadie lo tomara o, lo que es peor, a que descarrilara en todas las esquinas”.
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