lunes, 5 de octubre de 2009

Rep y Rocambole dibujaron el universo de la ilustración

Charla en el Centro Cultural Islas Malvinas

El jueves pasado retomaron sus experiencias personales para bocetar sus concepciones sobre el rol del artista, el proceso creativo y la liberación en el arte. Además, reseñaron los libros que los formaron en el oficio.

Ambos portan un seudónimo que los identifica más que su propio nombre. También ambos son dueños de una mano que se apropia de sus pensamientos y los materializa como pocos en cuanto papel encuentra. Hicieron caminos diferentes, eso sí, pero ambos llegaron al mismo callejón del que no pudieron ni quisieron salir nunca más: la pasión por la ilustración.

Rep (Miguel Repiso) tiene 47 años e incontables historietas publicadas en su haber en revistas y diarios argentinos, de personajes como Gaspar el Revolú, el Recepcionista de Arriba y el Dr. Cureta y su clínica. El jueves compartió sus concepciones sobre el oficio desde su actitud irreverente y rebelde, combinada con poéticas respuestas. Rocambole (Ricardo Cohen), exponiendo su tradición más pedagógica y gentil explicación, es el hombre de las imágenes de La Cofradía de la Flor Solar y el artista de las tapas y escenarios de Patricio Rey.

Ambos compartieron una mágica charla en el Centro Cultural Islas Malvinas en el marco del ciclo Jueves literarios organizado por el grupo Mil Botellas, en la que repasaron sus inicios, su concepción del ilustrador, el proceso creativo y otros tópicos alrededor del ejercicio artístico.

La soledad como motor creativo

Caminar, hablar y dibujar son las tres actividades primordiales que se enseñan a los niños de 3 años: “Sospecho que las tres deben ser importantes, aunque por algún extraño fenómeno, que se llama educación formal, a partir de los 5 los niños comienzan a olvidarse de la tercera de ellas”, reflexiona Rocambole al rememorar sus comienzos en el dibujo. Siempre tuvo problemas para socializar, nunca le gustó el fútbol, tampoco sabía pelear “en el selvático y salvaje mundo de los niños”, y menos aún encarar una chica ya de adolescente. “No podía destacarme en nada, ni siquiera era buen alumno; sólo logré cierta consideración haciendo caricaturas de mis compañeros”.

La premisa que encontró para abordar el por qué de su vocación como ilustrador fue “una soledad absoluta que produjo en mí la necesidad imperiosa de comunicarme”. Quizás esa soledad fue la que lo llevó a interactuar en bandas, y a un trabajo de forzada integración social.

Rep, radical, se remontó a sus inicios dudando de una condición previa “casi autista” para despertar la necesidad por el dibujo. “De niño me caractericé por escapar de los demás, siempre fui demasiado fóbico, y eso en mí fue imprescindible para lanzar esas botellas con dibujos para el mundo”. En su caso, su formación no fue lógica: no contaba con ningún estímulo artístico. En su casa “no había ni un libro, llegué a uno por primera vez cuando me enfermé en una casa ajena”. De allí en adelante, los libros se convirtieron en “amigos de aquel niño fóbico y autista”.

El necesario equilibrio del ilustrador

“Hay cosas que sólo pueden expresarse con palabras y otras sólo con dibujos”. Para Rep, muchos ilustradores son esclavos de lo que ilustran: “Se es muy servil al texto y se realiza un dibujo casi didáctico”. En el otro extremo, “se es tan libre que no se entiende la conexión entre el dibujo y el texto que ilustra, como una especie de rebeldía”. Para él, una buena ilustración “no es ni una cosa ni la otra; y eso lo aprendí reflexionando sobre mi esclavitud”.

Ilustrar, en palabras de Rep, “es acompañar, decir lo que se dice en los intersticios de las palabras”.

“El ilustrador, como el diseñador gráfico, tiene que proponer algo; si no agrega, estamos en algo redundante”, coincide Rocambole. Según señaló, cuando llega algo para ilustrar y el artista es funcional para vender, se esclaviza.

Métodos: que parezca un accidente

Tanto Rep como Rocambole coincidieron en que la metodología para llegar a una ilustración es variable. “Pocas veces sigo un proceso metodológico: lo mío surge casi siempre por razones emocionales”, compartió el ex diseñador ricotero. Cuando algo lo conmueve, es sólo hacerlo; “en otros casos fue buscar la cuestión hasta llegar al punto”, aseguró.

En ese sentido, “la cantidad de decisiones que se toman cuando uno dibuja son monstruosas, millones, imposibles de contabilizar”, detalló.

Rep reparó en que su gobernador es el cerebro. “Soy muy mental”. Aunque antes de dedicarse al dibujo tenía una idea más romántica del oficio, “de epifanía en epifanía para ser más auténtico”, no terminó así. Por el contrario, para dibujar algo piensa mucho. “Uno se nutre de lo visceral, lo lisérgico, pero siempre va a pasarlo por una idea mental, cerebral. La vuelta de tuerca a los trabajos es tiempo y mente, que es lo mismo que trabajo”, resumió.

Además, reivindicó al accidente durante el proceso creativo. “Aprovecho el accidente para ir a otros lados, aunque siempre el cerebro va a terminar decidiendo el camino del accidente, para mí es una autotraición muy autodidacta, le tengo mucho respeto al error”.

Libros maestros

¿Cuáles fueron los autores y las ediciones encuadernadas que marcaron su oficio? Rocambole enumeró pocos y concretos: Groucho Marx, Tarzán y varios libros de narrativa e ideas.

Rep dio una lista infinita: Hamlet, En el camino, Sobre héroes y tumbas, Ficciones, Todo lo sólido se desvanece en el aire, alguno de Bradbury, alguno de Rivera, alguno de Puig, alguno de Gelman, El Eternauta, Asterix...

Fuente: Hoy

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