viernes, 16 de octubre de 2009

Una pequeña joya premiada en Berlín

Es infrecuente la madurez de Maren Ade, directora de 32 años que cuenta la intimidad de una pareja en Cerdeña

Entre nosotros (Alle Anderen, Alemania/2009). Guión y dirección: Maren Ade. Con Birgit Minichmayr, Lars Eidinger, Nicole Marischka, Hans-Jochen Wagner y Paula Hartmann. Fotografía: Bernhard Keller. Edición: Heike Parplies. Diseño de producción: Silke Fischer y Volko Kamensky. Presentada por IFA Cinema. Duración: 119 minutos. APM: 13 años.
Nuestra opinión: muy buena

Ganador este año del Gran Premio del Jurado y del Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Berlín, así como de la distinción a mejor dirección y del galardón de la crítica internacional en el último Bafici, este segundo largometraje de Maren Ade resulta una pequeña joya de infrecuente madurez para una directora de apenas 32 años.

Ade -que ya había demostrado su talento en The Forest for the Trees , vista en el Bafici 2005- se sumerge con espíritu tragicómico y mirada descarnada en la intimidad de la relación de pareja entre un arquitecto bastante frustrado e inmaduro (Lars Eidinger) y una enérgica e impulsiva agente de prensa de una discográfica (consagratorio trabajo de Birgit Minichmayr), mientras pasan unos días de vacaciones en una casa familiar ubicada en un idílico paraje de la isla de Cerdeña.

Haciendo gala de una enorme convicción, pulso firme, gran capacidad de observación y cuidado por el detalle, fluidez narrativa y ductilidad en la dirección actoral, Ade -con la invalorable colaboración de sus dos protagonistas- es capaz de transmitir en una frase, un gesto, una mueca, un movimiento corporal o una simple mirada toda la carga de contradicciones, de angustias, de reproches, de inseguridades, de insatisfacciones, de pequeñas miserias y de represiones que acumulan estas dos criaturas que, alejadas de sus obligaciones profesionales y de sus costumbres, tienen mucho (demasiado) tiempo para estar juntas y, al mismo tiempo, para percibir las carencias, la falta de compromiso y el vacío que amenaza la relación.

Si bien la trama se reitera y se alarga un poco en su segunda mitad (la película retrata y sintoniza con cierta monotonía y parsimonia de todo receso veraniego en un ambiente pueblerino), Ade logra sostener la tensión y la atención. En medio de este universo cerrado y en apariencia autosuficiente, los protagonistas recibirán la visita de una pareja de amigos en un encuentro que, lejos de distender la creciente crispación entre ellos, potenciará aún más sus desacuerdos.

A la profundidad psicológica y a la solidez del entramado dramático Ade les agrega un bello y cuidado dispositivo visual que le permite acercarse a la intimidad de sus personajes (incluso a sus cuerpos) con una sensibilidad que remite, por momentos, al cine de Lucrecia Martel. Un notable exponente del nuevo cine alemán que no merece pasar inadvertido por la cartelera local.

Diego Batlle
Fuente: La Nación

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