Estatuas vivientes, tatuadores, caricaturistas, fileteadores y pintores con aerosol se instalan en esta calle marplatense cuando cae el sol. La mayoría viene de otros lugares a hacer la temporada en La Feliz. Logran atraer la atención de los turistas.
Por Mariano Suárez
Desde Mar del Plata
Especial para Hoy
Una tiene los labios más gruesos. Otra es más colorida y acompaña sus rastas con el gorro rojo, amarillo y verde. Una tercera resalta más su nariz. Las caricaturas del legendario cantante de reggae Bob Marley abundan en la calle Rivadavia. Es que cuando empieza a caer el sol se corta el paso de los autos y los artistas callejeros comienzan a inundar el asfalto.
Son cerca de las 19 y el sol ya no calienta tanto. La playa quedó atrás y la gente decide salir a pasear por el centro marplatense. La peatonal San Martín es un clásico: cientos de locales comerciales y gastronómicos son visitados por miles de turistas todos los días. Pero a pocos metros, Mar del Plata exhibe otro atractivo que también concentra la atención de los turistas.
Un platense
Los que salen de las playas céntricas y caminan por Rivadavia se encuentran con Matías, un joven de La Plata que desde hace cuatro temporadas viene a “La Feliz”. Se pinta todo de blanco, pero no es una “estatua viviente” tradicional. Interactúa con pequeños (y no tanto) y les pinta estrellas en la cara. “Allá tengo otro laburo”, cuenta luego de despedirse de una niña que se marcha feliz, con su colorida estrella en la mejilla derecha.
En ese tramo de Rivadavia se mezclan los artistas callejeros con quienes promocionan las obras que se presentan en los pequeños teatros que hay allí. Más color aún: transformistas, payasos, mujeres y chicos deambulan mientras el sol cada vez se apaga más.
Sentado en una pequeña mesita, Maxi se pide un café. Tiene delante de él una carpeta con decenas de dibujos. Al frente, un cartel invita a la gente: “Tattoos de henna”. “Estrellas, letras chinas, soles y tribales es lo que más sale”, cuenta Maxi, que realiza un promedio de 25 tatuajes por día. Uno simple cuesta 6 pesos y Maxi los realiza con un escarbadientes “para que salga mejor el delineado”. Dice que se requiere de mucha precisión y pulso para realizar estos tattoos que duran cerca de 15 días.
Un ángel
Santiago se define como un “ángel medieval”. Está pintado de plateado y ofrece una foto por un peso. Por $ 2, “todas las fotos que quieras”. Las monedas que le arrojan a la lata delante de él hacen que comience a moverse, mientras la gente lo observa. A pocos metros de él, un payaso les entrega a los niños globos con formas de animales.
Los paisajistas que trabajan con aerosol son los que más gente reúnen. Es que la técnica es llamativa. A lo largo de Rivadavia hay dos que trabajan con máscaras, sobre tablas, en las que los colores lucen muchísimo. El que está ubicado en la intersección de Córdoba monta casi un show: música tecno acompaña su creación, mientras cerca de 50 personas lo rodean para ver su obra.
“Feliz es Adán que no tuvo suegra”. La frase está ubicada en medio de una tabla fileteada por Coco Albornoz, que llegó durante los primeros días de enero de Buenos Aires. Asegura que no considera su estadía en “La Feliz” como un trabajo. “Estoy de vacaciones. Voy a la playa y tipo 6 de la tarde me vengo para acá y me quedo tres horas”, cuenta. Las obras que presenta tienen distintos tipos de frases y pueden conseguirse desde $ 30. Explica que “son muestras” de este arte difícil de desarrollar. “En Buenos Aires trabajo por pedidos particulares. Acá traigo estas muestras para que los turistas se puedan llevar un recuerdo”, añade.
- ¿En Buenos Aires vive de esta actividad?
- Sí, tengo 57 años y esto es lo único que hice en mi vida, contesta Coco.
El artista afirma que todo lo que hace es porque a él le gusta. De todos modos, aclara que sus obras tienen buena aceptación entre el público. Las que llevan la imagen de Gardel son las más requeridas. También las del Che Guevara, porque “le gustan mucho a los chicos”. Además, explica que no hay muchos artistas que practiquen esta técnica. “El filete es creación”, define y agrega: “Por eso somos pocos los que hacemos esto”.
Como Serrat
“Joan, como Serrat”, dice mientras guarda su carpeta. Joan Machado es mendocino y éste es su tercer verano en Mar del Plata. Hace retratos y caricaturas y es uno de los cinco artistas de este tipo que se ven en Rivadavia. Si bien puede hacer cualquiera de estos dos tipos de dibujos se muestra más afecto a las caricaturas. Dice que un retrato le puede llevar cuarenta minutos y una caricatura, entre 5 y 10. Igualmente, entiende que los retratos son más fáciles de hacer, aunque sean “más elaborados”. “En definitiva, el retrato te hace perder tiempo”, bromea.
Por $ 25 la gente se puede llevar un dibujo blanco y negro y si lo quiere con colores debe invertir $ 40. Joan señala a un dibujante que está trabajando a menos de cincuenta metros: “Nos pusimos de acuerdo para cobrar lo mismo y que la gente elija a quien más le gusta”, dice.
Ya son cerca de las 21, es de noche y la gente sigue caminando por Rivadavia. Algunos consultan, otros miran y los artistas permanecen allí, sentados, a la espera que una moneda los invite a moverse o un pedido les permita desplegar toda su habilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario