Mucho ruido y pocas nueces
El Teatro San Martín abre su temporada con esta obra clásica trasladada al campo argentino, dirigida por Oscar Barney Finn, y protagonizada por Virginia Innocenti y por Sergio Surraco.
Por Carlos Pacheco
Para LA NACION
William Shakespeare parece querer permanecer en estas temporadas en Buenos Aires. A la reposición de Rey Lear, que acaba de concretarse en el Apolo, se sumará el próximo viernes el estreno, en el San Martín, de Mucho ruido y pocas nueces, y, en un par de semanas, Hamlet ocupará el escenario del Centro Cultural de la Cooperación.
Piezas muy distintas, sin duda, pero que están proponiendo, de parte de nuestros creadores, no sólo una revisión del autor, sino un encuentro con tramas y con personajes que conducen a una profunda reflexión acerca de un estado de cosas en las que, quizá, debería reparar el ser contemporáneo; no para corregir su destino, sino, por lo menos, para confrontar algo de su infortunio.
La versión de Mucho ruido y pocas nueces tiene una particularidad: la acción se ha trasladado al campo argentino, en el verano que va de 1875 a 1876. Y no es que el espectador se encontrará con un mundo campero con diferencias bien marcadas entre ciudadanos aristócratas, soldados, gauchos e indios, sino que, simplemente, ese ámbito rural será el que contenga una acción en la que confluyen, como bien destaca Oscar Barney Finn, su director, "tres líneas bien diferenciadas: la comedia, el drama y un aspecto bufo. Por un lado, está la historia de Beatriz y Benedicto, que es bien shakesperiana; por otro, una historia muy italiana como es la de Hero [en esta versión llamada Elisa] y Claudio, y una tercera que es la del alguacil Dogberry, que aquí es llamado comisario Robles. No estamos en Messina, sino en el campo argentino, en la provincia de Buenos Aires, en Monte, por esa línea cruza una patrulla que va a la frontera y que, en este caso concreto, viene de construir una fosa que imposibilite el avance de los indios".
Dos de los protagonistas más destacados de la pieza, Beatriz y Benedicto, son interpretados por Virginia Innocenti y por Sergio Surraco. Ambos actores se conocieron hace ya un tiempo trabajando juntos en televisión. Compartieron varias escenas en Hombres de honor y allí, como dice Surraco: "Nos descubrimos, sabemos que tenemos un ida y vuelta muy interesante". Eso para él es muy importante porque entiende que, "la idea de la funcionalidad en el teatro pasa por eso, por ser funcional con el otro. Concibo el teatro no desde mí, sino como un engranaje, dependo de mis compañeros, dependo del director, dependo de la creatividad del otro".
El numeroso elenco se completa, además, con Salo Pasik, Malena Figó, Daniel Miglioranza, Verónica Piaggio, Roco de Grazia, Enrique Iturralde, Pablo Mariuzzi, Carlos Kaspar, Vilma Ferrán, Gustavo Bohm, Claudio Pazos, Fabiana Falcón, Néstor Navarría, Carlos Da Silva, Abián Vainstein, Chela Cardalda, Cristina Durán, Diego Freigedo, Gabriel Maresca, Soledad Galarce, Santiago Bürgi, Emanuel Biaggini, César Cima y Fernando Gonet.
Tal vez porque se trata de un clásico, de trabajar en la sala Martín Coronado del San Martín o porque ambos van construyendo unas carreras muy cuidadas, tanto Innocenti como Surraco se detienen en la conversación con LA NACION a repasar sus historias de actores, obras por las que pasaron, artistas que admiran o maestros junto con los que se formaron y les enseñaron el camino. "Este proyecto me propone trabajar con un elenco numeroso en una sala en que siempre soñé estar: la Martín Coronado -comenta Innocenti-. Es un espacio en el que uno vio a los grandes actores y grandes trabajos." Y acota Surraco: "Le tengo mucho respeto a ese ámbito. No puedo negar la historia de ese escenario: contiene la historia de grandes actores que la han pisado, la han sudado, han dejado su vitalidad allí arriba".
Ahora ellos harán su aporte, dejarán sus marcas en ese escenario. "Este Shakespeare me propone algo muy difícil. Es una comedia, pero tiene un momento muy dramático y Beatriz es un personaje muy agudo -comenta Innocenti-. Me propone divertirme con una mirada crítica y, a la vez, descubrir la maravilla de un autor como éste. Cuando hice la primera lectura de la obra, sentí que podía ser sencillo, pero después descubrí los subtextos, la cantidad de capas que hay allí. Uno puede quedarse con una lectura superficial, pero la realidad demuestra que no hay una sola palabra puesta porque sí en cada una de las situaciones."
Se anuncia que Mucho ruido... reinaugurará esta semana la temporada de verano del San Martín luego de muchos años. Pero, en realidad, esa reinauguración es forzada, ya que la obra que dirige Barney Finn debió haberse estrenado en el segundo semestre de 2009, tal como fue anunciado a fines de 2008. Pero el recorte presupuestario macrista desvió su debut al verano porteño.
De todos modos, los actores sostienen el mismo entusiasmo. "Descubrí que esta obra me propone amigarme con las contradicciones. Lo que a veces dicta el pensamiento o la ideología se contrapone con lo que manda el corazón. Como diría Gabriela Acher: «A veces no estoy de acuerdo con lo que pienso»", dice Innocenti. "Esta pieza es muy crítica sobre el rol de la mujer y pone en claro que, muchas veces, los destinos de las mujeres están en manos de un juego de poder entre los hombres. Por suerte, siempre hay alguien muy rescatable y todo se equipara."
Por su parte, Surraco coincide en que es una comedia muy inteligente. "Los encuentros entre Beatriz y Benedicto tienen agudeza, ironía y divierten. Se dice que es la comedia más inteligente que escribió Shakespeare, por su dialéctica, el ida y vuelta de los textos. Eso me pareció muy interesante. Ya es un desafío hacer esos textos y con la agudeza de no caer en la solemnidad me resulta mucho más atractivo. La idea es poder acercarnos con la mayor verdad al texto y que el público tenga una fuerte conexión con nosotros."
Innocenti y su búsqueda de historias que conmuevan
Virginia Innocenti estaba un tanto alejada del teatro. No le ofrecían nada que le interesara y prefería esperar ese proyecto que la movilizara. "Hasta algunas cosas que me ofrecieron me daban un poquito de vergüenza", dice con cierta timidez. El año pasado, Barney Finn la convocó para hacer este trabajo, pero ella estaba filmando. La demora en el estreno -estaba previsto para octubre-, por cuestiones de presupuesto, hizo que ahora pueda reencontrarse con él. "Amo mucho este trabajo y me gusta tener cierta coherencia en lo que hago, me gusta que mi trabajo me represente como persona, no me da lo mismo contar cualquier cosa. Me siento responsable. Soy comunicadora, me interesa contar historias y lo hago a través de la actuación o escribiendo un poema o cantando una canción."
En esta temporada, otro trabajo la apasiona. Para mediados de año, con dirección de Luciano Suardi, concretará un espectáculo apoyándose en la vida de Tita Merello y lo hará en el Maipo. "Si bien hay una situación dramática, fundamentalmente la vida de ella está contada a través de sus canciones, porque lo que ella cantaba expresaba su forma de vivir. Este tipo de mujeres se han construido a sí mismas. Han hecho algo inmenso con un destino que podría haber sido terrible. Eso me parece muy loable."
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